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Interior

Identificador
19114_01_028n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 52' 57.93'' , - 2º 24' 18.28''
Idioma
Autor
Ezequiel Jimeno Martínez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de Santa Catalina

Localidad
Esplegares
Municipio
Esplegares
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
LA ERMITA DE SANTA CATALINA se encuentra situada al Noroeste y a unos 6 km de Esplegares, a medio camino entre Esplegares y Sotodosos. Se accede a ella por un camino que sale desde la misma carretera frente al pueblo, en cuyo inicio encontramos la conocida como “Fuente de Beber”, de origen morisco. Esta ermita es la antigua iglesia de un pueblo desaparecido que se llamó Villar del Gato, del que aún quedan restos en los aledaños de la ermita, en los que todavía se puede apreciar el dibujo de sus calles y la planta de sus viviendas. Es un edificio de un estilo tardorrománico del siglo XIII, tanto por la ausencia de ornamentación como por la reducción a los elementos puramente estructurales y por el uso del arco ojival que encontramos en su interior. Se encuentra en un avanzado estado de deterioro, aunque su estructura se mantiene consolidada con alguna reforma posterior, como luego veremos. De pequeñas dimensiones, planta alargada y de similares características a otras ermitas románicas de la comarca, como la de Nuestra Señora de Aranz de El Sotillo o la de San Bartolomé de Villaverde del Ducado. Presenta un ábside semicircular a oriente más rebajado en volumen que el cuerpo de la nave, en cuyo muro de poniente se levanta la espadaña, abriéndose al Sur la portada de rasgos románicos. El ábside es semicircular, con presbiterio recto, y sus esquinas están reforzadas en piedra sillar; el resto de la cabecera esta recubierta de mampostería. En el centro del ábside se abre un vano posiblemente aspillerado, pero que se encuentra cegado por completo. Recorre la cabecera una cornisa con una línea de canecillos geométricos muy simples, lisos y de modillones de rollo. Esta cornisa recorre, a su vez, tanto el muro norte como el muro sur, con canecillos reutilizados de su antigua ubicación cuando se varió la altura, posiblemente hacia el siglo XIV. La espadaña se sitúa en el muro de poniente, y su estado de conservación es crítico, pues está perdiendo parte del revoco de la mampostería, sacando a la luz el sillarejo. Tiene en su parte superior un estrecho vano aspillerado y sobre él un hueco para la campana, que ha desaparecido. En el muro meridional se observa los restos de tres canecillos de la sobreelevación de la ermita. En su parte central se abre la portada de ingreso, que se rodea de un lienzo de material de sillar bien trabajado, diferenciándose de la mampostería del resto del muro. La portada románica es muy sencilla, con un arco de medio punto con dos arquivoltas. El arco interior es liso, como suele ser habitual en este tipo de portadas de templos rurales; la primera de las arquivoltas tiene un baquetón con un fino bocel, y remata el conjunto una chambrana lisa moldurada. El arco interior se apoya sobre jambas de sillería tosca y sobre una cornisa estrecha. La primera de las arquivoltas, sobre sendos capiteles con decoración foliácea muy sencilla. Al interior la ermita presenta una nave separada del ábside por un arco triunfal apuntado, muros de piedra vista, con banco corrido y techumbre moderna. El arco triunfal, apuntado, doblado y muy sencillo, da paso al ábside; se apoya sobre capiteles vegetales con decoración de bolas o frutos de gusto clásico. Los capiteles han perdido las columnas de apoyo. El arco exterior que sale del muro apoya sobre unas mínimas cornisas molduradas. El hueco que se abre en el muro sirvió como púlpito, hoy desaparecido, en época del gótico. El interior de la cabecera ha perdido por completo sus bóvedas, que pudieron ser de cañón y cuarto de esfera, sustituidas por una techumbre de hierro y ladrillo tras su restauración. En la parte central del ábside se instaló un pequeño altar de piedra para colocar la imagen de la patrona, ocultando tras él un vano de origen románico que se encuentra cegado. La ermita de Santa Catalina de Esplegares es uno de los mejores ejemplos del románico rural de la provincia de Guadalajara, y aún conserva su tipología constructiva original a pesar del constante peligro al que está sometido por su abandono y su delicado estado de conservación.