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A la derecha, casi oculto por el arco del puente, se percibe parte del ábside románico

Identificador
39060_06_018n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 21' 33.00'' , -4º 5' 18.08''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de San Miguel

Localidad
Puente de San Miguel
Municipio
Reocín
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
REALMENTE LO MÁS INTERESANTE Y ANTIGUO que nos ofrece este pueblo de Puente San Miguel es el testimonio monumental de su vieja iglesia o ermita románica que, entre aglomerada maleza de zarzas y arbustos, conserva aún su recio ábside de sillería, sobre cuya ruina se apoya el arranque del famoso puente que dio nombre al lugar simbólico en donde se reunían los representantes de la Provincia de los Nueve Valles que, bajo unas Ordenanzas Generales, ratificadas por Felipe IV en 1645, representan el verdadero “embrión de las instituciones autóctonas de autogobierno de Cantabria” (ORTIZ REAL, J., 1995, p. 11). Su Casa de Juntas ha sido levantada siguiendo el plano de la auténtica, que debió de estar pegada a los muros de la ermita. Sin duda ésta, tal como deducimos de sus restos, fue una reducida capilla del siglo XII-XIII, con ábside semicircular de sillería bien armada y potente que, aunque conocido y visible plenamente todavía en alguna fotografía de 1890, la vegetación salvaje, nacida por la proximidad de las aguas del Saja, la ocultaba casi totalmente. Existe también otra fotografía del pasado siglo XX, que le muestra libre casi de ramaje y que nos indica que poseía un banco bajo de un metro aproximadamente, de cuatro hiladas de buenos sillares. Conserva aún una altura respetable que se modificó al llegar a la cornisa en fecha desconocida, lo que hizo desaparecer los canecillos, si los tenía, y se rellenó el interior para colocar una especie de banco de descanso de piedra circular que mantiene la forma curva del ábside. La nave es muy posible que fuese única y rectangular, con muros de sillarejo, pero que desapareció al construirse la ermita actual en el siglo XVIII, cuadrada y con excelente bóveda de combados. El lugar, pues, tiene una indudable antigüedad. Según el Cartulario de la Colegiata de Santillana parece que en esta zona el conde don Sancho García de Castilla dona al citado monasterio, en el año 996, un solar que est in villa que dicunt Varzena, que así parece que fue el primer nombre de este pueblo de Puente San Miguel. De siempre parece que hubo un puente antes que el existente, y tal vez una primitiva “barquería” como la que en 1107, y a la altura de Cortiguera, entregaron los propietarios de ella al abad Martín de Santillana, siendo cofrades de la Iglesia de Santo Domingo, que debía de gobernar dicho tránsito en su proximidad. Posiblemente, esta otra iglesia de San Miguel Arcángel, de Bárcena la Puente, dada su colocación, casi a la misma orilla del Saja, tuviese la finalidad de organizar el paso del Saja, antes de construirse otra puente más antigua que la actual de cuatro ojos, que debía de estar edificándose hacia 1680 (GONZÁLEZ VÁZQUEZ, A., 2001, p. 21). De todas formas, el conocimiento de esta iglesia y ábside románico, por un viajero culto de nuestra tierra es ya seguro en 1877. En su obra Ave Maris Stella Amós de Escalante (1877) nos dice: “de la antigüedad notoria de esta (la ermita) da testimonio su cabecera, mirando al norte (extraño) y que, en su traza, perfil y corte del sillarejo de que está fabricada (debe referirse a algún muro de la nave que aún existiría), recuerda a otras construcciones románicas de la misma Montaña, a la par que su puerta muestra un ejemplar de los primeros tiempos de la ojiva”. Desde este momento, se conoce la existencia de estos interesantes y catalogables restos arquitectónicos que parecían olvidados. Barreda (1973, pp 14-16) habla de ellos en estos términos: “De la primitiva ermita románica contigua al hospital de San Miguel queda, solamente, aunque oculto por zarzales y plantas parasitarias y trepadoras, el exterior del ábside... rellenado interiormente cuando se hicieron las obras de 1859”. Y ahora, tan solo hace cinco años lo vuelve a poner en evidencia la monografía de González Vázquez en el 2001 (pp. 39-51). La ermita, que ahora vemos, que pudo aprovechar algunos restos de la románica, es de la primera mitad del siglo XVIII, según una clave de bóveda que fija la fecha de 1733. De la antigua románica, queda el ábside, que debió de tener tres calles verticales separadas por columnas entregas de superposición de tambores, cosa que aún podemos visualizar. Existe junto a él, pero fuera de contexto, otra columna que se alza en el comienzo de las escaleras, también con sus tambores entregos, semicilíndricos, su basa de tipo ático con lengüeta sobre plinto, que bien pudiera ser un resto del arco triunfal del ábside. Su capitel, de buen tamaño, casi totalmente oculto por la hiedra, parece de volutas opuestas, sin mayor claridad. Aún puede verse todavía, como otro resto de la vieja ermita románica de Puente San Miguel, y oculta en su casi totalidad por la vegetación, otra basa románica, invertida, que sin duda perteneció al viejo edificio. Siendo este lugar de Puente San Miguel, un paraje emblemático para la historia de nuestra región, por ser justamente el sitio donde se reunían los representantes que formaban la Junta de “la muy noble y leal provincia de los nueve valles de Asturias de Santillana” y en donde estaban materialmente fundidas la espiritualidad (ermita), la filantropía humana (hospital) y la actividad política (Juntas), parecería acertado se hiciese desaparecer la exagerada proliferación vegetal para dejar visto el ábside de lo que aún es testimonio más viejo y elocuente de nuestro pasado medieval.