AUNQUE LA IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA está catalogada en conjunto como obra del siglo XVIII, el ábside es de época medieval, siendo uno de los pocos restos del tardorrománico en ladrillo que se conservan en la provincia. Su presencia en Población de Soto podría explicarse en función del influjo que el cercano monasterio de Santa María de la Vega, estandarte del mudéjar palentino y levantado a lo largo del siglo XIII, pudo ejercer en la comarca. De cualquier modo, el repertorio decorativo de la cabecera que nos ocupa no remite claramente a los recursos allí utilizados. Se trata de un templo de modestas proporciones construido en su mayor parte de ladrillo, material usado sobre todo en el ábside y en el brazo meridional del transepto, si bien en el interior los muros aparecen totalmente revocados. La planta originaria era de una sola nave de tres tramos cuadrangulares, crucero y cabecera semicircular precedida de presbiterio. En la década de 1980 el tramo más occidental estaba en un estado tan lamentable que, para salvar el resto de la fábrica, fue derruido, dando como resultado un plan de tipo cruciforme. La portada antigua se abría hacia el sur en el paño perdido habilitándose la actual, adintelada, en el tramo anterior, protegida por un pórtico sobre pies derechos de madera que delimita el espacio ocupado anteriormente por el presbiterio. Completa el edificio una sacristía adosada al muro sur del presbiterio. La parte más interesante de la iglesia es el ábside, decorado con una serie de nueve cajas rectangulares enmarcadas por franjas o pilastras de ladrillo que arrancan de un alto zócalo. Sobre ellas hay un friso de cinco filas de ladrillos en esquinillas y, bajo el tejado, a modo de alero, otro de una sola fila. El tramo recto del presbiterio, tan sólo calado por un vano rectangular en su fachada meridional, lo componen sendos paños lisos. En el interior, el espacio de la nave y del crucero se cubre con bóvedas de arista delimitadas por arcos apuntados, mientras que la cabecera se cierra con bóveda de cañón apuntado, para el presbiterio, y de cuarto de esfera soportada por cuatro nervios en el hemiciclo absidal. Un arco apuntado individualiza ambos espacios de la cabecera y un gran triunfal da paso a la nave.