La tercera edición del Taller de Caligrafía Medieval, organizado por la Fundación Santa María la Real, concluye hoy. Un total de 30 alumnos han podido familiarizarse con las técnicas de los antiguos copistas.
Hasta hace poco más de cinco siglos no existió en Occidente ningún libro impreso, de ahí que el único medio para guardar un texto o difundirlo fuese la copia manuscrita. En la Edad Media esta tarea fue llevada a cabo, en gran medida, en los sriptoria monásticos donde calígrafos y miniaturistas se entregaron al laborioso trabajo de copiar e iluminar códices, siguiendo un proceso largo y dificultoso que dejaba secuelas físicas, como podemos leer en los colofones dejados por algunos amanuenses de la época. Sirva como ejemplo este lamento de Florencio de Valeránica (mediados del siglo X): “la visión se debilita, la espalda se encorva, las costillas y el vientre se aplastan haciendo que los riñones se carguen de dolor, todo el cuerpo queda dañado”.
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