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Identificador
34310_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 6' 35.76'' , -4º 38' 32.09''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María de la Antigua

Localidad
Becerril de Campos
Municipio
Becerril de Campos
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SANTA MARÍA, bajo la advocación -casi olvidada- de la Antigua, es una de las seis parroquias que en otro tiempo tuvo el pueblo. Inhabilitada para el culto durante muchos años, ha sido recientemente restaurada y acondicionado su espacio interior para museo. Es un edificio majestuoso cuya fachada meridional nos recibe con un elegante atrio cubierto de dos alturas, de los más bellos de la provincia. Consta de dos naves, diferentes en todas sus dimensiones, separadas por cuatro pilares compuestos que arrancan de basas octogonales y arcos formeros apuntados. La del lado de la epístola es la mayor y tiene seis tramos desiguales, cubiertos con arcos diafragma sobre los que descansa una extraordinaria armadura de madera; remata en una cabecera pentagonal que lleva adosada, a su izquierda, una capilla. La nave del evangelio se compone sólo de cuatro tramos (correspondientes con los delanteros de la epistolar) techados con bóvedas de arista construidas en yeso, y ábside poligonal intercomunicado con el principal. El desfase de longitud entre ambas se subsana con una torre que ocupa la esquina noroccidental, de la que se conservan cuatro cuerpos de piedra escalonados. Los autores que se han ocupado anteriormente de este templo lo han catalogado como obra de los siglos XV y XVI, centrando la atención, sobre todo, en la indudable calidad de las obras mudéjares allí presentes (los citados artesonados, el coro, el púlpito, etc.). Sin embargo, no se ha tenido en cuenta la existencia de restos de una iglesia románica subyacente, reaprovechados en la construcción del edificio tardogótico y que han influido, de alguna manera, en la irregular configuración de la planta de éste. Nos estamos refiriendo, en primer lugar, al muro norte de cierre, en su desarrollo desde la torre hasta el ensamblaje -perfectamente apreciable- con los paramentos del ábside; es decir, los cuatro tramos de muro de la nave del evangelio. Está construido con sillares regulares de caliza gris procedente de los páramos cercanos, que destacan por su tosca talla en comparación con los de la fábrica posterior. Se conservan fragmentos del alar, sustentado por canecillos, y, en el paño anejo a la torre, una portada -cegada- de arco apuntado simple. Va reforzado por cuatro contrafuertes que, al interior, se corresponden con sendas semicolumnas adosadas, módulo de la división en tramos de las naves. Arrancan de podio cúbico, y sus basas se componen de plinto con bolas o cogollos en las esquinas, toro plano y anillo superior. Una de las basas del segundo tramo es en realidad un capitel vegetal invertido. Los fustes van coronados por capiteles provistos de cimacios lisos. El falso abovedamiento de yeso y la readaptación de los formeros para recibir las aristas, impide conocer si aún subsiste debajo otro tipo de cubrimiento; de existir, seguramente no descansaría de forma tan forzada en los pilares (cruciformes con pilastras acodilladas, de inequívoca evocación románica) que, por su parte, tampoco están diseñados para recoger, en la nave mayor, únicamente los empujes de los arcos diafragma. En este muro septentrional hay dos lucilos sepulcrales góticos. Del mismo momento que la pared del evangelio parecen ser, al menos, las hiladas inferiores del muro occidental, donde además del mismo tipo de materiales y aparejo, se observan -tanto en el exterior como en el interior- algunas marcas de cantero. La interposición de la torre impide afirmar con rotundidad que sean estos sillares la base del primitivo hastial, ya que también pudiera tratarse de piezas reaprovechas y colocadas allí en la reconstrucción de forma agrupada. Sea como fuere, lo indudable es que la iglesia de Santa María conserva fragmentos de un templo románico anterior, del que desconocemos su estructura, pero que condicionó la del nuevo edificio en que fue integrado. La decoración escultórica está restringida a los canecillos del alero y a los capiteles de las semicolumnas. De aquéllos, solamente cuatro llevan motivos esculpidos, muy simples y tallados rudamente: una punta de diamante, medias bolas, tres cabezas de clavo. Los capiteles están bastante deteriorados, habiéndose perdido algunas partes de sus motivos, tratados sin primor, de manera tosca. Tan sólo uno de ellos es historiado, sin que hayamos podido reconocer el tema que re p roduce: un hombre a la derecha y un animal a la izquierda, entre los que hay otra figura humana más pequeña. El resto presenta formas vegetales a base de hojas de acanto carnosas con bolas en su remate, hojas grandes y alancetadas con nervio axial rehundido portando una piûa, o dos grandes colocadas en los extremos alojando otra de menor tamaño entre ambas.