Identificador
39102_08_015n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 19' 26.38'' , -3º 29' 10.73''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
San Bartolomé de los Montes
Municipio
Voto
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Claves
Descripción
APESAR DE SER ESTE PUEBLO DE SAN BARTOLOMÉ de los Montes el más olvidado en los documentos medievales, conserva una iglesia que mantiene una arquitectura, en su ábside sobre todo, con interesantes vestigios de un románico languideciente, ya muy tardío y con muchas notas de una marcada transición, dentro de una corriente popular, sobre todo en lo decorativo. En su alzado actual se nos presenta con plano y alzado de diversas épocas, como es muy normal que suceda en muchas de las iglesias de Cantabria, de tal manera que, como ellas, viene a resultar su total arquitectura una especie de muestrario de sucesivas aportaciones de los gustos y estilos de cada época. Se inició, en lo que vemos, en las mediadas décadas posiblemente, del siglo XIII, con una inercia románica muy evidente en lo decorativo, pero con un conocimiento de las técnicas aún incipientes del gótico. Sí parece que se proyectó desde el principio con notas constructivas ya avanzadas que se manifiestan bien definidas en el ábside: altura destacada, y anchura poco normal en el románico popular clásico del siglo XII, así como contrafuertes exteriores, cuatro, escalonados y fuertes, capaces de poder armar una bóveda de nervios de siete plementos, todo ello con una indudable influencia de los monasterios cistercienses de los años finales del XII. Al exterior, el ábside mantiene su característica románica, con cabecera semicircular y cornisa sencilla de caveto, en sillería, sostenida por una larga serie de canecillos, muchos de nacela, simples, pero otros con cabezas de bóvido o de animales indeterminados. Hay uno de rostro humano, muy rústico, como careta, y otros con trazos geométricos: aspas resaltadas (quizá recordando la cruz de San Bartolomé), tres círculos concéntricos, rollo, etc. Dado el tamaño del ábside, su número es abundante, unos treinta, contando los de los laterales del presbiterio, que son en total nueve. Estos muros presbiteriales, aunque rectos, son poco destacados, formando casi línea con el semicírculo absidal. En toda la cabecera se abren, en total cuatro huecos, no románicos, y uno, en el muro norte del presbiterio en forma de ventana de arco de medio punto, sin destacar decoración, que se reduce después en aspillera. Tuvo la iglesia, ya en el muro meridional de la nave, una puerta amplia, de arco casi de medio punto con chambrana exterior abocelada. La puerta fue posteriormente cegada con cal y tejas, por lo que no se puede suponer si tuvo arquivoltas. Quedan, sin embargo, unas jambas en el lateral izquierdo que pueden, quizás, suponerlas, pues son visibles los cimacios decorados con círculos concéntricos, tres, tal como vimos en un canecillo del ábside. En el interior, la iglesia deja ver un ábside convertido en pentagonal, por medio de una alta arquería ciega, de arcos levemente apuntados, que apoyan en seis columnas de fustes entregos y con varios tambores, dos de ellas ocultas por el retablo principal de la iglesia. La cubierta del ábside, pues, es de nervios muy sencillos que separan siete plementos, en claro abovedamiento cisterciense. Toda la iglesia, incluido el ábside, es de mampostería, siendo tan sólo de sillería los elementos sustentantes, nervios, pilastras, columnas, etc., lo que lleva a considerar que no hubo mucho poder económico impulsor, ni tampoco se pudo contar con técnicos escultores destacados. Los capiteles de las columnas del ábside, las visibles, son de tipo cimacio, tal como aparecen también en la ermita de San Martín de Posadoiro, en Barcenilla de Piélagos. El primero de la izquierda, muy fracturado, es rectangular con tres grandes listeles horizontales remetidos y lisos. El de la segunda columna, hacia el retablo, es también capitelcimacio de tres lados muy definidos con dos listeles de gran relieve, arriba y abajo, que se han decorado, tanto en el centro como en los laterales de la cesta, con destacadas cruces o aspas de San Bartolomé. Los capiteles-cimacios de la derecha del ábside, son, de dentro a afuera: el primero, también muy definido como taco rectangular aplastado, lleva en su cara frontal tres dientes de lobo grandes, en lo alto, y cuatro semicírculos en la franja baja. Los laterales se decoran con sendas aspas o cruces. El capitel-cimacio de la columna, última visible del ábside, repite un juego de cruces de San Bartolomé entre dos listeles horizontales. El arco triunfal es gótico, no excesivamente apuntado, formado por chambrana y tres boceles iguales en el intradós, y carga sobre cimacios, tanto el izquierdo como el derecho, decorados con los repetidos tres círculos concéntricos que vimos en la puerta y en los canecillos. Ambos cimacios son sostenidos por pilastras construidas de sillería. Se da así paso a una nave, de mayor altura que el ábside, de planta rectangular, que se cubre de nervios y claves que parten de ménsulas con máscaras de agresivo gesto, ya totalmente cargadas de goticismo. A esta nave, y pegada a ella a su occidente, se colocó, ya en el siglo XVII o XVIII, una muy fuerte torre-campanario, de dos cuerpos, el más alto de sillería, con troneras al mediodía.