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Capitel de la Huída a Egipto

Identificador
34492_01_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 42' 28.03'' , - 4º 12' 10.77''
Idioma
Autor
Agnès Lasalle
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María la Mayor

Localidad
Castrecías
Municipio
Rebolledo de la Torre
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EL TEMPLO SE ENCUENTRA en el extremo oriental del pueblo, en su parte más alta, sobre un promontorio de acusada pendiente, rodeada de prados. Era la de Santa María una construcción de planta basilical, con nave única coronada por cabecera compuesta de tramo recto presbiterial y ábside semicircular, y monumental portada abierta en el muro meridional. Reformas posteriores vinieron a ampliar y añadir espacios, alterando de modo significativo la estructura del edificio románico, del que hoy mantiene fundamentalmente el hemiciclo absidal, el arranque del presbiterio y la portada, pudiendo sospechar que los dos tramos más occidentales de la nave conserven -muy transformado- parte del alzado primitivo, como parecen avalar los responsiones prismáticos con marcas de labra a hacha, reutilizados para sujetar los actuales fajones. El templo sufrió una importante remodelación en época gótica, que se tradujo en las cubiertas de la nave, con dos tramos de bóvedas de crucería con terceletes, y en el añadido de una colateral al sur, compuesta de dos tramos cerrados con bóvedas estrelladas, con formeros y fajones apuntados sobre capiteles corridos decorados con pámpanos y hojas de parra. En la cornisa de este añadido se reutilizaron algunos fragmentos de la primitiva, entre los que distinguimos una pieza decorada con rombos excisos. A estas ampliaciones del siglo XIV se sumaron otras durante el siglo XVIII, que configuraron el actual aspecto del edificio. Frente a la colateral gótica se dispuso, al norte de la primitiva nave, otra estrecha nave al norte, de la misma longitud que la anterior, y también de dos tramos cubiertos con bóvedas estrelladas, esta vez sobre pilares de molduración neoclásica. De este siglo data el trastero adosado al norte de la nave, fechado epigráficamente en 1734, así como la torre cuadrada alzada sobre el tramo occidental (cerrado por bóveda vaída), maciza construcción de dos pisos y remate levantada en sillares de caliza bien escuadrados, bajo la cual aparece una sencilla portada hoy en desuso. En el piso superior se sitúa en cuerpo de campanas, con dos vanos rematados por arco de medio punto, animándose sus muros mediante pilastras. En el primer piso del lienzo occidental de la torre se abrió una ventana adintelada, donde se grabó la inscripción “AÑO DE 1785”. También dieciochesco parece el atrio cuadrado y cubierto por bóveda de terceletes que protege la portada, así como la sacristía, de planta cuadrada y con acceso a través de vano abierto en el ábside, al cual recubre en parte exteriormente. Las sucesivas campañas han venido así a alterar la estructura románica y dan un aspecto caótico a la distribución de volúmenes. Las partes románicas, es decir, el ábside y el inicio de la nave norte, se construyeron en sillería de bloques bien escuadrados de arenisca. Este mismo aparejo se utiliza en la torre occidental y contrafuertes, pero aquí el material es la caliza local. El cuerpo de las naves así como la sacristía se erigieron en mampostería. La cabecera se cubre con bóveda de cañón apuntado en el tramo recto presbiterial y bóveda de horno el ábside. El pseudocrucero anterior a la capilla recibía una linterna cerrada con una tosca cúpula sobre pechinas, realizada en adobe y adornada con yeserías pintadas, obra probablemente de finales del siglo XVIII o inicios del XIX, y que presentaba una grieta visible desde el exterior, resultado de su mala factura. En 1997 se materializó su hundimiento, habiéndose enrasillado este espacio y sólo preservándose las pechinas, decoradas con yeserías que representan a Padres de la Iglesia. El ábside románico presenta planta semicircular precedida al interior por tramo recto poco desarrollado cubierto con cañón apuntado, observándose en este tramo restos de pintura mural tras el encalado, simple imitación de sillares con trazos rojos y estrellas pintadas en negro. Se cubre con bóveda de horno, presentando al exterior el tambor liso y coronado por una cornisa achaflanada sobre simples canes con perfil de nacela. La ventana absidal fue sustituida por un vano adintelado y moderno, trasladándose probablemente la primitiva al testero de la colateral norte. La portada románica, abierta en el muro meridional y construida como el ábside en sillería arenisca, constituye el elemento más interesante del conjunto. Fuertemente abocinada, se dispone en torno a un arco apuntado, al que rodean cinco arquivoltas que descansan en jambas en derrame con columnas acodilladas y capiteles historiados, tres por lado. Sólo la arquivolta interior es historiada, moldurándose las restantes con haz de boceles y junquillos y banda de puntas de diamante, baquetón, bocel flanqueado por dos bandas de puntas de diamante y una banda de abilletado que la separa de la arquivolta externa, formada ésta por bocel sogueado entre bandas de puntas de diamante. Las impostas sobre los capiteles se decoran con rosetas de doce pétalos en el lado derecho y rosetas y hojas entre vástagos en el izquierdo. Las basas de las columnas son áticas, de perfiles bastante degenerados constituidos por toro atrofiado, gran escocia y toro inferior; presentan garras y se asientan sobre plintos. La arquivolta interna se decora -de izquierda a derecha del espectador- con una serie de motivos figurados de dudosa significación. Se inicia la lectura con una figura masculina, barbada y con el torso desnudo, con ambos brazos levantados en actitud orante, en uno de los cuales sostiene una túnica o manto y tocado con una especie de corona perlada. Tras un motivo geométrico y vegetal se disponen dos personajes leyendo un libro que sostienen con sus manos sobre sus rodillas; ambos están muy destrozados, pero en uno de ellos se intuye la barba que cubría su rostro. Continúa la decoración con dos bustos humanos, el primero femenino de larga melena suelta que divide en dos mechones con sus manos, y el otro masculino de actitud grotesca, cuyos cabellos y barbas constituyen un fondo geométrico. Siguen tres cabezas monstruosas, la primera de rasgos deformes y largas barbas dentadas aparece en actitud de asomarse a un balcón -representado por una celosía con entrecruzados-, la central es un hombre de largos cabellos y barbas con un curioso mostacho, muy largo y fino, cuyas puntas se enroscan formando bucles; el tercero, de rasgos antropomorfos, muestra la boca abierta mostrando los dientes y luce una especie de barba llameante, habiéndose grabado sobre y bajo él dos motivos que no acertamos a identificar. Le sigue un personaje nimbado y barbado que porta un manípulo en su mano izquierda y aparece sobre un fondo de ondas y estrellas. La siguiente figura está destruida, y a su derecha asistimos al combate entre un pequeño personaje, embrazando un escudo y blandiendo una espada, que es atacado por una serpiente que le muerde el escudo, posible referencia a San Miguel y la batalla en el cielo contra el dragón, “la antigua serpiente, llamada Diablo y Satanás” descrita en Ap 12, 7-9, carácter celestial que el escultor parece quiso reforzar con el fondo de ondas y estrellas. Tras esta escena vemos una figura femenina con una bola o manzana en su mano derecha y sujetando a un niño con la izquierda, en probable alusión a la mujer -la Vi rgen- de la que habla Juan en Ap. 12, 1-2; viste túnica y manto de tosco plegado escalonado en zigzag y presenta una toca con barbuquejo. Afianza la interpretación apocalíptica sugerida la presencia en el relieve contiguo de un tosco dragón de siete cabezas (Ap. 12) y un personaje alado y barbado, en actitud sendente, que muestra un libro abierto, quizá San Juan Evangelista. De la descripción anterior parece deducirse que al menos la parte derecha de la portada recibe una iconografía de carácter apocalíptico, aunque tal identificación deba tomarse con la precaución que impone la escasa definición de las escenas fruto de los menguados recursos técnicos del escultor. El significado del resto de las figuras permanece oscuro, aunque los rasgos fisionómicos que se distinguen nos llevan a calificarlos de negativos, salvo en el caso de los personajes que portan libros y el que presenta actitud orante. Como en numerosas portadas del ámbito rural, parece querer condensarse un mensaje de tipo moral junto a otro escatológico, en este caso de inspiración apocalíptica. Los capiteles que coronan las columnas, tres por lado y todos figurados, están esculpidos en deleznable arenisca, lo que explica su avanzado deterioro. En el interior del lado izquierdo del espectador vemos dos parejas de aves atacando con sus picos las cabezas de dos cuadrúpedos, rodeadas las figuras con una cinta decorada con banda de contario. En el central del mismo lado asistimos a una tosca y mutilada re p resentación del Pecado Original, con los primeros padres en torno al árbol prohibido, en cuyo tronco se enrosca la serpiente, que se dirige hacia la mujer. Adán, desnudo y muy destrozado, aparece en el momento justo de comer el fruto, y Eva porta ya la hoja de parra, signo de su pecado. El capitel exterior nos presenta a dos personajes, el derecho se lleva una mano al pecho mientras mantiene la derecha levantada con la palma de la mano hacia fuera y la figura de la izquierda barbada y con larga cabellera parece querer dirigirse con el gesto de su brazo derecho a la anterior. Probablemente el escultor pretendió, con escaso acierto, representar la Anunciación. El capitel interior del lado derecho, de oscuro significado, muestra tres personajes masculinos de largos cabellos y barbas llameantes, cuya mitad inferior del cuerpo y sus extremidades son de animales. La cesta central aparece bastante deteriorada, habiendo perdido su cara izquierda, sustituida por un pegote de escayola; representa de forma ruda la Huida a Egipto, con María nimbada sosteniendo al Niño en sus brazos, ambos montados en un asno o caballo de reducidas proporciones al que guía un hoy casi irreconocible San José. Da la impresión de que María ofrece a Jesús un fruto, en cuyo caso el pasaje, como en Moradillo de Sedano, se inspiraría del episodio recogido por los Apócrifos de la palmera que pliega su rama para refrescar a los viajeros. En el capitel extremo de este lado vemos un personaje aparentemente sentado, vestido con una túnica de grandes pliegues paralelos y simétricos y a ambos lados dos leones con las cabezas hacia sus pies, por lo que parece plausible identificarlo con Daniel en el foso de los leones. Los elementos románicos conservados, de carácter rural y torpe que dificulta establecer afinidades estilísticas, manifiestan no obstante ciertos detalles, como el arco apuntado de la portada, la tipología de las basas y las cabezas de animales de la arquivolta, que nos llevan a suponer una cronología tardía, dentro de los años finales del siglo XII o primeros del XIII, ligándose su quehacer al de los talleres locales que trabajaron en el valle de Valdelucio. En la decoración de la portada de Mundilla de Valdelucio encontramos el referente más cercano en estilo e iconografía al nuestro, repitiéndose los temas de Daniel en la fosa y la Huida a Egipto .