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Vista de la iglesia con sus canecillos de caveto

Identificador
39093_07_005n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 52' 30.08'' , -4º 7' 46.60''
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa Juliana

Localidad
Hormiguera
Municipio
Valdeprado del Río
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
MODIFICADA EN EL SIGLO XVI, como la mayor parte de las iglesias de Valdeprado y Valderredible, Santa Juliana de Hormiguera mantiene interesantes restos románicos, aunque la mayor parte de la fábrica haya sido transformada muy posteriormente con ampliaciones, tanto en la cabecera como en la nave. La estructura exterior, sin embargo, poco ha cambiado. Con objeto de instalar nuevas cubiertas, en el siglo XVI se alzaron los muros, aunque la nueva cornisa conservó la mayor parte de los canecillos de la nave, que son quince en el muro norte y diez en el del sur. Todos son iguales, de caveto, con dos rollos, uno arriba y otro abajo. El hastial occidental, donde está la espadaña, que fue modificada en el XVI-XVII, se conserva un arco, ahora ciego, que tuvo un deseo de continuación que no se realizó, pero que debía incluir una pequeña puerta –hoy lugar que en el interior conserva la pila bautismal– cuyas jambas están decoradas con cimacios realizados por los canteros que operaron en los de la puerta principal del mediodía. Para qué era el arco cegado, y la puertecita que se pensó abrir, es algo que no podemos averiguar. La citada puerta principal, protegida por un pórtico de 1888, está constituida por una arcadura sencilla y apuntada compuesta por dos baquetones y dos escocias, adornadas estas por puntas de diamante o cabezas de clavo. Apoyan estas arquivoltas en capiteles historiados, cuyos cimacios lisos son solo biselados. El capitel de la izquierda esculpe una composición simétrica, que consiste en tallar, en cada uno de sus lados, cuadrúpedos de patas de seis garras amenazadoras, que mantienen, encima de sus lomos, unas aves, también fabulosas, que introducen su pico en el de los cuadrúpedos, como si estuviesen mutuamente alimentándose. Del vientre de estos últimos suben dos cintas paralelas que parecen unir a los dos animales y acaban en lo alto del capitel en hojas lanceoladas. El capitel de la derecha es de difícil desciframiento. Se trata de dos figuras, que pueden ser lo mismo masculinas que femeninas, que, en postura que parecen indicar sedente, visten los mismos complicados y extraños atuendos: un vestido de dos alturas, de paralelos pliegues, que parecen tubos de órgano, que les llegan hasta los tobillos. Los rostros de ambos personajes, han sido parcialmente destrozados, lo mismo que algo imposible de suponer que, bajando de la esquina de la cesta, les separaba. El individuo de la izquierda dobla su brazo derecho y agarrando en su mano algo inconcreto parece colocarlo sobre el pecho. El de la derecha debe de estar sujetando un libro, y el brazo derecho puede que lo tenga extendido buscando la rodilla derecha. Los vacíos que en la cesta quedan, tanto a izquierda como a derecha, los llena, el cantero románico, con una gran flor de cuatro y cinco pétalos de peciolo muy marcado, completado en la izquierda por dos volutas superpuestas. Pero el misterio de lo que estas dos figuras, tan hieráticas y solemnes, quieren decirnos, creo que ha de quedar sin segura resolución. Los cimacios de la misma entrada de la puerta, colocados sobre las jamba,s son de rosetas de catorce pétalos, inscritas en círculos separados por haces de tres tallos, en el derecho, y de cinta serpentiforme, en el izquierdo, que va envolviendo en sus nodos, arriba y abajo, palmetas de seis hojas abiertas en abanico. Las basas de las columnas o fustes de la puerta, se han convertido en dos simples discos abocelados, separados por una hendidura, que apoyan sobre gran moldura tronco piramidal y ésta sobre plinto cúbico. El interior de la iglesia poco conserva de románico, pues el abovedamiento gótico la ha transformado. Así, el ábside rectangular, que fue seguramente de cañón apuntado, hoy se cubre con bóveda de nervios de ocho plementos que salen de ménsulas en forma de tiestos, ya góticas. La nave, aunque iniciada como ojival nervada, pues conserva las ménsulas angulares idénticas a las de la cabecera, es hoy de techo plano. El arco triunfal es ya del siglo XVI, de medio punto, y apoya sobre pilastras de cimacio moldurado con una gola entre listeles. La pila –situada, como apuntamos, en un pequeño edículo que se abrió en el hastial occidental y que pudo ser una reducida puerta después tapiada, pues tiene cimacios decorados por cinta serpentiforme como los de la puerta meridional– es, aunque sencilla y sin decoración, de tipo románico, limpiada hace pocos años para adecentarla, forma troncocónica y colocada sobre sustentante cilíndrico. Mide: altura de la cuba, 64 cm; diámetro, 101 cm; basa, 16 y borde o grosor, 12.