Identificador
39020_03_003n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 23' 4.01'' , -3º 12' 55.34''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal,Ana Herrán de la Gala
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Castro Urdiales
Municipio
Castro Urdiales
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Claves
Descripción
LA PEQUEÑA Y ARRUINADA IGLESIA DE SAN PEDRO, situada en el espacio de roca adelantado al mar, donde se alza la iglesia gótica de Santa María, su más próxima vecina, es el único testimonio románico que ha resistido el desarrollo urbano de la villa que, posiblemente, hubo de tener alguna otra iglesia o ermita en los siglos XI y XII. Se trata de una humilde construcción, tanto en lo referente a los materiales utilizados, como en manifestaciones artísticas que, si las hubo, no han permanecido. De su historia particular poco sabemos, pudiendo afirmar que ha sido la arqueología la que nos ha ofrecido algunos conocimientos de su pasado. En 1986 se realizaron en su interior, y por el Instituto de Prehistoria y Arqueología Sautuola, las primeras excavaciones que dieron un escaso resultado. Se hallaron restos y sepulturas, alguna moneda y se recogió una muestra de hueso que fue datada por el Carbono 14 en 1200 +/- 30 d. de J.C., así como cerámicas medievales. Posteriormente en 1987, en remociones incontroladas de tierra en el interior de la iglesia, aparecieron una moneda de Sancho IV (1284-1295) y otras de Felipe II o III, y dos estelas medievales, conservadas en el Museo Diocesano de Santillana. En el comienzo del siglo XII (1102) sabemos que hasta la costa de Castro Urdiales había llegado el dominio del monasterio de San Millán de la Cogolla, merced a una donación de doña Elo Bellacor en territorio castreño. Esta señora ofrece a la citada abadía el palacio y la mitad de la iglesia de Santa María de Pubeya, iglesia que según el documento nº 290 iba acompañada cum pascuis et montis et mare cum suo porto (GARCÍA DE CORTAZAR, 1969, p. 182). Desconocemos donde -desde luego en las proximidades de Castro- estaba situada esta iglesia. La única noticia documental, posiblemente, cercana a la construcción de esta ermita de San Pedro, procede de una escritura de donación en la que el rey Alfonso VIII concede al monasterio benedictino de San Juan en Burgos, en 1178, la iglesia de San Pedro de Castro Urdiales: ecclesia beati Petri de Castro de Ordiales cum ómnibus directoris suis, et de omni decima que habetur vel haberi debet de quibuslibet et ómnibus redditibus infra mare et extra mare in eadem villa et in portu ad regem pertinentibus, por lo que suponemos que hasta esa fecha San Pedro de Castro Urdiales era realenga. En esta iglesia, al menos en 1399, se reunía el cabildo de la iglesia de Santa María en la iglesia de San Pedro, y parece que en esta última se efectuaba también la elección de los cargos concejiles, habiéndose celebrado la última en 1576. La iglesia -ermita de San Pedro- pudo ser la parroquial de Castro hasta la construcción de la espléndida iglesia de Santa María que, hoy frente al castillo, ocupa un lugar privilegiado sobre el rocoso acantilado. San Pedro se nos aparece como una ruina y con todo el aspecto humilde de sus muros de mampostería. Aunque conserva una buena altura en sus paramentos, su pobreza es manifiesta. Es de una sola nave rectangular con presbiterio también de esta forma, y ábside semicircular. Tan solo para esquinales y vanos se sirvieron de la sillería. Posiblemente la cornisa pudo tenerla también pero, si así fue, desapareció totalmente con el derrumbe que se debió de producir ya en el siglo XVI por lo que durante cuatro siglos estuvo abandonada y tal vez sin culto, convirtiéndose su interior en una huerta. Su aspecto exterior recuerda a otras iglesias románicas de Cantabria, también de armadura demasiado rústica, como la de San Bartolomé de los Montes, San Román de Escalante, Espíritu Santo de Laredo, etc. Y como en San Pedro de Castro no parece que hubo ningún testimonio artístico, pues ni siquiera apareció algún canecillo, existe una gran dificultad para asegurar su cronología. Sólo se conserva una ventana interior con su derrame de extrema sencillez con tres arcaduras de medio punto, en sillería, pero sin capiteles, fustes ni cimacios, que acaba en aspillera estrecha y alargada. El arco de una puerta, también adovelado, no permite apreciar un dudoso apuntamiento, está totalmente tapiado, y con mampuesto el resto. En esta iglesia de San Pedro, según contaba Echevarría, y, en 1898, debieron de estar “los reales palacios del rey Alfonso VIII”. Señala ya el estilo de la ermita como románico, y el sitio de su emplazamiento, “entre el castillo, la parroquia y los puentes de Santa Ana”.