DESDE EL PUNTO DE VISTA ARQUITECTÓNICO, la iglesia de San Miguel de Cejancas conserva gran parte de la fábrica románica. La espadaña, situada a poniente, fue sin duda modificada en su gran parte, en troneras, piñón y ventana central, que parecen obra del siglo XVI-XVII. En cambio, la puerta, abierta en bajo, puede ser la románica, mantenida en su sitio o trasladada cuando se modificó casi todo el muro de la espadaña y parte trasera de la iglesia y se colocó la escalera adherida para subir a las troneras. Es una puerta sencilla de chambrana de escocia, no decorada, y de medio punto que apoya sobre cimacios moldurados, tres listeles horizontales. El arco de entrada es también de medio punto. En el primer sillar de la jamba izquierda aparece, simplemente grabado en línea, un círculo que encierra una cruz de brazos iguales, también con simple línea, y en la primera piedra de la derecha otra cruz, esta vez patada encerrada en círculo exciso. En todo el muro meridional, se ve perfectamente que la parte correspondiente a la única nave se modificó en su extremo izquierdo como consecuencia de la colocación, ya apuntada, de un husillo cuadrado, abriéndose en el centro una ventana rectangular en el paramento románico. Sin embargo conservó todos los canecillos, once, que sostienen una cornisa de escocia, siendo cinco de ellos de cuarto de bocel y el resto, iguales, de gran punta de diamante o pirámide de lados curvos. A continuación se ha conservado el ábside, un poco remetido y también de planta rectangular y de la misma altura que la nave. Fue construido en dos momentos, uno, el más antiguo, lleva una ventana de traza claramente románica, con arco doblado, sin chambrana ni arquivoltas, pero de medio punto, que apoya sobre cimacios lisos de escocia y capiteles igualmente tallados con un sencillísimo vástago vertical que separa hojas planas, lisas y verticales, que se vuelven en lo alto en una especie de crochet, remedando las volutas. Los fustes son monolíticos, y las basas de tipo ático con lengüeta destrozada, pero perceptible. Casi al mismo tiempo, pero antes de cerrarse el ábside con su muro oriental, se pensó hacerle más profundo y se añadió otro tramo, que pudo tener otro vano que más tarde fue cegado para abrir un óculo moldurado. Ambos lienzos meridionales del ábside se coronaron con cornisa seguida, de escocia, y canecillos de gran punta de diamante, ocho, exactamente iguales a los de la nave. Más posteriormente, aún, posiblemente en el siglo XVI-XVII, cuando se hizo la reforma de la espadaña, se añadió a este ábside otro tramo más, bien diferenciado, para construir la sacristía, cerrándola en lo alto con una cornisa moldurada igual a la del piñón de la espadaña y diferente a la románica. El muro norte, todo él, tanto en la nave como en el ábside, conserva la disposición románica, con su cornisa de escocia y canecillos de punta de diamante, cuarto de bocel y uno de caveto. El interior de la iglesia conserva en el ábside, la ventana románica vista al exterior, pero esta vez totalmente decapitada, pues destrozaron por colocar la bóveda apuntada, los capiteles interiores, conservándose sólo los fustes y sus basas. El arco triunfal es grande, apuntado y doblado, matando aristas con un bocel, y apoyando en capiteles de cimacio biselado y cestas que repiten casi la decoración de los de la ventana exterior. Los fustes, gruesos y entregos, son de cinco tambores y llevan basas áticas y toro bajo un poco aplastado sobre plintos, uno normal y otro pentagonal, sobre alto banco. La pila bautismal, que aparece colocada a entrada y derecha del ábside, es troncocónica sobre basamento doblemente cilíndrico, y sin decoración. Las medidas son: alto total con basas, 1,20 m; diámetro, 83 cm; cuba, 71 cm. Cilindro de basa, el pequeño, 23 cm, el grande, 26 cm.