Sant Vicenç Sallent
Iglesia de Sant Vicenç del Sallent
La iglesia de Sant Vicenç del Sallent se encuentra en el vecindario del Sallent, en el extremo oriental del término municipal de Santa Pau. Para acceder a ella, desde Santa Pau, tomaremos la carretera GI-524 en dirección a Banyoles durante 4 kms. El vecindario y la iglesia se encuentran justo en el margen izquierdo de la carretera.
Gracias a un precepto de Carlos el Calvo del año 866 (dirigido al abad Rimila del cercano monasterio de Sant Julià del Mont) sabemos que el origen de la iglesia de Sant Vicenç se remonta al siglo ix, cuando una comunidad de monjes benedictinos de San Esteve de Banyoles se estableció en la zona. Otro precepto, otorgado por el monarca Luis el Tartamudo al abad de Banyoles, confirmaba las posesiones del monasterio de Sant Esteve, entre las cuales in Sancta Pace cella Sancti Vincentii cum omnibus terminis suis. La relación se confirma en otra bula papal, de Benedicto VII, del año 1017. En el año 1392, la parroquia de Sant Vicenç del Sallent fue vendida por el rey Juan I al barón Hug de Santa Pau, por 5000 florines. En varias ocasiones se realizó la compra y venta de la jurisdicción del Sallent por parte de la Corona.
La iglesia de Sant Vicenç del Sallent experimentó una serie de ampliaciones en época barroca que modificaron su planta románica primitiva. Actualmente, la iglesia está compuesta de una sola nave rectangular que culmina en un amplio presbiterio y un ábside semicircular. La zona del presbiterio presenta una ventana de doble derrame cubierta por un arco de medio punto. El ábside y el presbiterio se encuentran sobrealzados respecto a la nave, salvando este desnivel dos peldaños situados en la parte central de la nave. En la parte septentrional del presbiterio se abre una sacristía de planta rectangular, de época barroca. Igualmente modernas son las dos capillas anexionadas en los laterales del templo, y el coro elevado alzado a los pies de la nave.
El coro comparte espacio con las impostas del primer arco fajón, que están decoradas con escenas del antiguo testamento. Éstas fueron dañadas durante la construcción del coro, puesto que se insertó la barandilla de la balaustrada en las impostas. La nave está cubierta por una bóveda de cañón. Las paredes y la bóveda del interior del templo presentan una capa de yeso y están pintadas, por lo que no podemos apreciar los sillares románicos. Tampoco desde el exterior es posible apreciar el aparejo, puesto que los muros están cubiertos de argamasa, y las capillas laterales, de época barroca, cubren también gran parte de la nave de la iglesia. La cara exterior del ábside no presenta ninguna característica del período románico y en su interior está cubierta por una bóveda de crucería. Cabe pensar que el ábside fue recortado para poder adaptar la cubierta posterior a la románica.
La fachada presenta una sencilla portada de gusto neoclásico datada en el año 1868. Sobre ésta se encuentra una hornacina pintada de azul y coronada por un guardapolvo que arranca de impostas piramidales e invertidas. Sobre la hornacina, ocupada por una imagen de san Estaban, hallamos un ojo de buey, decorado con una moldura a su alrededor. A la derecha de la portada encontramos una puerta que nos conduce al campanario. El camino hasta éste se realiza a través de una escalera muy vertical, iluminada por dos pequeños ojos de buey, practicados en dos alturas diferentes de la fachada. El campanario presenta una estructura de torre, aunque debió de ser de espadaña en época románica, y actualmente presenta dos oberturas.
Como decíamos, del período románico prácticamente sólo nos resta la estructura de la nave. No podemos obviar las dos impostas del primer arco fajón, en la parte occidental de la nave, así como los restos de una posible pila bautismal de inmersión.
Impostas
La primera imposta se encuentra en el muro meridional, y presenta un bajo relieve en su parte inferior, con unas dimensiones de 30 cm de altura por 65 cm de anchura. La parte superior muestra un círculo en el que se inscribe un motivo floral de seis puntas. A la derecha de este motivo hallamos una doble cinta que se entrelaza hábilmente. Las cintas que decoran el ábaco de la imposta son similares a las del capitel izquierdo que encontramos en la portada de la iglesia de Sant Feliu de Beuda. En la parte occidental de la imposta, que da a las escaleras del coro, se encuentra otro motivo decorativo similar, trazado con tres cintas que también se entrecruzan. En la parte inferior de la imposta se ha representado un doble motivo floral. Se trata de una piña que debió de tener su gemela, pero que fue destruida para insertar la baranda de la balaustrada del claustro en el cimacio.
El relieve, bajo el cimacio, presenta tres escenas independientes enmarcadas en la luz de tres arcos de medio punto. La lectura la realizaremos de derecha a izquierda. El primero de los arcos ha sido trabajado con detalle, describiendo el basamento con bocel y escocia, el capitel con gusto corintio, con astrágalo y ábaco. La figura que alberga ha sido borrada, aunque se puede distinguir un perfil antropomorfo.
El segundo de los arcos se encuentra en peor estado de conservación que el anterior pero conserva la figura. Se trata de una mujer desnuda, cuya parte inferior prácticamente no se conserva. Tres serpientes la atacan; dos de ellas muerden sus pechos, mientras que la tercera se abalanza sobre ella y muerde su boca. La mujer intenta evitar la mordedura de las serpientes agarrándolas con las manos. Su rostro de rasgos abombados muestra una boca que describe una muesca de dolor, al abrigo de una nariz con forma algo piramidal que desaparece en una frente despoblada y prominente, bajo la que se ocultan dos ojos ovoides, hundidos y circundados por un redondel también ovoide. El pelo se ha descrito mediante líneas que nacen desde el centro de la cabeza hacia los laterales, trazando una suave ondulación en la parte superior y adaptándose a la forma algo circular del rostro.
Existen dos ejemplos similares de mujeres mordidas por serpientes en la escultura del condado de Besalú. El primero de estos ejemplos se encuentra en la pila bautismal de Sant Feliu de Beuda, y el segundo en un capitel procedente de Sant Privat d’en Bas, hoy en el Museu d’Art de Girona. Es interesante apuntar el hecho de que tanto en Sallent como en el capitel de Sant Privat d’en Bas encontramos la presencia de una piña o un fruto, que parece aludir a la escena como el fruto del mal, o al pecado original. Sin duda se trata de una advertencia hacia el pecado y la lujuria.
El tercero de los arcos ha desaparecido casi completamente. Alberga dos aves que, en parte, también han desaparecido, al menos lo suficiente como para no permitirnos saber qué acción realizaban. Las aves ocupan prácticamente todo el espacio, curvándose hasta adaptarse a la luz del arco de medio punto. Sus garras se aferran a un mismo lugar, que está muy deteriorado pero donde se distingue el trabajo del cincel, que trazó líneas verticales, sin que esto nos ayude a desvelar si describía algo destacable. El cuerpo de las aves se encuentra afrontado, pero sus cabezas parecen compartir un mismo espacio tridimensional. El plumaje ha sido descrito con minucioso detalle.
La imposta del muro septentrional está decorada con una cenefa compuesta por una cinta que juega a trazar un movimiento helicoidal capturando entre sí perlas ovoides. En la parte inferior se ha representado un animal que no podemos identificar debido a su deterioro, pues también aquí se inserta la baranda de la balaustrada del coro. En la parte más cercana a la nave de la imposta se representa un motivo decorativo diverso, similar a una hoja, también muy deteriorada.
El relieve tiene una altura de 27 cm aproximadamente, por 67 cm de ancho. La lectura de las escenas la realizaremos de derecha a izquierda. En él se representan dos escenas que no están al amparo de ninguna arquitectura, como en el relieve anteriormente descrito. También en este caso se ha perdido la parte inferior y las figuras están muy dañadas en algunas partes. Sorprende que casi la mitad del relieve esté desprovisto de figuración, lo que hace pensar que fue destruido.
La primera de las escenas muestra dos figuras masculinas. Uno de los personajes está sentado sobre un asiento con forma cilíndrica decorada con círculos concéntricos realizados mediante trépano, un motivo decorativo utilizado en algunos capiteles de la portada y el deambulatorio de Sant Pere de Besalú. El otro personaje está arrodillado y ofrece sus manos al personaje sentado, que las toma entre las suyas. Parecen estar llevando a cabo la ceremonia de vasallaje. El personaje arrodillado se vuelve hacia el espectador. Su cabello es largo y enmarca un rostro sereno bajo un flequillo cortado horizontalmente. El pelo se ha trazado con líneas gruesas, marcando la ralla en el medio. Su vestido traza pliegues de ropa que imitan la caída natural del tejido según la pose adoptada por el personaje. En el lado derecho de su pecho encontramos un gran círculo con una cruz, que recuerda a la cruz de los templarios. El relieve parece representar un episodio del Antiguo Testamento. El personaje arrodillado podría ser Jacob y el hombre que toma sus manos Isaac, su padre. El capitel número cuatro de la girola del monasterio de Sant Pere de Besalú muestra esta misma escena, aunque en ese caso se ha representado a Isaac como un monarca, con corona.
La segunda de las escenas muestra un joven cazador que parece volver apaciblemente de una jornada de caza. Camina con la espada enfundada y sujetando con la mano derecha el arco, del que cuelga una liebre o un conejo trabajado con gran detallismo. Las patas del animal parecen seguir el vaivén del caminar, los muslos están abultados. La figura masculina ha perdido parte del trabajo de su cabeza lo mismo que el de las piernas. Los pliegues de la ropa en sus extremidades inferiores delatan movimiento. Destacan unos ojos grandes y abultados, y una nariz rectangular. El rostro es algo ovoide y los labios, carnosos, reposan en silencio. Ésta escena se repite con características similares en el cuarto capitel del deambulatorio de Sant Pere de Besalú. Seguramente debamos identificar la figura del joven cazador con Esaú. También encontramos la escena de Esaú volviendo de la caza en uno de los capiteles del claustro de la catedral de Girona, donde Esaú también emplea su arco para cargar con una liebre.
Podemos datar los relieves bajo las impostas de los arcos torales hacia la segunda mitad del siglo xii, o incluso principios del siglo xiii.
Pila bautismal
Se conserva, en el interior de la iglesia, un conjunto de piedras que, unidas, forman medio círculo con un diámetro de 110 cm, 84 cm de anchura desde un extremo a otro y 32 cm de alto. Generalmente se considera que proceden de una pila bautismal, aunque no hay nada seguro en dicha hipótesis, y la decoración del conjunto, con un friso de entrelazos en zigzag, realmente no tiene paralelos en otras pilas bautismales conservadas en la región.
En la actualidad, los restos están fragmentados, pero fotografías antiguas revelan que se encontraban unidos con cemento o argamasa, y situados en el exterior de la fachada. Un vecino del pueblo, temiendo que fuesen robados, los desmontó y los instaló en el interior del templo, en una de las capillas laterales.
Texto y fotos: Raül Casado González
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, IV, pp. 362-365; Murlà i Giralt, J., 1983, pp. 172-173; Murlà i Giralt, J. y Teixidor i Santaeulària, J., 1999, pp. 167-170; Noguera i Massa, A., 1980, pp. 33-39.