Identificador
39015_04_001n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 9' 11.51'' , -4º 40' 54.89''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Baró
Municipio
Camaleño
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Claves
Descripción
DOCUMENTALMENTE, se hace referencia a la iglesia y al lugar de San Pelayo en varios textos. En un documento del año 831, recogido por Sánchez Belda (1948), del Cartulario de Santo Toribio que estudia M. A. García Guinea (1979a), se citan varias iglesias existentes en Liébana, entre ellas las situadas en Camaleño: San Pelayo, Santa María de Baró y San Román de Fontecillas, o de Argüébanes. En otro documento del mismo cartulario, fechado en 1288, consta que el prior Sancho de Santo Toribio, en el ánimo de conseguir más rentas para el monasterio, ...da en préstamo a Esteban y a María todo lo que el monasterio poseía en Carabaño y en San Pelayo, para que hiciesen casa en Carabaño y pagasen por infurción tres eminas de trigo al año. De 1377 data otro préstamo en el que se cita un solar de San Pelayo, entre otros lugares de Baró. Histórica y administrativamente, San Pelayo era considerado como barrio del concejo de Baró. G. Martínez Díez, en su estudio y texto crítico sobre el Becerro de las Behetrías (1981), apunta:
hay una serie de barrios que no se enumeran en el Becerro, pero que se hayan comprendidos en el concejo respectivo
; asi, San Pelayo, como barrio del antiguo concejo de Baró. Éste era lugar solariego de don Tello, abadengo de los monasterios de Santo Toribio y de Aguilar, y behetría de Pedro González Orejón. En el Catastro del Marqués de la Ensenada (1753), se recoge el Barrio de San Pelayo, uno de los seis barrios del Concejo de Baró
cuyos términos son comunes con igual aprovechamiento a los vecinos de los referidos barrios. Era población de señorío de la Duquesa del Infantado, quien percibía los derechos de alcabalas y de martiniega. Sobre las tierras se aplicaban los derechos de diezmos y primicias. Los diezmos los cobraba la Duquesa como patrona que era, y hacía partícipe de ellos al cura; y el de primicias lo percibía la iglesia del lugar. También pagaban los vecinos el impuesto de Canto de Regla a la Catedral de León. Se regían por una ordenanzas comunes aprovadas en 1620 y 1739. Madoz (1845-1850) cita a esta ermita de San Pelayo como capellanía de propiedad particular. El estudio de esta ermita tiene interés por tratarse de un ejemplo del primitivo románico de Liébana. Sobre la puerta de acceso se halla el escudo del linaje de Linares, rodeado de numerosas inscripciones. Ya llama la atención en ella su reducido tamaño y la utilización para su hastial occidental de una sillería de gran tamaño que, verdaderamente, contrasta con sus otros muros en donde predomina casi totalmente la mampostería, salvo esquinales, cornisas y vanos. Su plano no puede ser más sencillo; una sola nave rectangular relativamente ancha y un ábside casi cuadrado que aún conserva en su muro sur canecillos (cinco) de toba y en caveto. Se ve que ha sufrido mucha reforma, como si los muros, al exterior, por lo menos, hubiesen sido muy restaurados. Sobre la puerta, al occidente, se colocó un escudo del siglo XVIIXVIII, muy maltratado, por estar esculpido en piedra toba, y de difícil interpretación, rodeado además de inscripciones difíciles de leer pues, aunque llevan letras capitales de la época, su estado requeriría un detenido estudio. El interior parece menos retocado y da la sensación de mayor vejez. La capilla absidal lleva bóveda de medio cañón con aparejo de mampostería. El arco triunfal es de medio punto y doblado, y de grandes dovelas en ambos arcos, que apoyan sobre cimacios sólo biselados que cargan, a su vez, en jambas también de sillería. No existen ni capiteles, ni columnas. La cubierta de la nave es de madera. Sólo se ilumina la iglesia por medio de una aspillera realizada por cuatro sillares que rompe el muro meridional de la nave y por pequeñísimo óculo abierto en la capilla, también en el muro oeste, en piedra toba. Pensamos que San Pelayo, lo mismo que la ermita de Enterría, pueden ser ejemplares de un inicial y paupérrimo románico que está recogiendo tradiciones asturianas, al estar Liébana, quizás por su aislamiento geológico, poco proclive, también por su misma rusticidad, a aceptar las nuevas corrientes arquitectónicas que llegan a Castilla y Cantabria a mediados del siglo XI.