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Vista general desde el Sudeste

Identificador
26062_01_031n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 36' 53.87'' , -3º 2' 3519''
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Torre Mocha

Localidad
Foncea
Municipio
Foncea
Provincia
La Rioja
Comunidad
La Rioja
País
España
Descripción
DE SU IMPORTANCIA en el pasado como emplazamiento estratégico, en Foncea se conserva la Torre Mocha, que es una torre fuerte del siglo XIV situada a 1 km al oeste de la villa por el camino de la cantera. Se ubica entre el actual poblado y el antiguo, pero lejos de ambos, como era usual en los castillos bajomedievales construidos de nueva planta, ubicados en terreno llano y a las afueras. Su ubicación la hace perfectamente visible desde el pueblo, y una vez arriba, ofrece bellas vistas del mismo, así como de su paisaje y cultivos. Está construida en piedra de sillería labrada a picón, a veces bien escuadrada y otras irregular -más bien sillarejo-, en general mejor trabajada en los esquinazos. A su lado existe una cerca de aparejo bastante irregular. Es de planta rectangular, y su alzado consta de planta baja o de entresuelo con varias aspilleras (tres en el muro sur, una en el muro oeste y dos en el este) y planta primera con ingreso en el muro sur, como era costumbre en la época. Este ingreso es en arco apuntado en el exterior con arista matada a bisel y rebajado en el interior. Originalmente la torre pudo tener cuatro plantas, pues la altura primitiva debió de ser el doble que la conservada, y su cubierta sería de madera. Por encima de las saeteras que rasgan las cuatro caras de la planta baja hay una línea de mechinales a la altura del umbral, en los que irían encajadas las vigas de madera que se empotraban en el muro y que soportaban el piso holladero de la segunda planta, la cual conserva alguna aspillera más. Desde el siglo XIX se utilizó como cementerio, y por ese motivo se abrió un hueco de medio punto como ingreso en el muro norte de la planta baja, que es el que colinda con el camposanto. Debió de tener foso, aunque hoy no se aprecia. Recientemente ha experimentado una leve intervención, protegiéndose las cabezas de los muros para evitar la caída de agua directa por la parte superior, y acondicionándose el pavimento interior con el mismo fin. Desde mucho antes de la existencia de esta torre fuerte, en la jurisdicción de Foncea existía otro castillo, el de Muriel, pues en el fuero de Miranda de Ebro, posterior a 1170, se dice que dicha fortaleza estaba entre los términos de Foncea, Treviana y Ameyugo. Pudo hallarse en lo que hoy se conoce como hoz de Foncea o de Bujedo, pues aún existe un término por esa zona denominado el Castro. En las reclamaciones que en 1177 Sancho el Sabio de Navarra efectuó a Enrique II de Inglaterra contra Alfonso VIII de Castilla, el navarro pidió que se le restituyese este castillo junto a los de Pancorbo, Grañón, Cerezo, Treviana, Cellorigo y Bilibio, pero no consiguió sus pretensiones. Precisamente los castillos citados en este documento son los que en esa época defendían en la Obarenia los pasos que comunicaban La Rioja con Álava y Burgos. Este tipo de construcciones defensivas debieron de ser muy numerosas en estas zonas fronterizas a partir del siglo XII, por las pretensiones de Castilla de recuperar gran parte de la Rioja Alta, que había sido ocupada por Sancho VI de Navarra durante la minoría de edad de su sobrino el rey castellano Alfonso VIII. Ahora bien, a partir de los siglos XIV y XV, en la Baja Edad Media, se sigue dando otro tipo de arquitectura militar en estas zonas fronterizas expuestas tanto a la inseguridad de esos tiempos como a las terribles hambres y guerras que las azotaron, y se construyen no sólo castillos y murallas, sino torres fuertes, casas fuertes señoriales y cortijos. No obstante, la tipología de estas nuevas estructuras de defensa es bien distinta a las de la Alta Edad Media. La Torre Mocha de Foncea respondería, por tanto, al prototipo denominado torre fuerte, de vigilancia, de señales, óptica, vigía o atalaya, cuya función consiste, según indica su propio nombre, en vigilar los espacios que puede controlar visualmente, y en comunicarse con otras cercanas. Son torres de carácter táctico, aisladas pero comunicadas entre sí, levantadas en lugares estratégicos, sobre cerros, desfiladeros y junto a pueblos, para alertar a los vecinos y vigilar cualquier movimiento de las tropas enemigas. Formaban un aparato de alerta que se ponía en funcionamiento cuando surgía algún peligro, mediante diversos métodos, como el de señales de humo o el de espejos. En esta red de torres, cada una se comunicaba con la más inmediata, y de ese rudimentario modo se podría tener controlada toda la zona. El caso de la torre de Foncea es claro por su estratégica posición entre la hoz de Foncea al Norte y un camino de conjunción de dos vías romanas al Sur -una procedente de Briviesca por Pancorbo y Altable, y otra de Cerezo por Leiva, Herramélluri y Treviana-, cuya función era vigilar el peligroso, angosto y tortuoso desfiladero de Pancorbo, ya que se halla muy cerca del mismo en un altozano próximo a los montes Obarenes. En la Rioja Baja responden a esta tipología de torre las de Arnedillo, Préjano y Herce, en el valle del Cidacos, de cronología más temprana que las de la Rioja Alta. Éstas se ubican precisamente en la cuenca del Tirón, concretamente en Haro, Cellorigo, Villalba de Rioja, Tirgo y Foncea, y excepto esta última, emplazada en un pequeño risco algo alejado de la población, el resto se ubican en llano, en el centro de las aldeas. Sus muros son de sillería rellenos de morrillo, según el sistema constructivo de la época, y tienen un carácter más señorial que las de la Rioja Baja, quizás por lo avanzado de su cronología. Excepto la de Villalba que presenta planta trapezoidal, el resto la tienen rectangular o cuadrangular, un piso bajo y otros tres holladeros con forjados de madera y estrechas aspilleras, puerta de ingreso situada en uno de los pisos altos, el segundo generalmente, al que se accedía con escala para asegurar la defensa, y otro acceso al nivel del suelo cuando se rodea de un recinto murado. Por su simplicidad y sencillez, estas torres no solían tener apenas elementos defensivos, siendo simplemente una barbacana de muros continuos. Únicamente poseían defensas en su parte superior (coronamiento en terraza con matacanes corridos y almenas y escaraguaitas o torrecillas en los ángulos), pero, como en muchos casos se encuentran desmochadas en altura, estos elementos han desaparecido, y con ello el carácter de fortaleza de estas torres.