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Torre

Identificador
28079_0182n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 24' 47.59" , -3º 42' 37.96"
Idioma
Autor
Ignacio Hernández García de la Barrera
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Pedro

Localidad
Madrid
Municipio
Madrid
Provincia
Madrid
Comunidad
Madrid
País
España
Descripción
SITUADA EN LA PLAZA que lleva su nombre, entre la calle Segovia y la Costanilla de San Pedro, esto es, en el centro de la capital, en el “corazón del viejo Magerit”, según dice Chueca Goitia, este templo se ha considerado secularmente como de los más antiguos de Madrid. Su existencia documental se remonta a 1194 en un elenco de las diez parroquias que por aquel entonces existían en la población, publicado por Fita y Colomer; poco más tarde, 1202, vuelve a aparecer, esta vez en el Fuero de Madrid. Por otra parte, refiere Tormo un documento de 1512 según el cual el templo actual no sería el levantado en origen, sino otro fruto de un traslado; en tradición extendida sobre todo a partir de Quintana, San Pedro habría estado algo más cerca de Puerta Cerrada, hasta la primera mitad del siglo XIV en que tras un conflicto entre las comunidades cristiana y musulmana, se produjo el cambio de emplazamiento en tiempos de Alfonso XI. En la actualidad aparece literalmente envuelta por construcciones posteriores, en un terreno en el que debe salvar una sensible diferencia de cota entre sus costados, con su galana torre jerarquizando el espacio; en palabras del ya mencionado Chueca Goitia, “Parece por su situación la iglesia que domina la organización del pueblo medieval, o hasta, si se quiere, es como una pequeña catedralita que atrae hacia sí las líneas vitales del burgo que se acoge a su divina protección”. De entre los autores que han tratado este particular, resultan especialmente interesantes las páginas escritas por Abad Castro, quien realiza una argumentada propuesta de cómo habría sido en origen este templo. Señala esta autora que la actual cabecera ocupa el lugar donde presumiblemente estuvo otra compuesta de tramo recto y ábside, siguiendo un modelo ya visto. De esto, el único testimonio que se conserva -aunque oculto- corresponde al tramo recto en su costado meridional, distinguiéndose tres arcos doblados de medio punto inscritos en recuadros, al modo de lo que se puede ver en la parroquial de Camarma de Esteruelas, o en el Cristo de la Vega, de Toledo, salvando las distancias; formaría esta teoría de arcos uno de los registros del presbiterio, desconociéndose el número completo del conjunto. Del exterior del templo poco más es reseñable, debido a las obras posteriores que lo ampliaron y reformaron; tan sólo anotar la presencia de un friso de esquinillas que corre por lo alto de los muros meridional y septentrional, y que corresponderían a la caja desde origen. El interior del templo ha sido aparentemente transformado, si bien como vuelve a señalar Abad Castro parte de sus elementos continúan siendo los mismos, ocultos eso sí, en su mayor parte. El presbiterio se compondría de dos tramos algo desviados con respecto al eje de la iglesia; ésta contaría con tres naves organizadas por dos arquerías de triples arcos de medio punto, apeados en pilares escalonados, con unos ladrillos de perfil de nacela a modo de impostas. La cubierta del templo debió de sufrir un importante proceso de degradación, que hizo necesaria su sustitución; algunas piezas se conservan en parte reutilizadas tras los yesos barrocos que actualmente cubren las naves. Estudiada por Nuere Matauco, propone un parentesco con la presente en la sinagoga del Tránsito toledana, retrasando algo la construcción de ésta, hablando por tanto de la segunda mitad del siglo XIV. A los pies del templo y algo descentrada con respecto al eje de las naves, se sitúa la torre; sobre un alto basamento hoy chapado y enfoscado exteriormente, se levanta este esbelto elemento de planta cuadrada, con unas proporciones cercanas a 1:6, predominando en su construcción la presencia masiva del ladrillo. Este punto y la ausencia de ornamentación caracterizan una torre de apariencia sobria y homogénea, en la que a lo largo de sus paramentos sólo unos pequeños vanos de iluminación rompen la monotonía; entre éstos se distinguen unas pequeñas aberturas rectangulares trasdosadas por un arco de ojiva túmida, estando éste inserto en un alfiz rehundido con respecto al muro. A estos huecos acompañan unos pequeños óculos de doble moldura dispuestos en lo alto de las caras oriental y occidental, completando de este modo los escasos y reducidos elementos de iluminación del interior de la torre. Sobre este cuerpo y tras hacer notar la presencia de dos impostas salientes, también de ladrillo, se llega al espacio dedicado a las campanas; con las mismas características vistas en el resto de la fábrica, este cuerpo luce dos vanos por flanco, doblados y con perfil de medio punto, los arcos se muestran rehundidos con respecto al conjunto del muro, corriendo sobre ellos un friso de esquinillas por toda ornamentación. Abad Castro propone que en origen estos arcos serían de herradura, siendo su actual forma fruto de alguna restauración. Al interior de la torre se accede por un portillo situado a los pies del templo, si bien la situación actual de este lugar es algo precaria. La estructura sigue un modelo ya conocido según el cual entre un machón central cuadrado -de ladrillo y alma de calicanto- y los muros de caja, se disponen los tramos de escalera paralelos a aquellos; la solución de las cubiertas resulta sin embargo singular, al estar realizada por una sucesión de techos planos de madera -al igual que en San Nicolás-, con pequeños arcos de ladrillo uniendo el machón y la caja en cada ángulo. En esta parte se distingue una convivencia entre fábricas justificada por motivos estructurales, pues en el cuerpo bajo y a modo de cimentación aparece un potente cuerpo de calicanto que tras los primeros tramos de escalera da paso al uso exclusivo de ladrillo. Este elemento es la parte del templo sobre el que más páginas se han escrito. Fue justificación de la discusión sobre si se trataría del alminar de una mezquita, al igual que ocurrió con la torre de la cercana iglesia de San Nicolás, hoy de los Servitas. Posteriormente ha sido su datación la que ha originado más disputas; a partir del hipotético traslado del templo, su construcción se situó a mediados del siglo XIV, e incluso en el siglo XV. Abad Castro, al considerar el conjunto de la fábrica como algo unitario e incluir la torre en la estructura primigenia, adelantó la cronología hasta comienzos del siglo XIII. Estudios posteriores, como los realizados por Ávila Jalvo o, especialmente, Caballero Zoreda y Murillo Fragero -cuando tratan las posibles campañas constructivas-, parecen coincidir en el último aserto. Por todo esto, parece que tanto la hipótesis del posible alminar como una cronología del siglo XIV han perdido fuerza, situándose su construcción en la transición de los siglos XII y XIII.
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