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Capitel izquierdo con una pareja de cuadrúpedos en la portada occidental

Identificador
40176_01_252
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 9' 33.69" , -3º 46' 5.26"
Idioma
Autor
Carlos Álvarez Marcos,José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Juan Bautista

Localidad
Orejana
Municipio
Orejana
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
CONSIDERADA UNO DE LOS MÁS BELLOS EJEMPLARES del románico segoviano y declarado Bien de Interés Cultural el 2 de marzo del año 2000, la iglesia de San Juan Bautista se encuentra enclavada entre el barrio de El Arenal y el barrio de Revilla, al borde de la carretera y cercana a una antigua explotación de áridos, industria ésta última que en su momento hizo temer por la conservación del edificio. La cercanía a ambos barrios hace que las diferentes publicaciones consultadas se refieran al lugar de ubicación del edificio bien como El Arenal de Orejana o bien como Revilla de Orejana. Martínez Díez opina que en los alrededores del templo se emplazaría el primitivo poblado de Orejana que dio nombre a todo el concejo, siendo la iglesia el único testimonio conservado de lo que pudo ser esta aldea. Aunque el edificio ha sufrido reformas a lo largo del tiempo, éstas no han alterado de manera sustancial la apariencia original de la fábrica románica. Se trata pues de una iglesia de dos naves, pórtico que se extiende por los laterales sur y oeste del templo y una torre ubicada en el ángulo nororiental bajo la cual se construyó el ábside de la nave del evangelio, que permanece oculto al exterior por un tramo recto. De este modo en la cabecera solamente es visible el ábside principal construido muy probablemente con mampostería que permanece enfoscada y con varias ventanas abiertas en su muro, ninguna de ellas medieval. En el tramo presbiterial correspondiente al lado sur del ábside tuvo adosada una capilla que se utilizaba como sacristía y también a modo de tercer ábside, siendo la prolongación del pórtico. Todavía son visibles las marcas en el suelo del espacio que ocupaba la sacristía y los restos de una puerta que la comunicaba con el ábside principal. En cuanto al ábside septentrional como ya hemos dicho no es visible exteriormente y se construyó la torre sobre él, de planta cuadrada, dividida en tres cuerpos y realizada en mampostería con refuerzo de sillares en las esquinas. Es el último cuerpo el que alberga las troneras para las campanas, una en cada lateral, rematando el tejado con bolas escurialenses en las esquinas. La erección de una torre sobre uno de los ábsides laterales es bastante característico en iglesias de la tierra de Pedraza (se repite en Arcones, Valleruela de Pedraza, o en la ermita de las Vegas de Requijada) y aunque en este caso la torre fue realizada en el siglo XVIII, es muy probable que se reconstruya en el mismo lugar en el que se levantaría la torre medieval y repitiendo los esquemas de ésta. El pórtico de la iglesia constituye el elemento constructivo más elegante de todo el conjunto. Construido con sillería de piedra caliza, se eleva sobre un banco corrido de arista abocelada en el cual encontramos grabado algún alquerque. Al encontrarse adosado a la nave de la iglesia por sus costados oeste y sur presenta tres diferentes entradas al este, al sur y al oeste. Dos de ellas, las entradas meridional y oriental tienen un carácter secundario en cuanto a su tamaño y decoración, compuestas por arcos apuntados, la meridional con un guardapolvos con perfil de nacela y cimacios decorados con molduras de bocel y listel, y la occidental sin decoración y con trazas de haber sido bastante restaurada. Por otro lado, el lateral occidental del pórtico concentra gran parte de la monumentalidad del edificio; se encuentra dividido en cuatro grandes arcos que descansan sobre un banco corrido construido con sillería. Comenzando la descripción de norte a sur, nos encontramos primero con dos arcos de medio punto de iguales características separados por pilastras con las aristas aboceladas, decorándose los frentes y el intradós de los arcos con una sucesiva combinación de molduras de bocel y media caña combinadas alternativamente. Ambos arcos están trasdosados también por arquivoltas formadas por tres boceles partidos o en zigzag y todo el conjunto protegido por una chambrana, adornada con junquillo, que descansa en pequeñas cabezas a modo de mensulillas, en las que se representan rostros de felinos, monstruos con fauces abiertas o rostros humanos con semblantes burlescos. Seguidamente, encontramos la portada principal del pórtico confeccionada por un arco de medio punto que apea en jambas prismáticas con la esquina matada por un bocel. Cada una de las dovelas del arco están decoradas con una variada ornamentación vegetal a base de tallos entrelazados formando círculos dentro de los cuales se inscriben hojas tripétalas, flores de aro, o palmetas. Dos arquivoltas rodean el arco de ingreso, repitiéndose la decoración de boceles en zigzag en la externa mientras que la arquivolta interior, a la cual la profesora Ruiz Montejo se refiere como “arquivolta de los bustos”, está decorada por una serie de personajes, concretamente once, cobijados bajo arquillos alguno de los cuales festoneado. En la clave del arco se representa un busto masculino que Ruiz Montejo identifica como un personaje “vestido de obispo con mitra y muceta”. El resto de las figuras representadas se disponen simétricamente por el arco, guardando una relación entre ellas ya que los mismos bustos se colocan a un lado y otro de la clave, repitiéndose los atuendos, el peinado o la fisionomía del rostro. Hay una característica común que se repite en la mayoría ya que aparecen vestidos con grandes mantos de pliegues planos, cruzados sobre el pecho pero por lo demás destaca la variedad de figuras representadas: hay rostros imberbes o con bigote y barba espesa, pelo largo caído sobre los hombros o media melena recogida en dos grandes rizos a la altura de las orejas, o las figuras representadas bajo los arcos festoneados de rostros ovalados tocados con una especie de cofia. De nuevo la profesora Ruiz Montejo ofrece una explicación sobre el significado de estos bustos que quieren representar a una comunidad cristiana “presidida por su obispo” y compuesta por “gentes de ambos sexos y de todas las edades”. Otros autores como Carlos Lafora identifican los once rostros como una representación de los apóstoles a excepción de Judas. La arquivolta interna de la portada en la que se representan los bustos apea en columnas con basas de toro inferior bastante plano, escocia y toro superior no desarrollado con fustes monolíticos sobre los cuales se tallan dos pequeños capiteles en los que se representa una pareja de arpías, de largos y estilizados cuellos con las colas unidas por un tallo vegetal y para completar la decoración pequeñas piñas talladas en las esquinas. Este capitel se encuentra repetido con una factura muy similar en las iglesias de Alquité y Pecharromán. En la otra cesta se representa una pareja de cuadrúpedos, probablemente leones, uno de ellos descabezado, separados por un tronco vegetal del que surgen hojas y piñas. Los leones tienen las fauces semiabiertas y parecen disponerse a morder uno de los frutos que surgen del tallo que los separa. Los cimacios se decoran con gran variedad de elementos decorativos de temática vegetal entre los que destaca una estilización de la flor de aro con una cinta vegetal que va formando círculos dentro de los cuales se inscribe una pequeña hoja con el centro libre para poder acoger un pequeño fruto que finalmente no llegó a tallarse. De la chambrana que originalmente rodeaba toda la portada pervive todavía un fragmento con perfil de nacela y bocel y las dos cabecitas sobre las que se apoyaba. En definitiva, se trata de una de las portadas más originales y creativas del románico segoviano, con una variada temática ornamental y de la que tan sólo podemos encontrar algún lejano parecido en la portada de la iglesia de Muñoveros, aunque la factura de ésta última sea mucho más tosca. Finalmente, el lado oeste del pórtico se completa con un arco situado a la derecha de la puerta principal, junto a la esquina suroccidental, arco que presenta un esquema más sencillo con un perfil de medio punto con las dovelas lisas sin decoración y con el intradós adornado por un bocel en las esquinas. Rodea al arco una arquivolta decorada por tres filas de boceles quebrados y una chambrana de color negruzco debido a la erosión de la piedra, con un perfil de nacela unida a un fino bocel y recogida por pequeñas cabezas humanas a modo de mensulillas. En lo que se refiere al lado sur del pórtico se encuentra dividido en dos partes separadas por un arco de ingreso apuntado protegido por un guardapolvos con perfil de nacela y con cimacios decorados con molduras de bocel y listel. En la jamba derecha de esta portada encontramos una rara inscripción con el nombre de MARTINUS grabada sobre la piedra con incisiones poco profundas y pintada de color negro, características éstas últimas que motivan nuestro recelo a considerarla como auténtica y original del momento constructivo del pórtico. A la derecha de esta portada encontramos dos arcos de medio punto bien conservados con guardapolvos de listel que descansa en diminutas cestas a modo de mensulillas con decoración vegetal, una de ellas colocada tras la restauración. Los arcos apean en columnas pareadas sobre un banco corrido con las aristas baquetonadas. Se conservan, por tanto, tres espléndidas cestas: la primera de ellas adosada al machón de la esquina suroriental lleva tallada una decoración vegetal dispuesta en dos filas, la inferior con pequeñas hojas de acanto y en la fila superior voluminosos caulículos completan la decoración de la cesta junto con un cimacio con una cinta vegetal de la que surgen hojas en forma de elipse. La siguiente cesta tiene iconografía mitológica al representarse seis arpías rodeadas de una cinta vegetal que recorre todo el capitel y que va formando pequeños cogollos en los espacios libres que quedan entre los animales, mientras que el cimacio se decora con palmetas. La última cesta de este grupo está adornada por una pareja de leones de largas melenas ondulantes separados por un grueso tallo vegetal deteriorado. Sobre los dos leones se ha colocado, durante las obras de restauración, una pieza nueva de forma rectangular y se han rellenado algunos huecos con una gran cantidad de cemento; asimismo la mitad de la pieza del cimacio original con perfil de nacela fue sustituida por otra pieza con el mismo perfil pero de nueva factura. A la izquierda de la portada sur del pórtico, nos encontramos con cinco arcos de medio punto que siguen el esquema de los anteriores, protegidos por una chambrana de nacela y que originalmente apoyaban en columnas pareadas aunque a día de hoy los fustes de esas columnas o han desaparecido sustituyéndolos por pilares de ocho lados o son completamente nuevos colocados tras la restauración. Siguiendo con la descripción de los capiteles del pórtico de este a oeste, nos encontramos primeramente con una cesta en un estado de conservación muy precario en la que todavía se puede distinguir, en uno de los laterales, las figuras de una pareja de ángeles con las alas desplegadas, de melena rizada y rostros juveniles vestidos con largas túnicas hasta los pies con pliegues en forma de tubo de órgano. La cara principal es la que más ha sufrido la degradación de la cesta pues solamente se ven los restos de un personaje con la mano izquierda levantada y extendida y que parece ir a lomos de un cuadrúpedo del que se conservan únicamente los cuartos traseros. Junto a esta figura se talló otra de similar tamaño que actualmente está completamente rota siendo difícil distinguir nada con seguridad. En la otra cara estrecha del capitel se conserva una única figura masculina que porta una especie de maza en la mano izquierda y una serpiente que rodea el cuerpo del hombre y le muerde la boca, representación de un blasfemo o mentiroso aunque no sabemos qué relación tenía esta figura con el resto de las imágenes representadas. En el cimacio se repite un motivo ornamental ya visto en la portada occidental, con tallos vegetales que forman, círculos dentro de los cuales se tallan pequeñas hojas algunas de las cuales recuerdan a las flores de aro dejando el centro libre para acoger un fruto que finalmente no se llegó a realizar. Es la siguiente cesta la que tiene mayor empaque desde el punto de vista iconográfico y la que ha generado mayor interés, siendo objeto de estudio por parte de los profesionales de la materia, ya que en cada lado del capitel se representan diferentes momentos de la pasión de Cristo; concretamente en las caras menores las escenas del Descendimiento y la Visitatio Sepulchri, y en las caras mayores una Ascensión y otra escena de difícil identificación conjunta pero con personajes que nos permiten suponer referencias a las apariciones de Cristo. Todas las escenas se encuentran enmarcadas por unos tallos vegetales que surgen de la parte inferior de la cesta y se entrecruzan formando espacios romboidales en los que se tallan las figuras. Este motivo decorativo denota una fuerte influencia silense como demuestra la existencia en la galería meridional del claustro bajo del monasterio de Santo Domingo de Silos en Burgos de capiteles con una organización espacial muy similar. El profesor Azcárate considera que “cuando los animales o seres se mezclan con lacerías, habría que pensar en su inspiración en iniciales de códices europeos, mozárabes e incluso islámicos”. Esta tesis es corroborada por Gerardo Boto que sugiere la presencia en este templo de un iconógrafo “con acceso a manuscritos iluminados”. La escena del Descendimiento se ha representado tradicionalmente en el momento que en el que el cuerpo de Cristo es bajado de la Cruz, proceso en el cual intervienen José de Arimatea y Nicodemo (Jn. 19, 38-42). Sin embargo, en El Arenal, Cristo todavía permanece atado a la cruz y son dos ángeles situados en la parte superior de la cesta los que proceden a quitar los clavos. Junto a la cruz existe otro personaje que no identificamos y en la parte izquierda del capitel dos figuras superpuestas que quizás esta vez sí que puedan ser Nicodemo y José de Arimatea. Se completa la escena con un ángel en actitud orante situado justo debajo de la cruz. En el otro lateral la escena representada es la Visita al Sepulcro ocupando el sarcófago la parte central apoyado en dos columnas. Sobre él aparece representado un ángel y dos pequeños soldados de pie entre las columnas. Situada un poco más arriba fuera de la escena principal encontramos una única figura femenina, María Magdalena, como se relata en el evangelio de San Juan (Jn 20, 1). En la parte superior de la cesta se tallan dos ángeles y en la parte inferior junto al collarino otros dos soldados completan toda la escena. Parte de esta cara del capitel se encuentra destrozado por lo que no es descartable que hubiese más figuras que ayudarían a la comprensión total del pasaje. En las caras de mayor tamaño se tallan primeramente una Maiestas Domini con Cristo, que no conserva la cabeza, encerrado en una mandorla y flanqueado por la representación del sol y la luna, ésta última sostenida por un ángel. Le rodea el Tetramorfos con San Mateo y San Juan en la parte inferior y arriba San Marcos y San Lucas. Todos ellos portan filacterias a excepción de San Mateo que porta un libro que además señala con la otra mano. El denso entramado que rodea a las figuras deja un espacio libre en la parte inferior que se rellena con la figura de un soldado con casco triangular y que porta espada y escudo en actitud defensiva. Para finalizar la iconografía presente en este capitel, nos encontramos con una escena sin una temática concreta sino que en ella se representa en la parte central una figura humana portando una lira, que Abad Crespo identifica como David, prefigura de Cristo; en la parte superior otras dos figuras, quizás dos ángeles parecen ayudar a David. La cesta se completa con la representación de un soldado vestido con cota de malla que le llega a los pies, que Abad Crespo identifica como Goliat y otras dos figuras más que quizás puedan hacer referencia a las apariciones de Cristo, con la representación de la duda de Santo Tomás. Debajo de David se talla otro personaje más que aparece sentado y que Abad Crespo considera pudiera ser uno de los músicos de su cortejo aunque más bien parece estar leyendo. Destacar también la pieza del cimacio tallado con exquisita minuciosidad y ornado con hojas carnosas en forma de círculos en los que se tallan parejas de pequeñas piñas. Esta pieza está unida al capitel por una pequeña capa de cemento por lo que cabe la posibilidad de que no fuese su ubicación original. Los capiteles del pórtico continúan con una cesta en la que se representan animales híbridos con cuerpo y patas de ave y cabeza de dragón apresados por un espeso follaje que ocupa prácticamente todo el espacio disponible. En una de las caras estrechas hay talladas dos figuras enfrentadas de una factura muy similar a los ángeles que hemos visto en una de las cestas anteriores. Presentan unos rostros aniñados, con pelo largo recogido detrás de las orejas, y con los cuerpos enredados entre una espesa maraña vegetal de la que uno de ellos parece querer librarse mientras el otro posa su mano izquierda sobre el hombro derecho de la otra figura. Desconocemos tanto el significado de estos dos personajes si es que alguna vez lo tuvieron como su relación con los animales mitológicos que se representan en las otras caras del capitel. Sin embargo la existencia de figuras enredadas en una maraña vegetal es, como ya hemos apuntado, un tema de influencia silense que demuestra aquí el contacto que el taller que trabajó en El Arenal tuvo con la escultura del monasterio burgalés y que, de manera local, los escultores desarrollaron de forma muy similar en alguna otra iglesia de la provincia de Segovia ya que, cestas en las que se mezclan animales o figuras humanas con lacería encontramos también en Santo Domingo de Pirón o en la ermita de Peñasrubias. La pieza del cimacio y el capitel están unidas por una argamasa de color grisáceo que llega a tapar las cabezas de alguno de los animales representados por lo que es posible, como ocurre en la cesta anterior, que no fuera ésta su situación original. Finalmente nos encontramos con un grupo de tres cestas, dos de las cuales no han llegado a nuestros días conservándose tan solo los cimacios que las coronaban resueltos con palmetas y hojas puntiagudas entre círculos. La última cesta de este recorrido descriptivo se ubica adosada al muro en el ángulo suroccidental del pórtico y en ella se representa dos parejas de caballeros en actitud beligerante que cruzan sus armas en las esquinas de la cesta. Van ataviados con una larga cota de mallas que les cubre los pies y los que conservan las armas portan pequeñas espadas y escudos de cometa para proteger su cuerpo. En los cimacios se talla un motivo ornamental clásico repetido en otras iglesias segovianas como Caballar, La Cuesta o Valle de San Pedro en el que dos gruesos tallos anudados forman clípeos dentro de los cuales se entrecruzan otros tallos de formato más pequeño. Al interior de la iglesia se accede por una puerta adintelada ubicada en el lado oeste de la nave principal. Dentro la iglesia se encuentra dividida en dos naves separadas por un gran arco rebajado realizado muy probablemente en época posmedieval, siglo XVI, y cubiertas con armadura de madera colocada tras la restauración de la iglesia. Como ya hemos mencionado anteriormente, durante mucho tiempo este templo fue de tres naves al cegarse el pórtico y aprovecharse este espacio como una tercera nave que se comunicaba con la nave central a través de dos grandes arcos de medio punto que apoyaban en un pilar central. Estos arcos fueron realizados durante la reforma barroca del edificio creemos que en el siglo XVIII aproximadamente reaprovechando algún sillar románico; durante las obras de restauración de 1983 estos arcos fueron cegados y pasaron a formar parte del muro sur de la nave de la iglesia. Asimismo, la restauración descubrió en algunos puntos de la nave restos de policromía de cronología indeterminada en tonos verdes y azulados. La comunicación entre la nave principal y la capilla mayor se realiza a través de un arco de medio punto que apoya en jambas prismáticas; el interior de la capilla permanece cubierto por bóvedas de época barroca en el tramo recto mientras que el ábside permanece oculto tapado por un retablo también barroco. En el lado sur del presbiterio encontramos restos de la puerta que comunicaba con la sacristía, eliminada tras la restauración mientras que en el lateral norte existe otra puerta de arco de medio punto con sillares labrados a hacha que comunica con el ábside septentrional. Más estrecha que la nave central, la nave septentrional conserva uno de los retablos de la iglesia pegados al muro y a los pies de éste retablo un sepulcro de uno de los párrocos de Orejana, fechado en 1557. La nave culmina en una pequeña capilla románica a la que se accede por un arco de medio punto doblado recogida la rosca interna por semicolumnas y la rosca externa por columnas acodilladas que se elevan sobre un pequeño plinto. La decoración de los capiteles se encuentra en un estado pésimo de conservación y tan sólo son visibles en las cestas de las columnas adosadas un cuadrúpedo, probablemente un león, con la cabeza rota y en el otro una extraña figura humana ataviada con un vestido largo y con el brazo izquierdo levantado. Los cimacios, aunque también están muy machacados, tienen una decoración de roleos vegetales e incluso en uno de los capiteles que coronan las columnas acodilladas se apuntan unas hojas de talla ruda con la punta doblada en forma de pequeño cogollo. El interior de la capilla se cubre con bóveda de cañón para el presbiterio y bóveda de horno para el ábside, cubiertas que fueron las originales de este espacio aunque las que vemos actualmente son fruto de la restauración. Y fue necesario realizar estos arreglos en las cubiertas ya que durante algún tiempo la escalera para acceder a la torre estuvo instalada en el interior del ábside rompiendo las bóvedas que lo cubrían. Fruto también de la restauración es la colocación de dos pilares metálicos situados en el interior de la capilla para sujetar el arco de entrada. En los muros laterales del presbiterio encontramos dos arcos de medio punto que descansan en columnas con capiteles de temática vegetal, alguno con hojitas de acanto, aunque se encuentran también muy desgastados. Sobre estos arcos y a la altura de los cimacios encontramos una línea de imposta de perfil de nacela que recorre todo el perímetro de la cabecera. En la esquina noroeste del edificio existe una pequeña estancia cuadrangular habilitada como baptisterio y en la que encontramos dos pilas bautismales. Una de ellas carece de interés en nuestro estudio ya que se encuentra fechada en 1701 pero la otra es una pila de época románica y que curiosamente no pertenecía a esta iglesia sino que era la pila bautismal de la arruinada iglesia de San Nicolás enclavada en el barrio de Orejanilla. Posteriormente pasó a custodiarse en la iglesia del Espíritu Santo hasta que el estado ruinoso de aquel edificio motivó un nuevo traslado, esta vez definitivo, hasta la iglesia de San Juan Bautista. Durante mucho tiempo estuvo ubicada en el exterior de la iglesia expuesta a las inclemencias meteorológicas, hasta que en las últimas obras de restauración se decidió, de manera acertada, protegerla y reubicarla en el interior del templo. Mide 121 cm de diámetro, 107 cm de altura total con un pie original de 43 cm. La copa, de forma semiesférica, está decorada con dieciséis gallones y sobre ellos una cenefa de flores cuatripétalas inscritas en círculos. En la embocadura de la pila se talla un junquillo sogueado y el interior de la misma se encuentra avenerado. El pie que sostiene la copa también se encuentra decorado con varias figuras entre las que podemos distinguir una pareja de aves con los cuellos entrelazados y picoteándose las patas, un león, una figura femenina tapándose sus partes con ambas manos, quizá como una representación de la mujer adúltera que puede redimirse con las aguas del bautismo, y otro enigmático personajes de pelo largo caído sobre los hombros que creemos puede tratarse de una sirena de doble cola. Al estar la pila cercana a la pared es imposible comprobar si existe alguna otra figura tallada en este pie. Carecemos de datos cronológicos sobre la construcción de esta iglesia, aunque creemos que por su sobriedad y sencillez y siguiendo la tónica que marcan muchos de los edificios rurales del románico segoviano, el cuerpo de la iglesia pudo levantarse durante las últimas décadas del siglo XII. El pórtico de la iglesia es de época posterior y, si tenemos en cuenta que algunos de sus capiteles emparentan con la galería meridional del claustro bajo de Silos y éste fue realizado en el último cuarto del siglo XII, debemos retrasar su cronología hasta el primer tercio del siglo XIII. Esto concuerda con la teoría de la profesora Ruiz Maldonado que considera que la escultura existente en el pórtico presenta ya ciertas notas gotizantes, no anterior, por tanto, a los primeros años del siglo XIII.