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Capitel sur del arco triunfal

Identificador
40359_01_007
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 22' 49.92" , -4º 0' 1.29"
Idioma
Autor
Raimundo Moreno Blanco
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Pedro en Cátedra

Localidad
Fuente el Olmo de Fuentidueña
Municipio
Fuente el Olmo de Fuentidueña
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SAN PEDRO en Cátedra de Fuente el Olmo de Fuentidueña se encuentra ubicada en el noroeste de la trama urbana, abierta a una plaza de considerables dimensiones teniendo en cuenta la superficie total de la población, en la que también se yergue el Ayuntamiento y es cruzada en su extremo suroccidental por el arroyo de Las Redondas. De ella la separa un pequeño atrio ajardinado de planta cuadrada delimitado por un bajo pretil. El costado norte se abre a campos de labor. En lo estructural ha variado en gran medida la imagen de este templo desde el momento de su primera traza y edificación hasta hoy, constituyéndose en uno más de los muchos ejemplos de heterogeneidad estilística en las fábricas tan común en la arquitectura española, y en consecuencia, en la segoviana. Al interior, el plan románico se debía atener en planta al sencillo modelo de única nave rectangular cubierta por una armadura de madera yuxtapuesta a una cabecera canónica constituida por el tramo recto presbiterial y hemiciclo para el ábside, ambos cubiertos con las consabidas bóvedas de medio cañón, -aquí algo apuntado-, y horno respectivamente. Sin embargo, al exterior muestra la peculiaridad de la ubicación de la torre, elevada sobre la cabecera, -modelo repetido en la cercana San Miguel de Bernuy-, transformando el semicírculo interior en testero recto al exterior al que se abre un ventanal en el que más adelante incidiremos. A buen seguro completarían el edificio un pórtico y la sacristía, ambos añadidos probablemente al sur y que fueron sustituidos por la nave meridional y la nueva sacristía. Esta estructura original fue modificada en el renacimiento, con certeza en la primera mitad del siglo XVI, momento en el que se incluye el espacio del pórtico al interior del templo mediante la apertura de dos grandes arcos de medio punto en el muro sur que dan lugar a la nueva nave que culmina en testero recto, dotándola posteriormente de la actual portada. Con este tipo de intervenciones se perdía en parte la “belleza” o el “decoro” entendidos desde la estética medieval, ya que las dificultades para seguir la liturgia que se originan desde la nave lateral hacen que la forma artística no esté convenientemente conformada para el óptimo desarrollo de su fin (vid. JAQUES PI, Jéssica, La estética del románico y el gótico, Madrid, 2003, p. 38). En las mismas fechas se alarga la nave principal, incluyéndose el tramo que hoy ocupa el coro como deja patente la ausencia de canes al exterior y se recrece la torre dando lugar a los vanos para campanas que la rasgan actualmente. Está litúrgicamente orientada y compuesta en su mayor parte en mampostería, empleándose la sillería únicamente en esquinales, portada y encintado de vanos. Al interior los restos románicos se concentran en la cabecera, a la que da paso un triunfal apuntado y doblado que apea en sendas semicolumnas rematadas en capiteles de cestas decoradas bajo cimacios de listel y nacela que se prolongan por el muro oriental de la nave y el presbiterio. El situado al norte muestra una curiosa iconografía en la que asoma un rostro infantil entre grandes hojas de acanto distribuidas en tres alturas con marcados pétalos radiales y nervio central que rematan sus puntas en volutas. El del sur muestra una escena en la que un león es asfixiado con una cinta perlada por un personaje vestido con túnica en presencia de un soldado ataviado con cota de malla y blandiendo espada y escudo. En el mismo capitel, el lado que mira al presbiterio se encuentra muy deteriorado, distinguiéndose en él un nuevo león de similar morfología a la del anterior pero en este caso con un jinete a su grupa y que parece también estuviese tratando de asfixiar al felino por la forzada posición de su cabeza. Quizá mostrando la victoria del bien frente al mal representado por el león. Ambos capiteles pertenecen a la mano de un seguidor del llamado “Taller de Fuentidueña” como dejan patentes las representaciones humanas, sobre todo en los casos de los rostros en las orejas salientes y pelo distribuido en gruesos mechones. Los leones se disponen en oposición, ambos con la cola entre las patas y vuelta sobre los cuartos traseros, se representa su pelaje por medio de grandes crines y mechones ensortijados. En la figura del soldado destaca la minuciosidad del trabajo de su vestimenta y la textura del escudo representada en pequeños rombos similar en parte a la disposición del plumaje que emplean los seguidores de este taller para las aves. A la torre se accede actualmente mediante un husillo adosado al costado norte de la cabecera que nos lleva al extradós de sus bóvedas, lugar al que se accede por medio de un vano de medio punto con claras marcas de labra a hacha en las dovelas. En el muro opuesto queda cegada otra puerta de las mismas forma y dimensión que hoy ha perdido su función. Al exterior el resto más sobresaliente lo forma el ventanal dispuesto en el muro oriental de la cabecera, situación que lo emparenta con el similar de la parroquial de San Miguel de Bernuy y con el de Torrecilla del Pinar, aunque en este segundo ejemplo no se muestre decoración alguna. Se compone de una cegada saetera que derrama al exterior trasdosada por dos roscas de arista viva. La exterior apea sobre jambas y la interior sobre sendas columnillas de basa ática, fustes monolíticos y capiteles labrados, rematando en cimacios de listel y chaflán con una línea incisa. Todo ello queda acogido por una chambrana con decoración de billetes. Los capiteles representan dos cabezas de aves afrontadas que surgen de una maraña de tallos ondulantes que rematan en tripétalas en la parte superior, al sur; y al norte, un centauro en el momento de disparar su arco, que curiosamente ha perdido la saeta, vuelto sobre los cuartos traseros. En opinión de Ruiz Montejo habría que poner en relación la decoración del vano con la de San Miguel de Bernuy y con la escultura de Pecharromán aunque en este caso la factura revele que se trata de manos menos expertas a la hora de ejecutar el trabajo, lo que va llevando cada vez a formas más ambiguas e indefinidas. Como se ha dicho la nave principal fue alargada en el momento de la gran reforma del templo en la primera mitad del siglo XVI. Prueba de ello son las hileras de canes, -de rollos y nacelados al norte y muy perdidos al sur-, que aún se mantienen a ambos lados de la cornisa y que dejan patente la longitud primitiva de la nave. A la vista de ésta hemos de advertir la muy distinta proporción que ofrecería dada su gran altura y la escasa longitud, algo que no debió ser extraño en muchas construcciones de la época ya que hemos de tener en cuenta que en muchas iglesias se alargaban las naves o se sustituían las cubiertas de madera -más altas- por otras de yeso tabicadas que achaparran el espacio dando lugar a lo que hoy nos parece la proporción más común. En la nave de la epístola se ubica la pila bautismal, construida en caliza y de copa semiesférica. El vaso, de 124 cm de diámetro y alto de 73 cm se yergue sobre un pie semicilíndrico de 27 cm de altura al que le une un pequeño bocel. La decoración de la copa se dispone cercana a la embocadura y se forma mediante una cenefa de arquillos de medio punto invertidos y horadados con trépano en cinco incisiones, en las enjutas triángulos igualmente horadados y en la parte inferior tres junquillos incisos. A la vista de las muestras medievales conservadas hemos de inferir para la primera traza del templo una cronología tardía, que probablemente nos sitúe hacia la mitad del siglo XIII.