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Exterior de la Ermita

Identificador
26005_01_021n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 21' 43.43'' , -2º 26' 22.65''
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de Santa Fe de Palazuelos

Localidad
Albelda de Iregua
Municipio
Albelda de Iregua
Provincia
La Rioja
Comunidad
La Rioja
País
España
Descripción
LA ERMITA DE SANTA FE se encuentra en una hondonada entre Albelda y Clavijo, accediéndose a ella desde un camino que se toma en La Unión. Esta ermita fue la antigua iglesia de una población llamada Palazuelos, cuyo origen se atribuye a los pastores que cuidaban el monasterio de San Martín de Albelda, y a los colonos que cultivaban las tierras que el mismo monasterio tenía en aquel lugar. El documento más antiguo en el que se menciona Palazuelos es del año 1189. En este año, estando Alfonso VIII en Belorado con su esposa doña Leonor y su hija la infanta doña Berenguela, extendió a favor del monasterio de Albelda un privilegio para que el concejo de Palazuelos poseyera todas las heredades que tenía en las tierras de Clavijo, eximiéndole del dominio y yugo de esta población. En otros documentos posteriores vuelve a mencionarse Palazuelos. Así, en 1196 aparece citada entre las posesiones del monasterio de Albelda, cuando Celestino III toma bajo su protección la iglesia de San Martín y sus heredades. En un documento de 1205 se nombraba esta población, cuando el obispo de Calahorra ordenó el pago de tributos a Albelda, advirtiendo que los habitantes de Longares debían ayudar a los “collazos” de Palazuelos y Bueyo, en el cumplimiento de las “veredas” que debían al Monasterio de San Martín. Alfonso X el Sabio, usando su poder real, obligó en 1272 a dicho monasterio a que le diese la villa de Albelda, su castillo y sus vasallos, así como también los derechos que tenía en diversos lugares, entre ellos Palazuelos, a cambio de Santa María de Valcuerna en Logroño, pero a la muerte de este monarca, su hijo, Sancho IV el Bravo, concedió un privilegio al cabildo de Albelda el 23 de febrero de 1285, deshaciendo el cambio anterior. En el año 1358, Palazuelos era un lugar despoblado y yermo del todo, cuya desaparición rápida y completa parece confirmar la tradición que fue debida a la peste del año 1348. El único resto que perdura es su antigua iglesia del siglo XIII, hoy ermita de Santa Fe, que tras la despoblación quedó abandonada durante siglos, pese a algunos intentos por recuperarla. En el siglo XVI se destinaba a corral de ganado, por lo que en 1596 se ordenó su reparación y adecentamiento al Deán y Cabildo de las dos iglesias colegiales de San Martín de Albelda y de Santa María de la Redonda de Logroño. Tres años más tarde, el Visitador mandó sacar del templo el trigo y la paja, y prohibió la entrada de ganado. Sin embargo, el mal estado de la iglesia persistía en el año 1620, cuando el Visitador amenazó con secuestrar las primicias para invertir el valor de ellas en la reparación del edificio. El Deán se atrevió a promover pleito, pretendiendo que las reparaciones las había de hacer la fábrica de la iglesia, pero los Visitadores insistían en que era el Deán quien debía hacerse cargo de los arreglos. Pero, lamentablemente, la ruina de la iglesia se prolongó hasta bien entrado el siglo XX. La ermita es de planta rectangular, y está construida en mampostería y sillarejo. Es de una nave de tres tramos, de los que el último está hundido, conservando sólo parte de los muros norte y sur. El ábside es semicircular, más estrecho y bajo que el presbiterio, y tiene un estrecho vano de medio punto en el centro. El muro que cierra la ermita por el Oeste, se levantó en la restauración. Los accesos se abren, enfrentados, en el segundo tramo. La portada del lado norte consta de dos sobrias arquivoltas de medio punto en arista viva, mientras que el acceso más pequeño, abierto en el muro sur, posee dos arquivoltas de medio punto formadas con gruesos baquetones. Interiormente, esta portada presenta un arco apuntado. En el muro sur del presbiterio se abre una ventana saetera con derrame hacia el interior. En el volumen exterior de esta ermita destaca su espadaña de cuatro vanos de medio punto, cuyo peso gravita sobre el arco triunfal. En el interior, el ábside se cubre con bóveda de horno, y la nave y el presbiterio con bóveda de cañón apuntado, con arcos fajones que apean en pilastras adosadas a los muros, sin basa, y con impostas como capitel. El arco triunfal es también ligeramente apuntado y muy estrecho, evocando el que hay en San Martín de la Nava en San Vicente de la Sonsierra. El presbiterio y el ábside están recorridos por impostas lisas, de las que carece la nave. Es una iglesia que apenas tiene decoración, localizándose ésta en las impostas del arco triunfal; la que se encuentra en el lado del evangelio muestra diez palmetas bastante toscas, envueltas en tallos circulares. La de la epístola es un ajedrezado dispuesto en tres filas de tacos. Esta iglesia puede datarse en el siglo XIII, aunque F. J. Ignacio López de Silanes introduce una primera fase de construcción para la ejecución de la cabecera en la segunda mitad del siglo XII, a la que sucedería la creación de la nave, bien entrado el siglo XIII. En el año 1986, se realizó una restauración a cargo del arquitecto José Miguel León para consolidar los muros, reconstruir parte de la bóveda y levantar en el hastial oeste, derruido, una pared moderna cerrando la ermita. En el interior se conserva una pila bautismal de la misma época que la ermita, aunque debido al abandono en el que permaneció la iglesia durante siglos, la pila se deterioró bastante, perdiéndose el pie, que fue recompuesto hace unos años, y conservando tan sólo la parte inferior de la copa, que es en forma cilíndrica. Esta pila no posee ningún tipo de decoración en relieve, pero parece que la copa estaba preparada para tenerla, ya que presenta algunas incisiones. Las medidas son 105 cm de altura total x 84 cm de diámetro del brocal, y 76 cm de altura del pie x 29 cm de altura de la taza. Su tipología debió de ser en copa. Actualmente, el pie se recompuso reaprovechando un capitel del desaparecido monasterio de San Martín de Albelda, que se guardaba en la dependencia llamada “La Panera”, frente a la actual iglesia de San Martín. Este capitel representa dos cuadrúpedos alados que se afrontan por sus cuartos traseros y se encuentran apresados por tallos perlados y roleos vegetales. Su parte trasera es de cuadrúpedo, y la delantera de ave con alas de plumaje bien tallado. Las cabezas están rotas e impiden averiguar si eran también de pájaro. Si fuera así, responde al tipo clásico de grifo con parte delantera de águila y trasera de león. Aunque se encuentra mutilado en algunas zonas, el capitel es de excelente factura. La fuente de la pila es de carácter popular; su estado de conservación es deficiente, ya que está fragmentada. Cuando la ermita se utilizó como corral y almacén, la pila bautismal hizo las veces de pesebre y de pilón para abrevar el ganado, después permaneció mucho tiempo en el suelo, y también utilizada como aguabenditera. La ermita es actualmente propiedad del pueblo de Albelda, pero existe la tradición de que los albeldenses deben visitarla al menos una vez al año, porque en caso contrario, pasaría a ser propiedad de Clavijo. Curiosamente, es el día de la festividad de San Marcos, en veinticinco de abril, cuando se celebra una romería en esta ermita, conocida por el pueblo albeldense por el nombre de “San Marcos”, en vez del nombre antiguo de “Santa Fe”.