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Canecillo románico reutilizado

Identificador
09585_03_007
Tipo
Fecha
Cobertura
43º 6' 55.77'' , -3º 13' 55.24''
Idioma
Autor
Sin información
Colaboradores
Archivo Diputación Provincial de Burgos (Fondo Photo Club)
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Julián

Localidad
Santa Cruz de Mena
Municipio
Valle de Mena
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EN LA ACTUALIDAD SÓLO QUEDA un muro occidental de la nave y el tímpano en la Colección Fontaneda en el castillo de Ampudia (Palencia). Por la documentación gráfica y descripciones de diversos autores que vieron la iglesia antes de su destrucción durante la Guerra Civil, se pueden reconstruir algunas partes de la arquitectura y conocer parte de la obra escultórica, fundamentalmente algunos canecillos que se conservaban en la torre campanario. Son interesantes las líneas que le dedicó Ángel Nuño en 1925, que aunque en lo referente a cuestiones de estilo se muestra un tanto equivocado, aporta datos de gran importancia para reconstruir los restos románicos. Por él sabemos que en el siglo XVIII se construyó una nueva iglesia aprovechando buena parte del material de la primitiva románica (erróneamente él la sitúa en el siglo IX), haciendo especial hincapié en el tímpano (“labrados en sillería un arco de medio punto”) y en los canecillos y aleros del tejado. No deja de ser importante el hecho de que éstos sean buena parte de los restos que de forma física o por fotografías nos han llegado hasta la fecha. En la actualidad lo único que se conserva in situ es un muro perimetral de la iglesia del siglo XVIII que sustituyó a la románica. La destrucción de este templo, que había aprovechado parte del material románico, se produjo durante la Guerra Civil. Según cuentan los lugareños, al tratarse de una zona estratégica en un alto, junto a la iglesia se colocaron unas baterías que fueron atacadas, destruyéndose todo el edificio. El material permaneció abandonado largo tiempo, mucho de él utilizado por los vecinos para construcciones particulares, hasta la década de 1960, momento en el que el párroco vendió, al menos, el tímpano que en la actualidad se conserva en la Colección Fontaneda del castillo de Ampudia (Palencia). Por las fotos que conserva el Archivo de la Diputación de Burgos, algunas de las cuales publicó Huidobro, el tímpano se encontraba en la puerta de acceso al campanario. De una pieza, realizado con una labra tosca, presenta una extraña iconografía formada por un león que abre sus fauces con los dientes muy marcados, frente a él un caballo con las bridas y ensillado, el jinete hollado por el león y su espada por encima del caballo. Entre los dos animales se encuentra un crismón con la letras Alfa, Omega, P, X, S y un círculo junto al cruce de la X. El arco del tímpano queda enmarcado por una línea de tallos con dos hojas, una chambrana con puntas de diamante y un dintel con diez flores hexapétalas. Según Huidobro, en la cola del león hay varias letras entre las que se puede leer Vicit Leo, lo que hace que se interprete como “el triunfo del Cristo sobre el enemigo de la humanidad”. La forma de ejecutar el tímpano enlaza con el de San Pelayo de Mena y el procedente de la iglesia de San Jorge de Santurce (Vizcaya) conservado en el Museo Arqueológico y Etnográfico de Bilbao. El rostro del hombre nos remite directamente al del Pantocrátor de Santurce, y el león enlaza con el emblema de San Marcos del mismo tímpano vizcaíno. En lo que respecta a la iconografía, el león que aplasta a un hombre y el crismón nos aproximan al tímpano de Jaca, pero no es más que un vago recuerdo de éste. La presencia de caballo, jinete y espada nos remite a un tema de caballería. En buena lógica, el animal que aprisiona a un hombre, dentro del mismo contexto del león de Judá, habría que enlazarlo en el contexto de la caballería, quizá una forma de contemporaneizar algún acontecimiento o narrar de una forma sintética la sumisión de los caballeros cristianos a los dictados de la Iglesia. Paradero desconocido es el de los canecillos que coronaban la torre campanario y la sacristía, un capitel y del resto del material si es que existió algo más antes de la última destrucción de la iglesia. Cuando se reformó el templo del siglo XVIII se reutilizó en la torre-campanario diverso material de una forma un tanto peculiar. En los cuatro ángulos del cuerpo superior de la torre se colocaron cuatro canecillos que soportaban sendas basas y fustes lisos, que por el tamaño procedían de una portada. Estos fustes exentos y monolíticos se remataban con otros cuatro canecillos, y por encima de éstos había una cornisa que volvía a reutilizar material de una imposta con ajedrezado, además de cuatro canecillos más colocados en los ángulos del remate superior. Las fotos que se conservan no nos permiten apreciar qué motivos se representaban. Únicamente se aprecia una serpiente, un cuadrúpedo con la fila de los dientes muy marcados y varias figuras humanas. De uno de ellos poseemos una foto en detalle que nos permite contemplar la calidad de esta escultura. Se trata de un jinete que sostiene las riendas de su caballo como si lo estuviera domando. El jinete lleva un “cinturon de fuerza” decorado con pequeños motivos semiesféricos. Queda todavía testimonio fotográfico de dos canecillos que pudieron recolocarse en la sacristía. Se trata de la cabeza de un felino que muestra dos colmillos a cada lado de la boca. El otro es un hombre que eleva las manos en las que sostiene un objeto que no hemos podido identificar. Huidobro, que pudo observar estos restos, se refiere a ellos de una forma muy escueta, señalando que hay guerre ros luchando entre sí con sus espadas, hombres desnudos, monstruos y un mono jugando con un cuadrúpedo desfigurado. Continúa señalando la existencia de capiteles con motivos similares, ábacos con ajedrezado y en el tejado un guerre ro con espada normanda decorada con una cabeza fantástica. El último de los restos de los que poseemos documento gráfico es un capitel descontextualizado. Por la foto que se conserva de la vista general de la iglesia del siglo XVIII, se puede ver que estaba en el suelo frente a la torre, es decir, a diferencia de los canecillos antes mencionados, no se reaprovechó en la obra de la nueva iglesia. Se trata de una serpiente que enrosca su cuerpo y que devora a un hombre que porta en la mano izquierda una lanza. Por debajo de éste se ve una cabeza antropomorfa. De nuevo re c u rrimos a Huidobro, quien lo describe como un guerre ro arrodillado, con yelmo, lanza y bajo sus manos una cabeza decapitada. Continúa Huidobro diciendo que la espalda del guerrero descansa en dos colas de serpientes que se extienden por el capitel y son atacadas por la lanza del guerrero. Las características estilísticas de estas piezas no permite relacionarlas directamente con otras obras del Valle de Mena, al menos no con las obras principales, esto es Siones y Vallejo de Mena. Existen, sin embargo, algunas similitudes entre el tímpano de Santa Cruz y el de Santurce antes mencionado, y ninguna, o muy pocas con los de El Vigo y San Pelayo de Mena. Por el contrario los canecillos están emparentados ligeramente con los que se conservan en el ábside de esta última. Especialmente significativo es el cuadrúpedo, posiblemente un jabalí, que se ve en las dos iglesias. La documentación conservada, las características estilísticas y la cronología de buena parte de las iglesias del Valle de Mena, induce a pensar que se trata de una obra de fines del siglo XII.