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Muro sur del transepto y sacristía

Identificador
50245_03_034n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 37' 49.72'' , -1º 0' 45.42''
Idioma
Autor
María Luisa Álvarez Casamayor
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Esteban

Localidad
Sigüés
Municipio
Sigüés
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Descripción
La primigenia iglesia románica de Sigués, de la que se conserva el ábside y buena parte de los muros perimetrales, incluida la portada de acceso, sufrió una profunda remodelación con la llegada del siglo XVI. Como vio Abbad Ríos, se trata de una iglesia tardogótica asentada sobre el núcleo primigenio románico. El resultado es un espacio notablemente ampliado, construido en piedra sillar combinada en algunas zonas con mampostería un tanto irregular, de planta rectangular de nave única rematada a base de un ábside semicircular, en el cual se abrió posteriormente la sacristía. La nave se halla dividida en cuatro tramos más el presbiterio, el crucero y la torre de planta cuadrada en el muro del evangelio. Todo ello se cubre actualmente con bóvedas de crucería estrellada. Las dimensiones totales son de 23 m de longitud por 5,3 m de anchura. Como decimos, el espacio románico original se vio ampliado a posteriori al aumentarse la altura de muros, lo que, sin embargo, no supuso un cambio notable en la sobriedad que destila el conjunto, alterada únicamente por el sistema de cubiertas. La volumetría del conjunto es potente y bastante austera, adquiriendo en algunos tramos el aspecto casi de fortaleza militar más que de templo religioso, sobre todo en la zona correspondiente al muro del evangelio, en el cual se distribuyen tres de sus contrafuertes, si bien dos de ellos han quedado embutidos en las construcciones posteriores. En el lado opuesto, el de la epístola, aparece la zona porticada con cubierta a una sola vertiente al exterior y sencillamente adintelado en la parte interior, que cobija la portada románica primigenia de acceso a la iglesia. En su interior el espacio primitivo se ha visto unificado en su parte baja y cubierto por bóvedas de crucería estrellada apoyadas sobre ménsulas a media altura que jalonan todo el conjunto, quedando además la piedra original revestida por un enlucido de cal repintado para imitar un despiece perfectamente regular. En el exterior, en cambio, se reconoce perfectamente la perduración del muro románico edificado mediante sillares regulares de tamaño mediano hasta más allá de media altura de los paramentos, a los que se añadieron contrafuertes no trabados con la edificación inicial. A la fábrica original corresponde el vano situado en el eje del semicírculo absidal: una sencilla aspillera rematada en arquillo de medio punto tallado en una pieza en forma de tímpano semicircular, enmarcado por otro arco de mayor radio a paño con el muro. Ha de corresponderle un abocinamiento interior que no es visible por quedar oculto tras el retablo mayor, por lo que la función primitiva de iluminación ha perdido su sentido. Otra ventanita original rasgada, de exterior más sencillo, se abre en la parte norte del semicilindro absidal, cuyo abocinamiento interior sí permanece a la vista. Un tercer arco de medio punto hoy cegado se sitúa en el hastial. La portada se abre en arco de medio punto con doble arquivolta, con una anchura de 1,5 m en la parte interna y un total de 2,5 m en el exterior. La arquivolta interna es lisa, de perfil angular, y descansa en montante simple. La externa cuenta con grueso toro acompañado de una media caña adornada con bolas, una por dovela. Apoya sobre columnas de basas molduradas, fustes lisos y capiteles ornamentados: el occidental con entrelazo de triple tallo acompañado de semipalmetas y piñas; el oriental muestra la representación muy común dentro del románico peninsular de aves con los cuellos entrelazados y picoteándose las patas, combinadas con motivos vegetales. Todo el capitel revela un tratamiento carnoso y proporcionado de los temas escogidos, armoniosamente compuestos con relación al formato del capitel, señal de buena escuela por parte del maestro escultor. Los cimacios incorporan palmetas inscritas en secuencia o dentro de roleos. El conjunto queda enmarcado por una chambrana recorrida longitudinalmente por dos orlas decorativas: la exterior consiste en una moldura de ajedrezado de tres billetes y la interior en roleos con espirales y semipalmetas. Una pareja de ménsulas adornadas con cabecitas humanas sostienen el dintel de la portada en el que aparece la representación de un pequeño crismón de seis brazos ensanchados, tallado en suave relieve, el cual queda como único elemento decorativo del tímpano, que fue aparejado con hiladas de sillares y porta todavía hoy algunos restos de policromía. En una de las jambas laterales de la puerta de acceso aparece una inscripción grabada en la piedra que dice Año 1661 a 24 DE MAI. La torre es una sencilla construcción de planta cuadrada, con gruesos muros levantados a base de sillares de piedra con alturas de hilada en torno a los 30 cm y mampostería de relleno en algunos tramos. Sus alzados se levantan prácticamente macizos, con la salvedad de tres vanos de medio punto en la zona superior, la correspondiente al cuerpo de campanas. El repertorio ornamental de la portada y la tipología de ventanas pertenecen al pleno románico. El motivo de las aves de la portada tiene como referente principal un magnífico capitel de la catedral de Pamplona, donde fue tallado en el primer cuarto del siglo XII. Con posterioridad el tema se difundió a Leire (cuya relación con Sigüés ya ha sido comentada) y a otros edificios del pleno románico de la zona (San Esteban de Sos del Rey Católico, aves solas en Santa María del Campo de Navascués, etc.), por lo que cabe proponer para la fase románica de la iglesia de Sigüés una realización hacia 1130-1140 por parte de un maestro vinculado a la expansión del taller catedralicio pamplonés.