Identificador
39035_05_008n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 24' 46.09'' , -3º 24' 32.38''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Laredo
Municipio
Laredo
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE LAREDO, llamada también de Santa Catalina, es quizás el edificio religioso más antiguo de la villa. Situada un poco apartada de la Puebla Vieja (hoy, desgraciadamente, se halla rodeada de casas nuevas de vecindad), aunque perteneciendo a ella, se encuentra entre las calles de Emperador, Regatillo y Callejilla, pudiéndose acceder al monumento después de pasar la Puerta de la Blanca. Antes, según Bravo y Tudela (1873), estaba “extramuros de la villa, camino de Liendo”. Según este mismo autor “fue de monjes benedictinos y le unió al de Santa María de Puerto una señora llamada Dª Juliana en la era de 1079 (año 1041)”. Yepes 1607-1616 (P. DE URBEL, 1960, t. III, cap. CLXXIV, p. 110, da una fecha para este documento, algo anterior [1038]). Muy implicada con la vocación marinera de los laredanos -fue siempre el asiento de la cofradía de Hijosdalgo navegantes y mareantes-, su aspecto es algo contradictorio, pues por una parte tiende a la magnificencia, al ser de un tamaño que excede al que es normal en las iglesias que, como ella, tienen una sola nave, tanto en altura como en anchura. Llama la atención su espléndida espadaña, colocada sobre el muro hastial de occidente, de tres pisos de troneras, cuatro en el primero, dos en el segundo y una en el tercero, pudiéndose considerar como la más potente del románico montañés. Iglesia de tal conformación es raro que toda ella, salvo esquinales y vanos de los muros laterales (una puerta al sur, un ventanal al norte y tres aspilleras en el ábside) sea de mampostería, incluida la espadaña y la cabecera. Al exterior, pues, aparece como una típica iglesia románica de una sola nave, ábside semicircular y presbiterio recto, y sin ninguna clase de contrafuertes. Tanto el ábside, como los muros del presbiterio, se coronan por cornisa moldurada, de sillería en caveto, sostenida por canecillos de proa de nave. Los muros de la nave han debido de mantener siempre una cubierta de madera. La puerta del mediodía, a la que se accede por una escalera de seis peldaños, parece pequeña y sin chambrana ni arquivoltas; el arco simple, apuntado, apoya sobre cimacios de caveto decorados con bolas. Debido a su estado muy erosionado, en 1979, cuando estudiamos por primera vez la iglesia, la restauración ha colocado otros nuevos que suprimieron las bolas. Hay ausencia de capiteles y fustes, y sólo unas jambas de seis bloques de sillería en cada lado. El interior es espacioso, destacando las proporciones del ábside, presbiterio y arco triunfal. El ábside tiene los tres ventanales típicos de los ábsides románicos, pero sin ningún tipo de añadidos, tan sólo el abocinado característico de estos vanos y la armadura de medio punto. Posee también bóveda de horno apuntada y de mampostería, que se separa del muro por una imposta de caveto sin ningún tipo de decoración y que corre después sobre los muros del presbiterio que lleva bóveda apuntada. Una credencia de arco semicircular destaca en el muro de la epístola. El arco triunfal es ancho, alto y doblado, con perceptible apuntamiento y carga sobre cimacios moldurados que son continuación de la imposta citada de la cabecera. Otros vanos de la iglesia, a más de los citados, son una ventana ancha, en el muro norte, frente a la puerta del mediodía, con arco de medio punto apoyado en cimacios lisos; y una aspillera con arco semejante, en el presbiterio de la epístola. Una nueva aspillera de reducido tamaño, abrieron, con borde de sillería, en el muro de la nave del Este, junto al arco triunfal. La iglesia de San Martín fue restaurada no hace muchos años, perdiendo el aspecto de ruina que tuvo hasta entonces. Sin poder tener testimonio documental o epigráfico que nos asegure su cronología, su simplicidad y sus repetidos arcos apuntados, así como su planta, nos colocan a San Martín de Laredo en un siglo XII avanzado, o de principios del XIII. Sin embargo, la existencia de esta iglesia (no desde luego en su fábrica actual) consta ya documentalmente en una escritura de 1068, del monasterio de Santa María de Puerto en la que varios nobles propietarios y fieles, contribuyendo a la restauración de la abadía de Santoña, iniciada por Paterno en 1047, la entregaban los “quiñones” que ellos tenían en la iglesia de San Martín de Laredo que, por lo tanto, pasó a depender del monasterio portuense. Esta pertenencia de San Martín de Laredo al de Santa María de Puerto pudo acabar más tarde por el interés de Alfonso VIII en recabar del abad de Puerto, varias iglesias con sus bienes, a fin de repoblar Laredo, y entre ellas debió de estar la de San Martín de la villa pejina, pues en las pesquisas que el mismo rey mandó hacer en 1210 sobre las pertenencias que Santa María de Puerto tenía en esa fecha, no figura San Martín que muy posiblemente fue una de las que Alfonso VIII tomó a Puerto para su política repobladora, y su fábrica actual es posible se levantase en este momento crucial de la concesión del fuero en 1200 a la villa que hoy viene llamándose “Capital de la Costa Esmeralda”. Toda la iglesia fue restaurada con bastante acierto, aunque permitiéndose algunas libertades, como abrir una puerta en el bajo y dentro de la espadaña que no constaba en nuestra descripción ni en nuestro plano, aunque pudo tal vez ser olvido nuestro. Hay que suponer que el aspecto del edificio que ahora vemos sería el que tendría cuando fue construido.