Identificador
39015_08_028an
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 9' 48.86'' , -4º 41' 51.10''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Brez
Municipio
Camaleño
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Claves
Descripción
EN LO ALTO DEL PUEBLO, como lo están la mayor parte de estas iglesias de Liébana, se encuentra la de San Cipriano de Brez. Se llega a ella por una calle encimentada, de difícil tránsito, sobre todo los días de lluvia y más en los de nieve. El visitante se ve obligado a caminar muy despacio, aferrándose de vez en cuando a una soga que piadosamente los vecinos han colocado en los lugares más expuestos. A pesar de esta dificultad, nadie la elude con tal de llegar a situarse junto a la iglesia, desde la que parece que los Picos de Europa se alzan grandiosos. La iglesia es relativamente pequeña, de una sola nave y cabecera cuadrada. Y tiene esa disposición repetitiva de casi todas las iglesias de Liébana: nave única, cabecera cuadrada, remociones sobre todo de techumbres en los siglos XV a XVII, muros de mampostería, salvo esquinales, cornisas y vanos, y una tradición entre asturiana y de románico avanzado, que sólo se conserva en el aspecto de la espadaña, en la puerta y en algunos canecillos que pueden aún pervivir. San Cipriano de Brez no se aparta de estas generalidades, pero presenta algunas originalidades que difícilmente podemos explicarnos. La puerta se abre en el muro meridional cosa bastante repetida y tiene a su alrededor una decoración que no cuadra con ninguna tradición románica. La puerta, en sí, lo parece totalmente por sus motivos ajedrezados de todas las dovelas, pero no sigue en las arcaduras la organización románica, pues carece de chambrana y de arquivoltas, de capiteles y de columnas, mostrándonos una sencillez realmente franciscana. El arco de la entrada lo forman cinco dovelas, los salmeres más grandes y las otras tres más pequeñas. Da la sensación que en algún momento fueron removidas, pero todas llevan un ancho ajedrezado de cuatro líneas separadas por listeles, aunque de muy poco resalte todo ello. Apoya este único arco en cimacios anchos y largos, prismáticos que repiten igual dibujo pero con sólo tres líneas. El intradós de este arco, extrañamente también, esculpe cada dovela con una tosquísima y abultada figura de difícil desciframiento: ¿esquemáticos humanos, cruces, etc.?, que sólo pueden en alguna manera, y por su indefinición, compararse con algunas tallas de un románico popular inicial. El arco es apuntado, lo que hace aún más difícil la integración en un tiempo de todos estos elementos un tanto discordantes. Si, además, vemos que esta puerta lleva sobre ella y a ambos lados, grandes piedras irregulares, que están grabadas en diversos tamaños, completas o incompletas dieciséis rosas hexapétalas, que se reparten, también irregularmente, sobre el muro sur: ocho a la izquierda del vano, dos sobre el arco acompañadas de una cruz latina, y seis a la derecha, nuestra extrañeza y confusión cronológica se hacen evidentes. Todo lo que vemos puede ser exponente de un románico rural que recoge incluso figuras muy utilizadas por los pastores o aldeanos para la decoración de sus utensilios de madera, pero también puede ser un recuerdo de grafías asturianas vetustas. Esta incertidumbre está siempre latente cuando de cronologías tratemos en el caso de Liébana. El alzado de la parroquial de Brez tiene, en el hastial occidental, una espadaña que no parece haber sido nunca renovada y que, desde luego, es la que cuadra, con sus troneras de arco apuntado, en un románico de inercia que podría colocarse en la primera mitad del siglo XIII. La pila bautismal, muy toscamente labrada, es troncocónica y apoya sobre basa circular de escasa altura.