Identificador
50109_01_113n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 17' 40.28'' , -0º 56' 33.38''
Idioma
Autor
Jesús Andrés Navarro
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
El Frago
Municipio
El Frago
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Claves
Descripción
Situada al norte de El Frago, es de difícil acceso por lo oculta que se encuentra. Se puede llegar a ella por el antiguo camino de Biel, una pista que parte desde las afueras del pueblo remontando el curso del río Arba de Biel por su margen izquierda. Tras unos dos kilómetros aproximadamente de recorrido, divisaremos un campo de cultivo a la derecha del camino. Desde aquí es necesario seguir a pie, bordeando el campo y subiendo al cerro que queda al Norte, siguiendo unos mojones de piedras que nos guiarán hasta las ruinas de la ermita. Antes de comenzar este camino, se recomienda avistarla primero desde la carretera A-1103 que une El Frago y Biel, para ubicar su posición, ya que desde el camino antes citado no es visible debido a la frondosidad de la vegetación. Una vez pasado el punto kilométrico 22 de esta carretera, veremos las ruinas en lo alto del cerro que se levanta al otro lado del río. La ermita, hoy en un estado de ruina avanzada, fue la antigua iglesia parroquial de una aldea medieval conocida como Cheulas. Probablemente quedaría despoblada en la propia Edad Media ya que no aparece en el censo realizado en 1495. Su nombre es fruto de una transformación oral progresiva, ya que en diversos documentos medievales aparece como Cheblas, Acheblas, Alcheblas e incluso Alqueblis. Ubieto no menciona tenentes propios de su castillo, posiblemente porque dependió de los titulares de Biel. La zona del valle del Arba de Biel fue conquistada por el navarro Sancho Garcés I, en 921, aunque perdida al final del siglo x por las algaradas de Almanzor. La nueva conquista cristiana fue realizada por Sancho el Mayor y en Biel se citan tenentes desde 1042. Pero no será hasta el reinado del aragonés Sancho Ramírez cuando empiecen a aparecer documentalmente tanto El Frago como Cheulas. La primera cita documental que hace referencia a esta aldea figura en un documento, fechado en 1073, en el que se realiza el inventario de las fincas de Biel que poseía la iglesia de San Esteban de Orastre. En él aparece citada Sancti Stephani de Alcheblas, lo que, según Berraondo, indica una advocación distinta a la que ha llegado a nuestros días. En otro documento, fechado en enero de 1094, se hace de nuevo referencia a un campo de frutales situado en Alcheblas. En la narración de la repoblación de El Frago, noticia ya reseñada en la introducción, fechada por Lacarra en 1115-1116, se hace referencia a este despoblado medieval concluyendo de la siguiente forma: “Y de esto son sabedores todos los vecinos de El Frago, de Alcheblas y de Biel, que esto vieron y oyeron”. En el testamento de Pedro Garcez, perteneciente al cartulario de Santa María de Uncastillo, fechado el 31 de diciembre de 1158, se menciona como testigo a un Enneco Lopiz, de Algeblas. Otra referencia del año 1271 cita que Acheblas tributaba, junto a Artieda, por una caballería, y que pertenecía a Fernando Sánchez, mayordomo de Aragón. Berraondo recoge una noticia de Zurita, en la que se indica que Pedro III (1276-1285) donó el castillo y villa de Acheblas a Blas Ximeno de Ayerbe, nutricio o cuidador, del infante Alfonso. No se tiene ninguna referencia de la configuración de este castillo, que Berraondo supone como torreón y cuyos restos aún se conservan cercanos a la ermita. Finalmente, en el año 1300, Ledesma menciona a un Martín Cheulas. Del edificio original tan sólo quedan en pie parte de los muros norte y oeste, junto con el trazado semicircular del ábside, bastante enterrado debido a la elevación del terreno producida por la acumulación de sedimentos y vegetación. La ermita de San Miguel de Cheulas tendría en origen planta de nave única rectangular, dividida en tres tramos, y cabecera compuesta por un tramo de presbiterio y ábside semicircular orientado al Este. La longitud aproximada de la nave ronda los 13,20 m y la anchura los 6 m. El acceso se realizaba por la puerta, todavía en pie, del muro oeste. Tan sólo queda una ventana en el conjunto de las ruinas, que abre sobre la puerta. Se trata de un edificio construido por completo en sillería, con hiladas de entre 24 y 30 cm de grosor. Los sillares de piedra que aún conserva su alzado muestran algunas marcas de cantería en forma de A, Z, + y tres rayas paralelas. Aunque tan sólo se conservan los arranques de la cubrición, los restos del muro oeste nos permiten saber que se trataba de una bóveda de cañón ligeramente apuntado, reforzada mediante arcos fajones que apeaban en columnas adosadas a los muros laterales. Cabe suponer que el ábside haría lo propio mediante una bóveda de horno, posiblemente más baja que la de la nave, ya que la luz del arco triunfal se adivina menor que la de los arcos fajones, dato deducible gracias a la pervivencia del retranqueo de la embocadura entre nave y presbiterio. A media altura del muro norte, en el tramo del presbiterio, se aprecia el nacimiento de una moldura que recorrería el perímetro interno del cilindro absidal. Sobre la portada, en lo alto del muro oeste, se dispone un vano de medio punto del que sólo se conserva el derrame hacia el interior. Parece ser que en tiempos de Abbad estaría decorado al exterior por ovos, ya que así lo describe este autor. En el muro norte se conserva una arquería ciega que es similar a la de la iglesia de San Gil en Luna, concretamente se conservan tres arcos de medio punto, uno en cada tramo de la nave. Estos arcos apean sobre jambas rectas rematadas por una imposta lisa en su parte superior, que continúa rodeando el fuste de las columnas adosadas de la nave. Por encima de esta arcada ciega se dispone otra imposta sin decoración que recorre la parte interior del muro norte, a la altura de los cimacios de los capiteles que sustentan los fajones, separando la bóveda de los lienzos verticales. De estos capiteles sólo se conserva el correspondiente al apeo norte del segundo arco fajón, que presenta una decoración con motivos vegetales a base de palmetas esquemáticas, influenciadas ya por la arquitectura del Císter. Al exterior, de nuevo en el lado norte, perviven una serie de canecillos lisos que deberían sustentar un alero que se ha perdido. La portada abre mediante cuatro arquivoltas de medio punto, en gradación, sobre las que se dispone un guardapolvo decorado con un relieve de puntas de diamante. Tiene una anchura de 5,75 m, con una luz de 1,57 m. La configuración de esta portada es muy semejante a la de la ermita de San Miguel de El Frago. Al igual que en ella, de las cuatro arquivoltas, tan sólo la interior y la intermedia presentan en su arista un baquetón enmarcado por dos escocias, mientras que las otras dos se componen de dovelas lisas. Las arquivoltas baquetonadas apean sobre cuatro capiteles que han perdido sus fustes cilíndricos, mientras que las otras dos hacen lo propio sobre jambas rectas. El capitel exterior del lado oeste presenta una decoración a base de palmetas enmarcadas en formas ovaladas, al igual que el interior, con la diferencia de que éste presenta piñas en sus ángulos y una cinta en zigzag en su parte superior, similar a la tercera arquivolta de la portada sur de San Nicolás de Bari en El Frago, ya comentada. El capitel exterior del lado oriental presenta una decoración de entrelazos vegetales y palmetas invertidas, y el interior tan sólo entrelazos geométricos de patrones cruciformes. Su sencillez hace pensar en los motivos decorativos habituales en los cenobios cistercienses de la época. La semejanza con la ermita de San Miguel (siendo Cheulas anterior y de mejor calidad, por supuesto) sigue haciéndose patente en el tímpano, apeado sobre modillones con las tres estrías verticales ya comentadas en el anterior edificio, fracturado lateralmente por una grieta que parte la pieza verticalmen te. Presenta centrado un crismón trinitario de seis brazos y travesaño central horizontal, con aro de enmarque y cruz en el vano de la P. En este caso, a diferencia de su homóloga en El Frago, las letras alfa y omega no aparecen permutadas. La construcción de la ermita de San Miguel de Cheulas se situaría en los últimos años del siglo XII o en los primeros del XIII, en fechas cercanas a la construcción de la iglesia parroquial de San Nicolás y anteriores a la ermita de San Miguel, ya reseñadas en este estudio.