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Vista general desde el lado sur de Sant Esteve de Guils de Cerdanya

Identificador
17082_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.448000, 1.878010
Idioma
Autor
Montse Jorba i Valero
Sol Riera Alier
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Esteve de Guils de Cerdanya

Localidad
Guils
Municipio
Guils de Cerdanya
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Esteve de Guils de Cerdanya

Descripción

GUILS DE CERDANYA

 

Guils de Cerdanya pertenece a la comarca de la Baixa Cerdanya. Su término municipal, presidido por el pico del Puigpedrós (2914 m), tiene forma alargada y se extiende del Noroeste al Sureste, a poniente de Puigcerdà, ocupando una extensión de 22 km². El municipio comprende el pueblo de Guils, el de Saneja, los vecindarios de Sant Martí d’Aravó y Sant Martí de Cerdanya, y el despoblado de Senillers, además de varias urbanizaciones. La carretera N-260 pasa por la parte meridional del territorio, y una carretera vecinal (GIV-4035) lo cruza de Norte a Sur, facilitando la comunicación entre sus pueblos y aldeas, y la zona boscosa de la Mànega, al Norte, donde se encuentra la estación de esquí nórdico de Guils-Fontanera.

 

El topónimo Eguils aparece mencionado en documentos del siglo ix y en el acta de consagración de Santa Maria de la Seu d’Urgell. En 1035, el conde Guifré de Cerdanya legó a su hijo Arduí el señorío que tenía en la villa de Guils. La parroquia de Guils perteneció durante este siglo al monasterio de Sant Martí del Canigó. En el siglo xiv, el lugar de Guils pasó a manos del señorío de la abadía de Santes Creus.

 

Dejamos constancia de que, en el municipio, existió la iglesia románica de Sant Martí d’Aravó, que está documentada entre los siglos x y xiv. Sin embargo, el edificio actual no parece conservar vestigios medievales. Otro elemento notable del término es el puente de Sant Martí sobre el río Querol. De origen romano, formaba parta de la Strata ceretana, la vía que conectaba Ruscino con Ilerda. La construcción actual es mayoritariamente de carácter gótico, y constan importantes reformas entre los años 1324 y 1328. Se trata, en cualquier caso, del mejor ejemplo de puente medieval conservado en la Cerdanya.

 

En el entorno del puente constan, desde la Edad Media, varios molinos y, posteriormente, algunas herrerías y fábricas de hilados. A lo largo de la historia ha sido un lugar de paso fundamental para la villa de Puigcerdà, y sigue hoy en uso, a pesar de las peticiones a favor de su preservación como monumento de interés histórico artístico.

 

 

Iglesia de Sant Esteve

 

La iglesia de Sant Esteve está situada a 1.382 m de altura, en la parte alta del pueblo de Guils. Desde el lugar se divisa una magnífica panorámica visual, que abarca las montañas del Puigmal, la Tossa d’Alp y las sierras del Cadí y el Moixeró. Se accede por la carretera GIV-4035, que parte de una rotonda en el km 180 de la N-260.

 

La primera mención a Sant Esteve de Guils la encontramos en el acta de consagración de Santa Maria de la Seu d’Urgell, fechada en el 819 pero redactada entre finales del siglo x y el inicio del xi. Se conoce documentalmente la fecha de consagración de la iglesia, que tuvo lugar en el mes de agosto del año 1042, celebrada por el obispo de Urgell Guillem Guifré. Según una bula del papa Alejandro III, sabemos que en el año 1163 pertenecía a la abadía de Sant Martí del Canigó (Conflent). Parece que en esta etapa se construyó el templo actual, sobre los restos de una fábrica anterior. Asimismo, aparece citada en las Rationes decimarum, de 1279-1280, donde se relacionan las iglesias que contribuyeron a las cruzadas. Pocos años después, entre 1312 y 1314, recibió la visita de los delegados pastorales del arzobispo de Tarragona. Posteriormente, en el siglo xiv, pasó a depender del monasterio de Santes Creus (Alt Camp).

 

En el año 1800, el párroco de la iglesia, el padre Pascual, encontró un pergamino que relataba el acta de consagración, como era preceptivo según el ordo narbonense que se seguía desde el siglo ix en los obispados catalanes. Estaba dentro de una arqueta de madera policromada que también contenía reliquias, todo ello alojado en el ara del altar mayor. El párroco hizo una transcripción del documento y lo devolvió a su lugar en la cavidad del altar. En 1936, los miembros del comité revolucionario destrozaron el lugar, y el pergamino, según relató un vecino de la localidad, quedó vagando por las calles hasta que desapareció.

 

La iglesia del siglo xii se levantó sobre una plataforma rocosa que propició que por el costado norte quedara parcialmente enterrada, mientras que por el costado sur queda ligeramente elevada. Se trata de un edificio de planta rectangular, de una sola nave con ábside semicircular y cubierta con bóveda de cañón apuntado, más pronunciado en la parte de la nave. El ábside tiene dos ventanas, una en el centro y otra en el lado suroeste; esta última da a una sacristía que, igual que dos capillas laterales, se construyó con posterioridad a la obra románica.

 

El muro lateral de mediodía alberga la puerta de acceso, que al igual que el ábside está decorada con relieves en canecillos y capiteles. Destacamos la suntuosidad ornamental que se pone de manifiesto en el ábside y en la portada de acceso, una de las más monumentales de la Cerdanya.

 

La atenta observación del aparejo muestra las distintas etapas constructivas del edificio. En la base del ábside destaca un banco a base de sillares graníticos, algunos de grandes dimensiones (50 x 120 cm), que según historiadores y arqueólogos de la zona podrían tener un origen romano. A continuación, encontramos una cornisa biselada que sirve de apoyo a una hilada de grandes sillares, para continuar con otras que alternan sillares de tamaño mediano con otros de menor dimensión. Los muros septentrional y meridional presentan el mismo tipo de grandes sillares, colocados también en hiladas regulares. Destacamos que en el muro sur se observa una base de varias hiladas a base de sillares de tamaño irregular, que enlazan con el resto de hiladas constituidas con los grandes sillares graníticos y de buena factura, ya mencionados. La fachada de poniente, rematada por un gran campanario de espadaña de tres vanos, muestra una abertura en forma de óculo que substituyó a una ventana de doble derrame, adovelada, con arco de medio punto, que se ha reconstruido con poco acierto. En el interior, el aparejo sólo es visible en la zona del ábside hasta el arranque de la bóveda de cuarto de esfera abocinada, que está encalada al igual que el resto de los muros interiores del templo.

 

El exterior del ábside está compartimentado en cinco secciones delimitadas por dos pilastras y dos medias columnas, adosadas al tambor. Éstas enmarcan la ventana adovelada del centro del ábside, de derrame sencillo y doble arco de medio punto rematado por una chambrana lisa. Las dovelas y jambas de la ventana están decoradas con bolas siguiendo la influencia de la catedral de la Seu d’Urgell. La decoración del ábside se completa con un grupo de once canecillos, con motivos ornamentales antropomorfos, vegetales y zoomorfos, sobre los que se asienta un friso de dientes de sierra coronado por una cornisa biselada. De todos ellos destaca una cabeza coronada con una cruz enmarcada, justo en el centro, que según M. Durliat evocaría la presencia de Cristo. Los capiteles de las pilastras y medias columnas son de forma y factura rudimentaria. El que corresponde a la derecha muestra tres ondulaciones horizontales superpuestas que simulan olas de agua de las que sobresale una bola flotando. En el de la izquierda observamos cuatro cabezas y una pequeña figura acurrucada en el centro, que muestra las nalgas al igual que en un capitel del claustro de la Seu. Este tema se repite, aunque con algunas variantes en el capitel de la pilastra derecha y en una ménsula de la fachada sur. De las dos pilastras, sólo es visible la de la derecha de la ventana absidal y llama la atención por la decoración a base de medias bolas, muy desgastadas en los cavetos exteriores que, como hemos mencionado, siguen el modelo de la catedral de la Seu d’Urgell.

 

La fachada meridional sigue el modelo también presente en otras iglesias de la zona de la Cerdanya, es decir, está rematada por una cornisa biselada sostenida por trece canecillos esculpidos, nueve con forma de cabezas humanoides, y el resto con diferentes diseños, de los que destaca la que representa una mariposa o libélula, o la figura que muestra las nalgas.

 

La puerta de acceso, a modo de cuerpo añadido, avanzado del muro, nos muestra una abertura rectangular cerrada con arco de medio punto rematada por una cornisa en bisel, muy deteriorada, sostenida por canecillos con incisión de aspa, un tanto desgastados. Se compone de cuatro arquivoltas en degradación, de sección rectangular, adoveladas y adornadas con molduras. La moldura central está decorada con una cinta helicoidal, apenas perceptible; la interior es lisa y la exterior cóncava. El arco frontal exterior hace las veces de guardapolvo con una cenefa ajedrezada y un grueso bordón con bolas en el caveto. Todo el conjunto se completa con tres pares de columnas de fuste cilíndrico.  Las interiores son monolíticas, al igual que una de las centrales, mientras que las tres restantes poseen un pequeño suplemento en la parte más alta. Sobre los seis capiteles que las coronan vemos unas impostas simples, sin molduras, excepto los dos centrales, decoradas con medias ovas. Los capiteles, muestran una decoración a base de relieves con motivos zoomórficos y vegetales de factura un tanto rudimentaria. El capitel exterior de la izquierda, presenta un par de felinos unidos por las cabezas y acompañados por sendos pájaros cuya misión parece ser la de llenar o adornar el hueco sobre los lomos de los animales. Guarda un gran parecido con un capitel de la portada de Santa Cecília de Bolvir; la cercanía de ambos templos y la similitud de estilo hacen pensar en un mismo taller para ambas portadas, que por las características estilísticas se suelen datar hacia la segunda mitad del siglo xii.

 

Completan el conjunto tres ménsulas con forma de cabezas humanoides, una a cada lado de la portada y la tercera recolocada en el muro de la capilla lateral de mediodía. Cabe señalar, por último, las piezas esculpidas sobre las ménsulas de la fachada, que fueron colocadas en un momento indeterminado del último cuarto del pasado siglo y que no corresponden al edificio, ni conocemos su procedencia, de momento.

 

En el Museo del Prado se conserva un frontal de altar (núm. inv. P 03055), que procede de la iglesia de Sant Esteve de Guils. Aparece mencionado entre las posibles adquisiciones a realizar por la Junta de Museos de Barcelona entre los años 1906-1912. Se expuso en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, y durante la Guerra Civil permaneció en el depósito de obras de arte que la Generalitat ubicó en Manresa. Posteriormente, se sabe que formó parte de una colección íntima, privada y sentimental del industrial y coleccionista Lluís Plandiura, que se guardaba en la casa natal de su padre en la Garriga, y que conocía poca gente. En 1963, los herederos vendieron la casa y las obras que contenía a la familia Maragall propietaria de la Sala Parés de Barcelona, que a continuación lo revendieron todo. El Ayuntamiento de Barcelona tuvo prioridad para escoger, pero no se interesó por el frontal de altar de Sant Esteve de Guils, que sí quiso el Museo del Prado que lo adquirió por 500.000 pesetas. Desde entonces, se puede admirar en la sala 51 C de la planta cero del museo. En la iglesia existe una reproducción.

 

Se suele datar la pieza hacia la segunda mitad del siglo xiii. A pesar de todo, algunos historiadores, ponen en duda su autenticidad.

 

Por otra parte, hasta su desaparición, en 1936, la iglesia de Sant Esteve de Guils albergaba una imagen gótica de la Virgen con el Niño, de finales del siglo xiii. La conocemos por descripciones de J. Martí y M. Delcor, y por una fotografía del Arxiu Mas de Barcelona.

 

 

Elementos de forja de la puerta de acceso

 

La puerta de madera que da acceso al templo de Sant Esteve de Guils consta de dos batientes de madera forrados con plancha fina de metal, que conservan los elementos decorativos de hierro forjado románicos en excelente estado de conservación en toda su superficie y que se podrían datar en la misma época de construcción de la iglesia, hacia la segunda mitad del siglo xii o inicios del xiii, si bien se reubicaron en algún momento del pasado.

 

Se trata de una armadura compuesta por seis barras de ocho volutas con la cara frontal estriada, con cinco surcos en el tramo central y tres en los extremos, con dos espiras muy separadas clavadas con cuatro clavos de cabeza redondeada, abombada. Dos más incompletas, otra completa con la cara lisa y un simulacro de barra compuesta por barra estriada acabada con un par de volutas pequeñas. El conjunto se completa con un tirador completo y el escudo de otro que ha desaparecido. El trabajo de las piezas no es de gran calidad, y podemos relacionarlo con el de la puerta de Sant Martí d’Odello en la Alta Cerdanya (Francia).

 

 

 

Texto: MONTSE JORBA I VALERO – Fotos: MONTSE JORBA I VALERO/SOL RIERA ALIER – Planos: JOSÉ MIGUEL RODRÍGUEZ MANJÓN

 

 

 

Bibliografía

 

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