Identificador
39094_14_110n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 51' 58.77'' , -4º 1' 0.01''
Idioma
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Loma Somera
Municipio
Valderredible
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
ES PEQUEÑA, MUY DIFÍCIL DE ENCONTRAR si no te la enseñan, porque aunque te digan dónde se halla, está tan escondida en la soledad de un tupido robledal que puedes tenerla a pocos metros y no verla. Sin embargo, su hallazgo recompensa, porque surge de repente, envuelta en el silencio de unos montes virginales que parece que el hombre los ha abandonado. Ella sigue donde siempre, no sabemos si esperando o soñando, pero allí está, envejeciendo como todo lo creado y, si pudiera pensar estaría añorando lo que fue y lo que ha venido a ser, creando, para los que algún día lleguen, un ambiente permanente de melancolía. Ha sufrido hundimientos en la sillería de su cabecera, tan trabajada como para componer el muro de una catedral que se quedó en ermita. La fe, entonces, era inmensa, pero los vecinos exiguos; para el hombre de entonces, el del siglo XIII, primaban más las esperanzas de lo eterno que las vivencias de su presente y, para buscar soluciones a las dificultades de su vida terrena, necesitaba un lugar sagrado donde el misterio de todo pudiera escucharle. El plano de la Virgen de Somera, es el normal en Valderredible, pero en el muro occidental no existe, prolongándose, la espadaña; no sabemos si existió pues este hastial ha sido muy modificado. La nave, rectangular, lleva paramentos de mampostería, salvo esquinales que se arman en sillería, aunque, por modificaciones posteriores, se utilizó sillería en alguna porción del muro norte. Sin embargo, como ya apuntamos es la cabecera la que se construye toda ella de excelente sillería. En sus muros sur y norte se conservan tanto la cornisa como los canecillos. En el sur, es sencilla, de caveto poco marcado y sin decoración en sus tres primeros sillares, siendo los dos últimos adornados con bolas o puntas toscas de diamante. Los canecillos son seis: caveto; figura humana, de pie, geometrizada; cabeza de animal sin detalles perceptibles; dos rollos, arriba y abajo; otro igual; y en caveto. El muro norte, repite cornisa, pero sin añadidos decorativos. Los canecillos aquí, son solo cinco, pues el esquinal de la nave eliminó el sexto. De izquierda a derecha son los siguientes: figura humana al parecer, sentada y geometrizada, que parece llevar sus manos hacia el sexo; muy partido, tienen parecido aspecto y forma al anterior; cabeza, al parecer, de animal con rollo machacado debajo; dos rollos horizontales, arriba y abajo; superposición de dos cavetos. El muro de cierre de la cabecera, el que da al saliente, que acaba a dos aguas, abre en el centro una estrechísima aspillera que se abocina al interior, con arco de medio punto. El hastial occidental, el de la nave, también a dos aguas, de mampostería, como apuntamos, abre una ventanita en su centro, rectangular, con enmarque de sillería. Toda esta fachada a poniente ha debido ser, en algún momento, recompuesta, pues hemos apercibido en su esquinal derecho, a poca distancia del suelo, una piedra tallada con una cabeza y cuerpo de ave, que pudiera ser un canecillo, que se halla incrustado entre el material pétreo. El interior de la ermita aboveda el estrecho tramo del presbiterio, con bóveda de cañón apuntado. El reducido arco triunfal es también apuntado, sin doblez y carga sobre cimacios biselados, y éstos sobre capiteles con decoraciones muy torpes, geometrizadas, como alguno de los canecillos, que no permiten descifrar sus relieves porque, además, toda la iglesia interiormente fue revocada con una espesa capa de cal que priva adivinar detalles. Los fustes son monolíticos y la pared frontal, abierta por la aspillera, deja vislumbrar algunas pinturas debajo del enlucido: un florero con sus flores, rayas indeterminadas, y una banda de rombos blancos sobre fondo oscuro, que debe todo ello ser posterior al románico y lleno de un gusto muy rural. En los alrededores de la ermita, hacia el sur, y ocultas en su mayor parte por el ramaje, aparecen dos tumbas excavadas en la roca, bien acabadas, que indican que en otro tiempo hubo en los alrededores de la ermita de Somera una necrópolis y, posiblemente, un pequeño poblado.