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Sepulcro del interior

Identificador
49000_0195
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 30' 0.76'' , -5º 45' 14.58''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Isidoro

Localidad
Zamora
Provincia
Zamora
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
ESTÁ SITUADA EN TORNO AL PARQUE del castillo, muy cerca de la catedral y del Postigo Viejo o Portillo de la Traición. Su existencia está documentada desde la segunda mitad del siglo XII, figurando su nombre como locativo de algunos personajes de la época. En1178 aparece como confirmante de una carta de vasallaje un tal Petrus Franco de sancti Isidori y algunos años después, en 1200, un testigo se hace llamar Marcus Sancti Ysidori. Fernández Duro, sin citar la fuente, y otros eruditos que le siguieron después, afirmaron que esta iglesia había sido fundada por doña Sancha, hermana de Alfonso VII. La tradición dice que tal hecho había tenido lugar a raíz del traslado de las reliquias del santo sevillano a León y de su paso por la ciudad de Zamora. Esta creencia popular estaba tan arraigada que incluso se pensaba que el sepulcro románico custodiado en su interior, y del que luego trataremos, correspondía a tal dama. El templo que hoy podemos contemplar es una construcción de sillería arenisca que consta de cabecera cuadrada y una nave rectangular de tres tramos con espadaña a los pies. En cada lado de la cabecera se abren dos ventanas abocinadas con arcos de medio punto sustentados por columnillas de fuste liso y capiteles decorados con hojas rematadas en volutas y bolas. Las dos que se abrían en el testero se cegaron en 1791 cuando Martín de Barcía construyó el templete para el camarín de la Virgen del Carmen. Se remata el muro con una cornisa soportada por canecillos lisos de nacela y de proa de barco. El alero fue recrecido en 1620 cuando se hizo la bóveda de la capilla mayor. Los muros de la nave se articulan en tres paños separados por contrafuertes prismáticos que llegan hasta la cornisa. En cada uno de estos sectores se abre una ventana formada por un arco de medio punto soportado por una pareja de columnillas con capiteles vegetales que adoptan distintas formas (hojas planas que se vuelven en el tercio superior, hojas acogiendo bolas, tallos entrelazados, etc.). En el centro de la fachada meridional se abre la portada principal, formada por cuatro arquivoltas apuntadas con boceles y mediascañas que apoyan sobre una línea de imposta lisa. Por encima de la puerta y a lo largo de todo el muro se distribuyen los canzorros que soportaron la techumbre de un primitivo pórtico ya desaparecido que debió quedar inutilizado cuando se construyeron las dependencias que se adosaron después en este lado y que fueron desmontadas hace algunas décadas. Bajo uno de esos canzorros asoma el busto de un personaje que guarda cierta semejanza tipológica con el que aparece en la Portada del Obispo de la seo zamorana y con algunos ejemplares gallegos (transepto de la catedral de Orense) y portugueses (fachada occidental de la iglesia de San Salvador de Paço de Sousa en Penafiel-Porto). La cornisa en este lado está soportada por canecillos de nacela y otros troncopiramidales con hojas lanceoladas, de esquema típicamente zamorano (catedral, San Ildefonso, Santa María de la Horta, San Juan de Puerta Nueva, Santo Sepulcro, San Leonardo, etc.) y que vemos también en algunos monumentos sorianos, como San Juan de Duero y la ermita de la Virgen de Olmacedo en Valdenebro. A ambos extremos de esta fachada meridional se abren dos parejas de arcosolios funerarios sin inscripción, salvo uno del lado más occidental en el que sólo acertamos a leer: HIC IACET [...] MCCXXX [...]. La fachada septentrional ofrece un aspecto más sólido con sus muros perforados únicamente por estrechas saeteras. En el centro se abre también una portada, en este caso con un arco de ingreso de medio punto y dos arquivoltas de boceles entre mediascañas. A su izquierda hay otro arcosolio apuntado sin ninguna decoración. En el remate del muro se observa una clara diferencia respecto a la fachada sur que hace pensar en una dualidad de campañas constructivas o en la intervención de dos talleres con recursos estilísticos muy distintos. En efecto, coronando este muro se dispone una cornisa de tacos soportada por canecillos decorados con rollos, bolas, motivos geométricos, zoomorfos y algunos personajes en diferentes posturas (en cuclillas y con los brazos levantados, haciendo muecas, en actitud obscena, etc.) que nada tienen que ver con los descritos anteriormente. Éstos denotan un estilo más arcaico que recuerda los modelos de mediados del siglo XII, al igual que el trazado de la propia portada. Sin embargo, las soluciones empleadas en el lado sur parecen más propias de un taller más vanguardista que aprovecha los esquemas que se están llevando a cabo en las iglesias construidas en la ciudad a finales del siglo XII y principios del XIII. El hastial de poniente está flanqueado por dos contrafuertes en las esquinas. Está perforado por un sencillo óculo y sobre él se eleva una espadaña construida en 1801 por el arquitecto Manuel Sipos. El interior del templo fue objeto de una profunda reforma llevada a cabo en los siglos XVII y XVIII. A la cabecera se accede por un arco triunfal, apuntado y doblado, que apoya sobre columnas con capiteles almenados del mismo tipo que los de la catedral. Se cubre este espacio con una bóveda de yeserías realizada en 1620 por Diego Hermosilla. La nave también experimentó un cambio al construirse en 1775 las bóvedas de lunetos que la cubren. En el presbiterio se descubrió hace algunos años una lápida sepulcral (50 x 35 cm) fechada en 1368 con la siguiente inscripción: AQ(v)I : IAS(e) : FERNA(n) : GOM EZ : (e)SCVDERO : FIJO : DE : GOMEZ : FERNANDEZ :CAVALLERO : Q(ue) : DIOS PE(r)DONE : E : MORAVA : A : SAN : YSIDRO : E : FINO : IVEVES : II : DIAS : DEL : MES : DE : MARÇO : E(ra) : DE : MIL : E : CCCC : E : VI : ANOS. En el mismo presbiterio, pero en el lado del evangelio, hay un sepulcro formado por un dintel decorado con cuatro arcos tetralobulados bajo los que se disponen toscos relieves en los que se representa a dos ángeles turiferarios -de evidente significación funeraria-, dos aves afrontadas y dos leones en similar actitud. El dintel descansa sobre dos bloques prismáticos jalonados cada uno por cinco columnillas con capiteles vegetales de hojas muy esquemáticas y geometrizadas, de indudable sabor goticista. El recuerdo del sepulcro de la Magdalena es evidente, sobre todo en la decoración del dintel, donde se repiten algunos de los motivos que aparecen en el dosel de aquél. A pesar de esta relación, hay que señalar que el lucillo de San Isidoro es obra de un taller más popular y con escasos recursos técnicos, cuyo estilo revela una cronología tardía que puede rondar el segundo cuarto del siglo XIII. La tradición ha asignado este monumento funerario a doña Sancha a la que como ya hemos indicado se relaciona también con la fundación del templo. Sin embargo, hoy sabemos que los restos de la infanta reposan en el panteón de San Isidoro de León, por lo que tal atribución carece de sentido.