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Vista general del Castillo de Llordà

Identificador
25115_08_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.116394, 1.09072
Idioma
Autor
Daniel Altisent
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Castillo de Llordà

Localidad
Llordà
Municipio
Isona i Conca de Dellà
Provincia
Lleida
Comunidad
cata
País
España
Ubicación

Castillo de Llordà

Descripción

ISONA I LA CONCA DELLÀ

 

Isona i la Conca Dellà es un municipio situado al extremo este de la comarca del Pallars Jussà. Su término está ocupado por un conjunto de pequeños pueblos y casas aisladas que se extienden por toda la cuenca prepirenaica. En 1970 se agregaron al municipio de Isona los pueblos de Benavent de Tremp, Conques, Figuerola d’Orcau, Llordà, Siall, Biscarri, Orcau, Covet, Masos de Sant Martí y Sant Romà d’Abella. Su paisaje, de gran belleza, aparece rodeado por montañas y flanqueado a poniente por el río Noguera Pallaresa. Su capital es Isona, a donde se llega desde Artesa de Segre por la carretera C-1412 en dirección a Tremp.

Se trata de una zona habitada desde época antigua. En el siglo I a. C. se fundó la pequeña ciudad romana de Aeso, la cual se asentó sobre lo que había sido el poblado ibérico de Eso, y de la que se conservan restos de la muralla y numerosas lápidas epigráficas. El denominado en época romana como el municipium aesonensis fue, ya en la Alta Edad Media, en concreto durante el siglo xi, zona de frontera y lugar habitual de enfrentamientos armados entre musulmanes y cristianos, por lo que surgieron numerosos castillos para controlar el territorio. El conde de Pallars Jussà, Ramon V, dejó en manos del caballero Arnau Mir de Tost la conquista de esta región, quién estableció en el castillo de Llordà su centro jurídico, administrativo, y en donde se recaudarían los diezmos de las distintas villas que conformaban el territorio. El que fuera uno de los lugares más dinámicos de la Cataluña condal padece, a día de hoy, un serio problema de despoblación, con un progresivo envejecimiento de sus habitantes.

Castillo de Llordà

El castillo de Llordà se halla ubicada en uno de los extremos de la Conca de Tremp, en el sector oriental de Isona, sobre una colina con unas vistas espectaculares de toda la cuenca, a muy poca distancia del pequeño pueblo de Llordà. Desde este punto son visibles los castillos de Biscarri, Conques, Toló y Orcau. A 50 m de la fortaleza se encuentran los restos de la iglesia de Sant Sadurní de Llordà. Se llega a este conjunto arquitectónico tras tomar un desvío a la izquierda desde la carretera C-1412 de Isona a Artesa de Segre.

Durante el siglo xi, la fortaleza-palacio de Llordà se convirtió en un importante punto estratégico para estabilizar el territorio de la Conca de Tremp, la Conca Dellà y el Montsec, en un momento en el que los condados de Urgell y el Pallars iniciaron e impulsaron la reconquista del territorio a los musulmanes.

El castillo es mencionado por primera vez en el cartulario del monasterio de Sant Sadurní de Tavèrnoles, en el que se describen sus posesiones en la Conca de Tremp. En el reverso del pergamino constan varias escrituras, entre ellas la donación in locum vocitato castrum Lorda que en 973 realizaron Borrell II, conde de Barcelona, y su hermano Guifré al monasterio de Tavèrnoles. No obstante, la autenticidad de este documento ha despertado bastantes dudas entre los historiadores, pues se cree que dicha donación podría haber sido falseada en el siglo xii por el condado de Urgell para la futura reclamación de derechos sobre el término de Llordà. En 1033 los condes de Urgell, Ermengol II y Constanza, entregaron a Arnau Mir de Tost y su mujer Arsenda el castillo de Llordà a cambio de dos mil sueldos. El conjunto, que entonces era poco más que una torre de vigilancia, se convirtió en un enclave estratégico que, gracias al impulso de Arnau Mir, gozó de un papel protagonista en el condado de Urgell. Dalmau Bernat, sobrino de Arsenda, se convirtió en 1040 en el primer tenente encargado de la custodia del castillo. Hombre de confianza de Arnau Mir de Tost, su firma aparece en varios documentos de la época relacionados con el castillo Llordà. Entre 1997 y 2009 fue sometido a un intenso proceso de restauración y de excavación arqueológica.

El castillo de Llordà es uno de los ejemplos mejor conservados de la arquitectura de carácter residencial que se desarrolló en los condados catalanes durante los siglos xi y xii. Su diseño resulta en cierta medida excepcional, ya que huye del modelo de castillo de frontera más frecuente en los condados catalanes, a menudo reducido a una torre del homenaje rodeada por una muralla con dependencias anexas. Sin embargo, Llordà presentaba una estructura más compleja, con tres recintos protegidos por una muralla y varias torres de defensa, todo ello elevado sobre una colina rodeada de riscos que reforzaban aún más el sistema defensivo. El recinto adopta una forma triangular con torres cuadrangulares en los tres ángulos, de las que sólo dos se conservan, y unas murallas de 2 m de grosor y aspilleras.

El sector occidental del primer recinto del castillo está cerrado por un muro, en el que posiblemente se ubicaba la puerta. Estaba flanqueado por dos torres de planta cuadrada situadas en los extremos norte y sur. De la torre meridional tan sólo se conservan algunos sillares, que permiten dibujar su perímetro. La torre noroeste, de 7 m de ancho por 12 m de altura, está dividida en dos niveles. El acceso al inferior se realiza por una puerta en arco de medio punto que comunicaba con el cuerpo de guardia. Se accede al piso superior por una entrada independiente, en la que hoy sólo queda el flanco izquierdo. Adosada a esta torre se conserva una gran estancia rectangular, sin cubierta, identificada con el cuerpo de guardia. La estructura, que medía 17 m de largo por 5 m de ancho, estaba destinada a la cuadra para los caballos de la guarnición militar. El techo se situaría a la altura del primer piso de la torre de flanqueo y haría la función de paso de ronda. De la torre descrita arranca un lienzo de muro de unos 9 m de longitud, en el que originariamente se hallaba la puerta de acceso al castillo.

La muralla de poniente arranca de la torre de flanqueo descrita. Esta sección de muralla, que mide unos 15 m, es rectilínea y, vista desde la parte interna, su altura actual está a nivel del suelo, mientras que vista desde el exterior presenta una altura variable, que oscila de los 5 m en el punto de contacto con la torre a los pocos centímetros unos metros más allá. En este punto, el muro crea un ángulo prácticamente recto con el risco. Los vestigios conservados de la muralla de levante son escasos, y se reducen al fragmento de pared que hacía ángulo con la desaparecida torre de flanqueo y un pequeño muro que asienta sobre la roca madre, a unos 10 m de la anterior. Entre las estructuras descritas y el edificio residencial había un espacio prácticamente cuadrado, de unos 650 m²  de superficie, identificado con el patio de armas.

El acceso al edificio residencial se efectúa por una puerta, resuelta en arco de medio punto, situada en el extremo norte de la fachada oeste. La puerta comunica directamente con un pasillo de 10 m, estrecho y escalonado que da acceso al recinto señorial. El pasillo se halla situado en la parte noreste del patio de armas y flanqueado por la muralla y el mismo edificio. Desde este pasillo, a través de una puerta situada en el lado sur, se accedía a un patio de forma trapezoidal irregular, totalmente restaurado en la intervención llevada a cabo entre 2003 y 2009. El edificio residencial forma un cuerpo de planta prácticamente rectangular de unos 15 por 6 m y una altura de 15 m. Presenta una estructura en planta baja cubierta con bóveda de cañón y dos pisos superiores, actualmente sin cubierta. Se accedía a la planta baja mediante una gran puerta de medio punto, que daba paso a una sala rectangular, cubierta con una bóveda de cañón de perfil semicircular y arcos fajones. En esta estancia, probablemente destinada a usos administrativos, se conservan ocho ventanas saeteras, distribuidas en los en los muros norte y oeste. En el extremo sur de esta sala hay otra estancia adyacente, cubierta en origen con bóveda de cañón que no se ha conservado. Desde el patio, se accede al piso superior por una puerta en arco de medio punto situada en la fachada norte. Este nivel acogía la sala noble, que presentaba techumbre de madera sustentada por ménsulas. Se puede observar también la presencia de cuatro ventanas geminadas, que han perdido las columnas centrales que sustentaban los arcos. Por encima de las ventanas geminadas hay un segundo nivel de aberturas, con cinco ventanas adoveladas de doble derrame. Aunque a primera vista se podría pensar que los dos niveles de ventanas corresponden a dos niveles de estancias independientes, no se observan restos de un techo intermedio. En el extremo oriental de esta planta se halla otra estancia equivalente en dimensiones a la adyacente del piso inferior.

Por último, cabe destacar la existencia de unas dependencias anexas al palacio que se extienden desde la fachada de las puertas del edificio residencial hasta el extremo norte de la muralla del castillo. Sin duda, la parte más interesante de estas dependencias adyacentes en su planta baja es la chimenea, situada en el extremo oriental de las salas. Mantiene, casi de forma intacta, el conducto de salida de humos, de forma troncocónica. Podría tratarse de uno de los ejemplos más antiguos conocidos, ya que se cree que este tipo de chimenea no llegó a los edificios medievales en Europa hasta finales del siglo xi.

El aparejo constructivo está formado por sillares de pequeño tamaño dispuestos uniformemente en hiladas horizontales. El material utilizado para la construcción es gres calcáreo de origen local. En este sentido, podemos observar signos de extracción de piedra en el monolito situado en el exterior de las murallas. En la parte superior se aprecian con claridad dos hileras de cortes de piedras destinadas a extraer los bloques para cortar los sillares. Además del gres calcáreo también se hallan algunos sillares realizados con travertino, empleado principalmente en algunas dovelas o en las ventanas geminadas de palacio. Esta piedra seguramente era importada, dado que se desconocen yacimientos en la zona.

El conjunto no ha sufrido reformas substanciales desde su construcción, hecho que permite visualizar de forma razonable los testimonios de la fábrica original, un ejemplo excepcional de la arquitectura civil catalana del siglo xi.

Texto y fotos: Daniel Altisent - Planos: Sonia Urbina Sampedro

 

Bibliografía

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