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Vista general desde el suroeste

Identificador
37319_01_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 54' 12.83'' , -5º 9' 56.10''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Fundación Santa María la Real
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de la Vera Cruz

Localidad
Cantaracillo
Municipio
Cantaracillo
Provincia
Salamanca
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
SEGÚN MADOZ, la única ermita que había en este lugar estaba bajo la advocación del Santísimo Cristo. La Vera Cruz es un ruinoso edificio que se encuentra a las afueras de la población, en el sector occidental, junto a campos de labor. Construido en ladrillo y tapial, de él se conservan la cabecera y parte de la nave, cerrada aquélla para cumplir en otros tiempos las funciones de capilla funeraria y muy desvencijada y ampliada hacia occidente ésta, para albergar el ya desaparecido cementerio. Ábside y presbiterio corresponden a época románica, mientras que la nave -con un eje distinto- es una construcción postmedieval. La cabecera parte de un zócalo de mampostería modernamente reforzado con hormigón, aunque dudamos de su originalidad. Sobre él se eleva el ábside poligonal, conservando seis de los siete paños que tuvo, pues el extremo norte aparece totalmente modificado. Se organiza en dos cuerpos que repiten exactamente el mismo esquema que los inferiores de la parroquial: el de abajo con un arco de medio punto doblado en cada paño, con enmarcamiento rectangular y el superior con arco triple y sin marco; no sabemos si llegó a contar con un tercer cuerpo, aunque no nos parece probable. En el interior el muro es sin embargo perfectamente curvo, con el cuerpo inferior macizo y liso y con el superior alternando espacios lisos con otros clareados con ventanas -tres en total- de triple rosca. La cubierta, tanto aquí como en el presbiterio, ha desaparecido por completo. El presbiterio se ensancha respecto al ábside, y aunque en el lado septentrional se ha perdido, en el meridional guarda bastante bien su forma original, alterada sólo por una puerta moderna. Exteriormente sobre un zócalo liso se organizan dos cuerpos idénticos, en los que un conjunto de arcos de medio punto doblados -tres en cada cuerpo- aparecen enmarcados en un reticulado de rectángulos sobresalientes. En el interior el esquema es muy distinto: dos estilizados arcos doblados recorren el muro desde el suelo hasta donde estuvo el arranque de la bóveda, dejando en el centro un espacio liso de la misma anchura. Entre los restos de enlucidos que se conservan en esta cabecera se llegan a ver algunos retales de toscas pinturas murales, geométricas, aunque no corresponden a la misma cronología que la construcción, pudiéndose fechar tal vez hacia las postrimerías de la Edad Media. Estas pinturas decoraban también el arco toral, de medio punto, hoy cegado, reforzado al exterior por gruesos contrafuertes. Indudablemente la iglesia parroquial y la ermita de Cantaracillo parecen haber sido hechas en un mismo momento, por las similitudes constructivas y decorativas que guardan, aun dentro de algunas diferencias. Nos cuesta mucho creer en la cronología de mediados del siglo XII que supone Antonio Casaseca pues a nuestro entender la estructura claramente poligonal que caracteriza al ábside de la parroquial nos parece ya bastante tardía, a pesar del predominio de los arcos de medio punto. Por ese motivo tal vez haya que pensar en un momento que se acercarse incluso hasta el segundo tercio del siglo XIII, si bien hemos de reconocer que tampoco nuestros argumentos gozan de incontestable solidez.