Sant Pere de la Sala
Iglesia de Sant Pere de
El templo era conocido anteriormente como Sant Pere de Comajuncosa, debido a su situación en el lugar que en la Edad Media recibía dicho nombre, al Sur del término de Llobera, y a unos
El lugar de Comajuncosa está considerado uno de los más antiguos de término, con referencias documentales que lo sitúan como lugar estratégico en la línea de frontera con Al-Andalus ya a principios del siglo xi. El primer documento que se conoce del mismo se refiere al establecimiento en 1002 de un caserío en el lugar por parte de Sanç de Llobera y su mujer Quinedelde, primeros señores de Llobera. En él se hacía constar como límite del caserío el templo de Sant Pere de Comajuncosa. Por otro lado, en un documento de 1060, Mir y Estefania cedieron a Guitard y Eicolina los alodios que poseían en Coma-iunchosa cum ipsa ecclesia santi Petri, et cum ipso cimiterio, et ipsos sacrarios, et ornamenta, que ad illam ecclediam, pertinent. En 1112 Guillem Iospert de Rubiol, su hijo y su mujer donaron a Pere Sanç, quinto señor de Llobera, las tierras y casas que poseían en el término de Llobera in locum que dicunt Comaioncos vel Cerch. Estas posesiones, excepto el diezmo y la primicia, junto con todos los alodios y propiedades que Arnau Bernat de Comajuncosa poseía en el término de Llobera, algunas cerca de la iglesia de Sant Pere de Comajuncosa, fueron cedidas en 1135 por el propio Pere Sanç a Santa María de Solsona, por orden de su padre. Finalmente, y al menos desde el siglo xiv, aparece como sufragánea de la parroquia de Sant Pere de Llobera, una dependencia que perduró hasta finales del siglo xix.
El edificio, orientado al Sureste, presenta planta rectangular cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada. A esta estructura, que debió ser la original, se le añadieron con posterioridad otros elementos que desvirtuaron la obra románica y que podrían fecharse en 1694, según la inscripción del dintel de la actual puerta de acceso, situada en el muro suroeste. En este momento se alargó la nave por el presbiterio y se adosó un cuerpo de planta rectangular con funciones de sacristía en el sector meridional. También podría corresponder a esta intervención moderna el campanario de espadaña que corona la fachada oeste. La parte inferior del muro de este sector se halla completamente colmada por un campo de cultivo que crea un importante desnivel en el terreno. Los muros de los sectores suroeste, sureste y noreste presentan un trabajo de estereotomía bastante esmerado, con sillares de tamaño regular dispuestos en hiladas. En cambio, en la fachada noroeste, que pudo ser rehecha con posterioridad, el aparejo presenta un aspecto mucho más tosco e irregular a base de sillares de diverso tamaño y sin tallar, unidos en algunos sectores con argamasa. En los muros de la sacristía, el aparejo es también irregular aunque los sillares son de considerable tamaño y están unidos con argamasa, reservando grandes piezas bien talladas para las esquinas. No en vano, es en el muro noreste donde se observa con mayor precisión la transición entre las dos etapas constructivas. En la zona suroriental, los sillares son sensiblemente más pequeños, mientras que en el sector noroeste, correspondiente a la fase románica, su tamaño es menor. Por otro lado, las fachadas suroeste y noreste se hallan recorridas por una cornisa compuesta de piezas de perfil trapezoidal trabajadas a bisel.
El interior del templo se encuentra notablemente deteriorado. Aunque la bóveda ha sido rebozada, en algunos sectores donde el rebozado se ha desprendido se observa como la obra primitiva fue realizada en piedra. En cambio, el añadido posterior que alargó la nave hacia el Sureste utilizó como material el tapial. Asimismo, la zona de la nave atribuida a la fase románica conserva parte de la cornisa trapezoidal que debió de servir de arranque a la bóveda. Dicho esto, el resto de elementos que se observan en el templo deben atribuirse a intervenciones efectuadas en época moderna. Por un lado, en la pared noreste se observa lo que pudo ser una hornacina triple, de la que solamente restan los arcos que la culminaban, y una ventana de perfil rectangular. Del mismo modo, en el muro suroeste, a la altura del presbiterio, se halla una puerta adintelada que da acceso a la sacristía. En la pared posterior del presbiterio destacan los restos de varias aberturas a modo de hornacinas que pudieron albergar en algún momento alguna imagen devocional y que tampoco corresponden a la campaña románica. Como tampoco debe de serlo la pequeña pila bautismal adosada al muro que se sitúa junto a la entrada, ni el alto zócalo de cemento que recorre los cuatro muros del templo.
Las estructuras románicas de este templo son muy escasas y han sido datadas en el siglo xii.
Texto y foto: Nuria Trigueros Beltrán
Bibliografía
Bach i Riu, A., 2002, I, pp. 160 y 333-334; Catalunya Romànica, 1984-1998, XIII, p. 159; Llorens i Solé, A., 1992-1993, pp. 397-398; Serra i Vilaró, J., 1958, pp. 9 y 13.