Identificador
              19162_01_018n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              40º 58' 24.80'' , - 2º 26' 45.41''
          Idioma
              
          Autor
          Ana Belén Fernández Martínez,Ezequiel Jimeno Martínez
              Colaboradores
          Sin información
              Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              Luzaga
          Municipio
              Luzaga
          Provincia
          Guadalajara
              Comunidad
              Castilla-La Mancha
          País
              España
          Claves
          Descripción
              ASENTADA EN UNA DE LAS ZONAS medias del núcleo, es  una iglesia románica del siglo XIII que ha sufrido  patentes variaciones en volumen arquitectónico,  pero que aún conserva los resquicios de época románica. De  esta iglesia llama la atención las diversas actuaciones que  sufre a lo largo de su historia, pero que respetan la primitiva  planta románica, los canecillos y el ábside semicircular.  La totalidad de sus muros tienen una fábrica de sillares  reforzando las esquinas, y de mampostería recubierta  con cemento en algunos tramos, debido a las sucesivas  reformas, pero que aún así han conseguido mantener la  estructura original. En el lado meridional se aprecia cómo  el muro fue sobreelevado, con refuerzo de sillar en las  esquinas, y manteniendo la línea de canecillos primitiva,  que fueron reutilizados tras la reforma. Son de modillones  de rollo, acompañados de otros lisos, y continúa toda esta  línea de canes alrededor de los muros de la iglesia. Por  encima de la cornisa, una línea de sillares se alza para recoger  la techumbre de la nave. Durante la reforma se abre un amplio vano por encima  de la portada, de connotaciones renacentistas, con una  gran flecha y recercado de sillarejo. Bajo el vano se abre la  portada de ingreso a la iglesia: se dispone bajo un atrio con  tejaroz moderno a tres aguas apoyado sobre columnas toscanas.  La portada, en sí, se resuelve con un arco de medio  punto, con tres arquivoltas que combinan nacelas, boceles  y aristas, recercado todo el conjunto por una chambrana  sencilla moldurada. La arquivolta interior es plana y dovelada,  y apoya sobre pilastras del muro de donde arranca una  cornisa que recorre a la misma altura hasta el saliente del  muro donde apoyan las arquivoltas. Las dos arquivoltas  exteriores apoyan, a su vez, en sendas columnas de fuste  liso, careciendo de basa, y rematadas con capiteles de cesta  vegetal, típicos de este románico rural.  La cabecera llama la atención por reflejar perfectamente  la sobreelevación de la primitiva iglesia. En origen,  esta pequeña iglesia románica tuvo un ábside semicircular,  como era habitual, más bajo en altura que la nave principal.  Sin embargo, tras la reforma del XVI, la cabecera, tanto en  el presbiterio como en el ábside, se sobreelevó un tercio de  su altura para quedar por encima de la nave, como se aprecia  en la actualidad. Desligándose de la austeridad propia  del románico, las iglesias se elevaban en altura para dotarlas  de mayor luz, con aperturas de grandes vanos, como el  situado sobre la portada, y con la colocación de grandes  retablos que, en suma, hicieran de cada iglesia un referente  social y católico entre los fieles de cada población. La cabecera actual tiene, en primer término, un presbiterio  de testero recto que remata en su final con una  línea de sillares bien definidos donde se abre un vano de  medio punto muy estilizado, posiblemente abierto tras la  reforma de la iglesia, y que se asemeja mucho al de la ermita  de San Bartolomé, de Villaverde del Ducado. Remata  también el presbiterio una línea de canecillos prismáticos  y de modillones que continúan por todo el ábside. El ábside,  semicircular, en su parte más oriental refleja las dos etapas  constructivas debido al mantenimiento de la parte primitiva.  Con motivo de la colocación de un retablo en el  interior, la ventana central que iluminaba la pequeña iglesia  románica quedó cegada. Es un vano de medio punto  abocinado hacia el interior y recercado de sillares que aún  hoy puede contemplarse.  El muro septentrional de la iglesia conserva también la  línea de canecillos y mantiene la altura original de la nave.  A este muro se le adosan dos estancias, una de ellas, la más  cercana al ábside, cubre todo el presbiterio y es la sacris-  tía; de la otra dependencia que llega hasta la espadaña sólo  se abre una parte al interior de la iglesia para albergar la  capilla bautismal, con un pequeño vano cuadrado para permitirle  la entrada de luz. En el hastial de poniente se abre uno de los primitivos  accesos a la iglesia. Se trata de un pequeño arco de medio  punto dovelado y recercado por una chambrana a modo  de moldura que se cierra en la parte interna del arco.  Actualmente esta puerta se encuentra cegada y daría paso  al interior desde el lado occidental de la iglesia. En este  mismo hastial se sitúa la espadaña, reedificada sobre la  anterior románica; el primer cuerpo mantiene la fábrica de  sillares originales, mientras que el resto se realiza de igual  modo que los paramentos de la sobreelevación. La parte  superior es de un gusto más barroco, con dos vanos abiertos  para las campanas y otro superior para campanil. Todo  el cuerpo superior se cerró dejando un espacio interior al  que se accede desde el coro alto por medio de una estrecha  escalera.  Una vez en el interior, la iglesia presenta una sola  nave, de tramo recto, con cabecera y presbiterio más altos  que la nave. Cabe recordar que sus cubiertas originales se  modificaron por las actuales tras la sobreelevación de la  iglesia. La nave se cubre, pues, con bóveda de cañón con  lunetos sobre falsos arcos fajones, revocados en yesería en  su totalidad. El paso de la nave a la cabecera se resuelve  mediante un arco triunfal de medio punto, doblado y que  apoya sobre pilastras, de las que arranca una cornisa que, a  modo de imposta, recorre el presbiterio y posiblemente lo  hiciera también por el ábside. El presbiterio se cubre con una bóveda de cañón ligeramente  apuntada que se refuerza en la parte oriental por  otro arco apuntado y que da paso a la cubierta de cuarto  de esfera correspondiente al ábside. Se aprecia en la cabecera  una mayor altura con respecto a la nave, con bóvedas  más altas que permitieron la colocación del retablo que  ocupa el hemiciclo.  A los pies de la nave se sitúa el coro alto, en el último  tramo de la iglesia, y separado del resto mediante un arco  de medio punto ligeramente apuntado. Por último cabe  destacar la capilla bautismal que se realizó posteriormente  a la primitiva iglesia y que se abre en el muro norte. En esta  capilla se encuentra la pila bautismal románica de Luzaga,  un bello ejemplar de bien mueble que aún se conserva en  todo su esplendor, a pesar de su dilatada historia. Se encuentra en la capilla, a mayor altura que la nave  de la iglesia, a la cual se accede mediante unos pequeños  escalones. Se trata de una pila realizada en piedra caliza de  la zona, y pertenece a la época de la construcción de la primitiva  iglesia románica, por tanto una pieza del siglo XIII,  aproximadamente. La superficie de su copa nos muestra  una decoración poco habitual en este tipo de obras. En su  parte central, totalmente lisa, se dispone una cruz patada  inscrita dentro de un círculo y apoyado éste sobre un  pequeño montículo del que brotan unas pequeñas hojas de  flor a cada lado. La parte inferior de la copa se separa de la  central mediante una decoración de sogueado que rodea  toda la pieza y que da paso a uno de los más bellos ejemplos  de decoración de todo el románico rural de Guadalajara:  una perfecta decoración de arcos tallados en la piedra,  dispuestos sobre un cono invertido. Son un total de veintitrés  los que recorren la parte inferior de la pila. Se trata  de pequeños arcos de herradura (por tanto de influencia  mozárabe), de los que tres escapan a esa decoración y se  muestran ya como arcos apuntados. Toda la copa se apoya  sobre un fuste cilíndrico acanalado y basa con salientes en  los ángulos. Tiene unas dimensiones de 120 cm de diámetro  y 118 de altura. La representación en este tipo de obras  de una cruz inscrita dentro de un círculo nos muestra una  de las directrices del cristianismo, la eternidad tras la  muerte. La cruz representa la muerte y sacrificio de Cristo  por los hombres, y el círculo sobre el que se inscribe simboliza  la eternidad. Es, por tanto, un claro ejemplo de simbología  románica, poco habitual en la provincia, y que se  muestra en la pila del bautismo para transmitir a los fieles  que, tras su nacimiento, la muerte nos abre las puertas del  paraíso.
           
        
    