Identificador
39015_28_001n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 9' 24.80'' , -4º 42' 27.56''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Tanarrio
Municipio
Camaleño
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE TANARRIO, hoy parroquial, sigue, en su estructura, la repetida traza que se repite en casi todas las iglesias de concejo existentes en Liébana y que de avanzada cronología (seguramente de finales del XIII o principios del XIV, con muchas reformas posteriores) parece que han tenido todas los mismos principios y la misma evolución: tamaño mediano, tanto en altura como en longitud; una sola nave de bastante anchura, y cabecera cuadrada un poco más baja, así como colocación de la espadaña preferentemente en el hastial occidental, aunque, naturalmente encontremos excepciones. Pero, desde luego, no creo exista en ningún valle de Cantabria esta cierta monotonía constructiva que encontramos en las aldeas asentadas en las cuencas del alto Deva y de sus afluentes, el Quiviesa y el Bullón, como si todas ellas se hubiesen puesto de acuerdo en seguir un modelo tanto en su material (la piedra colocada en mampuesto), como en su alzado, y la utilización casi general de la torre-espadaña. En todas, o casi todas, resalta su sencillez y su finalidad funcional y, desde luego, el poco interés por la escultura y la decoración, como si y esto es lo que parece siguiesen pautas más antiguas que las románicas quizás tradiciones asturianas y sus comitentes o impulsores de la construcción fuesen más que los reyes o nobles, el propio concejo aldeano que, seguramente, es el que, con sus mismos vecinos, las levanta. Casi siempre lo más destacable de estos templos de ruralísima apariencia, es la puerta que se abre al mediodía, que es la única que mantiene la inercia románica pero en evolución hacia el gótico. La de Tanarrio es apuntada, de arco simplemente doblado, sin chambrana ni arquivoltas; tan sólo se labran los cimacios que son de tres bandas molduradas, una central ahondada y dos laterales, arriba y debajo de ésta, en tímido bocel. En el esquinal del cimacio se coloca una pequeña cabecita, humana o animal, toscamente labrada. El arco de entrada mata su arista con media caña que baja por las jambas hasta el suelo terminando en un minúsculo triángulo resaltado. Y no hay más en la iglesia, salvo en el ábside de la cabecera que sostiene su cornisa con canecillos de cuarto bocel, muy imperfectos. La espadaña, la ya conocida de tres troneras, de arco doblado y apuntado para las principales, y con arco simple la del piñón. Mantiene la mampostería para toda la torre, salvo impostas, y una armadura que manifiesta su evocadora vejez.