Identificador
              19257_25_002n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              41º 3' 52.02'' , -2º 38' 28.94''
          Idioma
              
          Autor
          Ana Belén Fernández Martínez
              Colaboradores
          Sin información
              Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              Sigüenza
          Municipio
              Sigüenza
          Provincia
          Guadalajara
              Comunidad
              Castilla-La Mancha
          País
              España
          Claves
          
      Descripción
              EL CASTILLO DE SIGÜENZA se alza imponente sobre el  cerro en cuya ladera se asienta el caserío. Al ubicarse  en lo alto del cerro sus frentes más indefensos son  el norte, donde se abre la puerta de acceso, y el oeste, que  mira al campo llano. Los lados sur y este miran hacía el  arroyo Vadillo y tanto el barranco que forma éste como la  muralla, de la que más adelante hablaremos, sirven de  defensa natural en estos flancos.  Poco sabemos de los orígenes remotos de esta fortaleza.  Para algunos pudo haber existido en este mismo emplazamiento  una torre vigía romana que fue posteriormente  aprovechada por los visigodos. Con la llegada de los  musulmanes se construiría en este lugar una alcazaba que  pudo ser el germen definitivo de la fortificación actual.  Con la llegada de los cristianos, comandados por su obispo  Bernardo de Agen, comenzaron los trabajos de transformación  de la alcazaba en castillo, que pasó a ser utilizado  como residencia episcopal. A lo largo de su historia han sido muchas las vicisitudes  por las que ha pasado, algunas de las cuales dejaron su  huella en la propia fábrica. Así por ejemplo, su recinto sirvió  de prisión a doña Blanca, repudiada por su marido,  Pedro I el Cruel, y en 1451 fue escenario de los enfrentamientos  con los infantes de Aragón. Ya en época más  moderna sufrió la ocupación de las tropas napoleónicas y  posteriormente los embates de las guerras carlistas y de la  guerra civil. El estado de abandono se mantuvo hasta bien  entrado el siglo XX, momento en que fue convertido en  Parador Nacional, función que hoy mantiene.  La morfología constructiva del castillo se basa en una  planta trapezoidal dividida en dos patios y fuertes torres  en los extremos. Todo el conjunto está construido en sillarejo  reforzado por sillares en las esquinas. El hecho de utilizar  la piedra caliza de color rojizo, muy abundante en la  zona, hace que su estructura encaje perfectamente en la  morfología constructiva del caserío. El lado oeste se dispone dividido, al exterior, en tres  torreones de planta cuadrada que no sobresalen en altura y,  combinados con éstos, otros dos más pequeños de planta  semicircular. Por su parte, el muro norte está flanqueado  por otras dos torres prismáticas similares a las del costado  septentrional, mientras que el lado este, dispuesto sobre el  barranco del arroyo Vadillo, se ubicaban las antiguas habitaciones  episcopales. En ese mismo lado se encuentra la  capilla románica de la que nos ocuparemos más adelante.  Al parecer era en este ala donde se ubicaban también los  almacenes, las caballerizas o los salones de recepciones.  El acceso al castillo se hace a través de una barbacana  levantada en el lado sur. Por ésta se accede a un pequeño  recinto rectangular que daba paso a la fortaleza a través un  antiguo puente levadizo flanqueado por dos cubos defendidos  por matacanes. El patio de armas se presenta muy  desvirtuado en la actualidad aunque conserva parte de la  barbacana, las almenas y el pozo de agua.  Es de destacar el hecho de que en los alrededores de  Sigüenza se alcen diferentes torreones y atalayas de vigilancia  que servirían para la comunicación con el castillo y  la defensa de los puntos estratégicos más importantes.  Ejemplos de estas torres las vemos en Barbatona, Bujarrabal,  Estriegana etc
 Como castillos propiamente dichos  se encuentran cercanos los de Guijosa, Palazuelos, Pelegrina,  Torresaviñán o el malogrado de Señigo.  CAPILLA DEL CASTILLO Es compresible que si el castillo fue morada de los  obispos durante ocho siglos se incluyera entre sus dependencias  una capilla para los oficios diarios. Podría tratarse  de la primitiva iglesia de Santa Cruz, que dejó de utilizarse  cuando la población se fue desplazando ladera abajo  hacia la zona de la catedral. Los clérigos de esta iglesia  pasarían entonces a formar parte de la parroquia de San  Vicente. Es posible que en este mismo lugar se levantara la  primitiva mezquita, pues hay un documento en el que se  hace constar la purificación que se llevó a cabo en la iglesia  de la Santa Cruz para convertirla al culto cristiano. En  cualquier caso podemos datarla antes de 1296, momento  en el que el castillo era ya residencial episcopal. La capilla se localiza en el flanco meridional y se  resuelve con una planta de nave única rectangular rematada  en una cabecera recta. Se dividen estas dos partes  mediante un arco triunfal apuntado que se apoya en responsiones  de esquemática decoración vegetal. Éstos nos  recuerdan a algunos capiteles de las iglesias de Santiago y  San Vicente. Recorriendo los muros hay una línea de  imposta en arista viva de la que arranca la bóveda de cañón  apuntada que cubre tanto la nave como el presbiterio. La  ventana que se abre en el ábside habría sido en origen una  pequeña aspillera a la que en las modificaciones se rompió  su extremo exterior para ensancharla. A los pies de la nave  se ha dispuesto un coro alto de nueva ejecución, al que se  accede por lo que fue un ventana aspillera a poniente que  se utiliza como entrada superior.  En el interior, al que se accede por una puerta abierta  en el lado oeste, encontramos paramentos de buena sillería  en los que aún pueden verse algunas marcas de cantero.  Destacan unos orificios apenas perceptibles que parecen  formar figuras hexagonales en las que se ha querido  ver posibles estelas discoideas reutilizadas o una más que  discutida decoración de origen islámico. Este tipo de ornatos  los hemos visto en la provincia en lugares tan dispares  como el lavatorio del ábside del monasterio de Nuestra  Señora de Monsalud, las celosías de la ermita de Santa  Coloma de Albendiego o las estelas que se encuentran en  el pórtico de San Bartolomé de Campisábalos. Tampoco  podemos olvidar que en la misma Sigüenza, en la Catedral,  se encontraron estelas discoideas con esta decoración.