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Identificador
34869_01_004
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 49' 8.82'' , -4º 40' 10.47''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa Marina

Localidad
Tarilonte de la Peña
Municipio
Santibáñez de la Peña
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA PARROQUIA DE SANTA MARINA es una construcción hecha a base de sillería de caliza blanca, que en la actualidad presenta una planta de cruz latina, con testero plano y torre a los pies, con la fachada meridional protegida por un pórtico que cobija a la portada. Toda ella es obra posmedieval, seguramente renovada en gran mediada en el año 1821, según se data en una inscripción, aunque en la reconstrucción se reutilizaron numerosos elementos románicos, presumiblemente procedentes del anterior edificio, pues son además del mismo tipo de piedra. Concretamente se recuperaron las piezas de la portada, aunque se desdoblaron en la actual de acceso al templo y en el arco de ingreso al pórtico. En este último se emplearon las dovelas de una de las arquivoltas, decorada con grandes dientes de sierra con arista de baquetón, todo ello retallado, incorporándose además en la nueva obra otros dientes de sierra en el intradós de tales dovelas. Por su parte la portada actual reproduce vagamente el esquema románico, avanzando sobre el muro para enmarcarse entre dos gruesos contrafuertes. Consta ahora un arco abocinado y moldurado, de medio punto, que viene a conformar tres arquivoltas, la primera de las cuales apoya en pilastras, mientras que las dos exteriores lo hacen en columnas acodilladas, de modernos capiteles toscanos, sobre podium. Aquella primera muestra el intradós de cada una de las siete dovelas decorado con una roseta cóncava, aunque sólo la central nos parece original, si bien tampoco ocuparía en principio esa posición sino el frente del arco. La arquivolta exterior es la única que parece conservar íntegra la ornamentación primitiva: arista en cuarto de bocel, flanqueda por sendos cavetos, uno en el intradós y otro en el frente, rellenos ambos de toscas rosetas cuadrangulares con orificio central -o botón- también cuadrangular, aunque ciertas partes igualmente parecen estar retalladas. Aproximadamente un metro por encima de las arquivoltas aparece un arco rebajado, a modo de chambrana que no se puede considerar románico pero que apoya en sendos capiteles figurados, el de la izquierda con león rampante, de cabeza vuelta, entre tallos que rematan en hojas. El de la derecha muestra un grifo igualmente entre follaje, piezas ambas que a juzgar por su tamaño pudieran haber sido de una ventana. Entre chambrana y arco se han embutidos otros elementos decorativos románicos, rodeando a una inscripción con la fecha en que se hizo este montaje, el año 1821. Uno de ellos representa a un peón armado de cota de malla, espada y escudo, luchando contra una serpiente o dragón; otro es un relieve con un nuevo grifo entre tallos, mientras que la tercera es una composición vegetal, en forma triangular, de más dudosa filiación románica. Los tres son placas rectangulares en relieve que pudieron haber sido concebidas como metopas. Algunos otros elementos, que no tuvieron cabida en las puertas descritas, salpican los muros o arcos del pórtico, entre los que podemos destacar una dovela de aristas aboceladas, con roseta en el intradós, con hojas rectas puntiagudas y botón central con tres hojas de helecho en molinillo. En conclusión, nos hallamos ante un edificio del que constructivamente no se conserva ninguna etapa románica, aunque con algunos restos escultóricos incorporados en unos muros que debieron ser rehechos a principios del siglo XIX. Se trata de piezas de discreta ejecución, donde quizás puedan verse dos manos, una tallando las rosetas y otra los motivos figurados, aunque unas y otros remiten directamente a los motivos usados por los escultores que trabajaron en el monasterio de Aguilar, en Santa Eufemia de Cozuelos, en Piasca o en Rebolledo de la Torre en el último tercio del siglo XII, aunque sin alcanzar ni mucho menos el virtuosismo de éstos. El edificio del que formaron parte en origen sin duda debió tener una profusa decoración, con una serie de relieves -quizá en metopas entre los canes, lo que en todo caso sería algo excepcional en estas tierras-, con portada decorada a base de grandes dientes de sierra, según también modelo ampliamente repetido en toda la comarca en las postrimerías del siglo XII y cuyos ejemplos más notables los encontramos en las iglesias monásticas de la citada Santa Eufemia, de Santa María de Mave o de San Andrés de Arroyo.