Identificador
34810_09_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 47' 4.90'' , -4º 19' 51.71''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Quintanilla de la Berzosa
Municipio
Aguilar de Campoo
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA FISONOMÍA ARQUITECTÓNICA del edificio presenta como estructura principal una caja muraria rectangular compuesta por una sola nave dividida en dos tramos de desigual longitud y cabecera única rectangular. Además cuenta con espadaña y cuerpo de acceso a ella adosado en su lado septentrional, sacristía en el meridional -adosada a la cabecera-, osario exterior en el lado sur, entre el primer y segundo tramo de la nave, y pórtico adosado al norte soportado por un pie derecho de madera con zapata sobre murete. Exteriormente esta compartimentación interna no es perceptible ya que presenta un desarrollo longitudinal muy lineal, con nave y cabecera a una misma altura. Todo ello, a excepción del pórtico, trabajado con una excelente sillería arenisca de veta amarilla y grano fino. En su interior -totalmente enjalbegado con despiece de sillares en azul y zócalo con línea amarilla- observamos determinados aspectos que por sí solos indican que nos encontramos ante un templo que ha sufrido, a lo largo de su dilatada historia, distintas transformaciones. En este sentido indicar que a nivel de cubiertas hay varias soluciones: desde la utilización de la bóveda estrellada en el segundo tramo de la nave y ábside a la de la bóveda de cañón apuntado en el tramo de los pies, pasando por la simple cubierta de madera en la sacristía -en este caso con enlucido de yeso- y atrio. La actual portada reaprovecha el arranque sobre el muro de una anterior. El último testigo constructivo de las remodelaciones lo encontramos en los soportes. En el exterior destaca la existencia de contrafuertes angulares en la cabecera -del mismo modo que en San Cebrián de Mudá- y sacristía, otros -de distinto perfil y grosor- salpican los muros de la nave. En el interior aparecen pilastras, ménsulas angulares, semicolumnas adosadas y un arco rebajado a la altura del primer tramo con el objeto de contrarrestar las presiones ejercidas por la cubrición del primer tramo de la nave. Al exterior, sobre el hastial occidental, se recorta la silueta de la espadaña articulada en dos niveles a base de molduras simplemente naceladas. El inferior con doble vano apuntado y el remate con un solo vano apuntado y coronado con piñón nacelado. A excepción de los de la espadaña y portada, el resto de los vanos o ventanales abiertos en el edificio presentan facturas tardías de distintos tipos (arcos conopiales, saeteras, rectangulares, etc.). Nos encontramos por tanto ante un edificio prácticamente rehecho en el que los vestigios de una fábrica románica primitiva son prácticamente accidentales. Huellas de la primitiva construcción románica de finales del siglo XII o principios del XIII aparecerán sólo en los muros del tramo de los pies de la nave, espadaña, muro septentrional y en el interior del ábside en donde parecen reaprovecharse algunos sillares. Tanto la sacristía como el atrio reformado pertenecen ya a otras fases mucho más tardías realizadas desde el siglo XVIII hasta nuestros días. El edificio sufrió una renovación general a finales la edad media, renovación patente de forma especial en la cabecera y segundo tramo de la nave. En palabras de García Guinea la iglesia de San Martín de Quintanilla de la Berzosa es un “monumento interesante, pues vemos en ella palpablemente el choque de la idea constructiva románica con la nueva inventiva gótica que, muy lentamente y venciendo fuerzas tradicionales, va sustituyendo a la vieja estructura de los siglos XI y XII. . . “ Poco más que anecdótica -a tenor de lo conservado- cabría considerar la decoración esculpida de cronología románica existente en la iglesia de San Martín. La causa hemos de buscarla en las múltiples renovaciones sufridas por el edificio a lo largo de los siglos y de las que ya hemos dejado constancia al hablar de su arquitectura. Una de las zonas del edificio que mejor deja apreciar estas transformaciones es el muro norte de la nave, en el que se abre la portada. Dejando al margen su atípica ubicación septentrional, su factura es propia de un gótico de finales del siglo XV o principios ya del XVI, y obra -muy probablemente- del mismo taller que trabajó en Corvio y Matamorisca si tenemos en cuenta las columnillas y jambillas helicoidales que aparecen en Quintanilla. La portada es de medio punto y cobija una pequeña entrada bajo arco carpanel. Posee una chambrana de tosco cordón que descansa sobre una ménsula rostrada a cada lado. Las arquivoltas están decoradas con toro y escocia y pequeñas jambillas góticas, así como con capiteles helicoidales a modo de friso corrido. En el espacio destinado a albergar el tímpano aparece una pequeña placa con un tosco relieve que pudiera ser medieval en la que se representa un personaje masculino con báculo, probablemente San Martín. Esta misma disposición de los capiteles -a modo de friso corrido- la encontraremos en el interior del templo como apreciamos en los capiteles historiados del arco triunfal: el del evangelio representa aves afrontadas, esquema compositivo que sigue claramente una tradición figurativa muy utilizada en el románico. Otro esquema muy diferente siguen los capiteles del último tramo de la nave (siglo XIII), que presentan la cesta lisa y una decoración tremendamente esquemática con bolas angulares y cimacios de caveto. Una mayor antigüedad y calidad denotan los dos capiteles que -en un principio considerados canecillos por ubicarse en el alero del muro norte de la nave- aparecieron al retirar el piso alto del atrio, utilizado como granero. Son los únicos testigos, junto con las arquivoltas reaprovechadas, de la originaria decoración románica. Casi con total seguridad podemos afirmar que no fueron tallados para columnas exentas y sí para ser adosados puesto que no tienen trabajada toda la cesta, presentando un corte recto en uno de sus lados. Uno de ellos -el del lado izquierdo- representa una sirena de doble cola y una Virgen sedente que acoge al Niño sobre sus rodillas además de un personaje alado; el cimacio aparece decorado a base de arquillos. Presenta una talla muy popular emparentada acaso con la utilizada en la portada de Vallespinoso de Aguilar. El capitel del lado derecho también posee decoración figurada: aparece un clérigo sedente concelebrando flanqueado por dos asistentes, uno de ellos porta un libro y una cruz procesional, un personaje alado se coloca en la zona superior. En su correspondiente cimacio aparecen arquillos que están en la línea de los existentes en el monasterio de Aguilar de Campoo (MAN), Santa Eulalia de Barrio de Santa María y en uno de los capiteles figurados de Santa Eufemia de Cozuelos. Los dos capiteles reaprovechados en el tejaroz apoyan sobre rudas ménsulas decoradas con cabezas masculinas que parecen de cronología posterior. También en este muro norte se conservan canecillos tardogóticos muy deteriorados con cabezas rostradas -uno de ellos con estrellas- similares a los conservados en los ángulos de la cabecera. Los restantes canecillos son de simple nacela de una cronología que podemos establecer en torno al siglo XV. El interior ofrece una escultura popular que recuerda, aunque sea de forma tangencial, ciertos prototipos flamígeros (en este caso los ángeles portadores de escudos que decoran las ménsulas del primer tramo) muy deformados y en versión ruralizada, idénticos a los que decoran las ménsulas de una de las bóvedas de Montoto de Ojeda. Formaría parte de ese elenco de edificios del norte de la provincia de Palencia en los que los restos tardorrománicos sobrepasan unas cronologías tradicionalmente tardías que perduran, en algunos casos, hasta el siglo XV. Desde este punto de vista, lo románico, escaso y descontextualizado, sólo entabla contacto con el edificio a partir de su posición en la caja de muros. El Centro de Estudios del Románico de Aguilar de Campoo, procedió en el transcurso de los años 1989 y 1990 a la realización de una serie de obras encaminadas a la consolidación y rehabilitación de su fábrica, dado el alarmante estado de deterioro en el que se encontraba. Fruto de esta actuación es no sólo el aspecto que hoy en día presenta, sino el descubrimiento de los dos capiteles tardorrománicos del muro norte a los que hemos hecho alusión.