Identificador
39078_09_001n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 15' 9.58'' , -3º 56' 9.55''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Villasevil
Municipio
Santiurde de Toranzo
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Claves
Descripción
ESTE LUGAR DE VILLASEVIL es uno de los que más recuerdos históricos y más testimonios arquitectónicos nos ha dejado del pasado medieval en el valle de Toranzo y, posiblemente, el que puede presentar, completo, el ábside de una iglesia románica de finales del XII que nos asegura que, si el tiempo no hubiese pasado demoledor y el hombre hubiese tenido más cuidado hacia lo que sus anteriores generaciones construyeron, el valle que cruza el río Pas es muy probable que, como el del Besaya, en esos años de vivencia del románico, no dejaría muchos kilómetros de vacío entre una y otra iglesia o monasterio románicos. Pero, desgraciadamente, tan sólo Villasevil puede orgullecerse de conservar una pieza no desdeñable de este estilo, pues los otros restos que se conservan en Acereda o Borleña son sólo muestras poco significativas, pero que nos aseguran lo que de mayor alcance hubo de existir. Es muy posible, y desde luego, que de ello hayan tenido alguna culpa los buenos indianos, que regresaban a sus aldeas con la intención, no criticable, de hacer de la iglesia donde recibieron el bautismo un modelo de envidia para los pueblos vecinos. Nada sabemos de quien pudo ser la idea o la voluntad de construir, allá por los últimos años del siglo XII, la iglesia románica de Santa Cecilia de Villasevil. La primera vez que las fuentes antiguas (Cartularios) citan a Villasevil, nos la da el P. Florez en su España Sagrada, al dar cuenta de la confirmación, en un documento de 1097, del abad de Santillana del Mar, Pedro Sesgustiz, en la donación de la religiosa Fronilda al obispo don García II de Burgos de una hacienda que ella tenía en la villa de Fuente Servir (Villasevil). Al parecer, en la mención en este documento a una monja, a un obispo y a un abad del monasterio de Santillana, sobre unos bienes en Toranzo, y saber que la abadía de Santa Juliana tenía algunos vasallos en este valle por estas viejas fechas (San Vicente de Toranzo en 1018, San Martín de Toranzo, en 1044; Villegar, en 1103, etc.), no parece muy aventurado pensar que en estos años del siglo XI y siglo XII los poderes más fuertes en el valle de Toranzo serían la abadía de Santillana, o la de Castañeda; y Villasevil muy posiblemente pudo al menos por estas fechas depender de alguna de ellas. Sabemos, sin embargo como acabamos de ver que en el Becerro de las Behetrías (1352), Villasevil era behetría, con los naturales señores de Castañeda, Ceballos, los Villegas y Garci Fernández Manrique. Pero es ya muy en años avanzados, mediados del XIV, en momentos en que los señoríos de abadengo están en decadencia. Así pues, en 1352, la iglesia de Santa Cecilia de Villasevil bien pudiera ser del patronato de cualquiera de todos estos señores naturales de la behetría del pueblo, aunque nos parece que, quizás, fueran los Villegas los que más intervención tuvieron en el desenvolvimiento de la iglesia, pues un siglo después sabemos que en el reinado de Juan II (1406-1454), Sancho Ruiz de Villegas, nacido en Villasevil, fundó una capilla en Santa Cecilia, según consta en lápida que publicó C. González Echegaray, en 1971. Sabemos también, por la misma lápida, que dicha capilla y por tanto es de suponer que parte de la iglesia sufrió ruina, y que esta ruina afectaría a la fábrica románica. Pero es indudable que el mayor resalte histórico de Santa Cecilia de Villasevil lo tenemos en el hecho de que fue en esta iglesia en donde, en marzo de 1497, se celebraron los esponsales del único hijo varón de los Reyes Católicos, don Juan, con la princesa Margarita de Austria, hermana de Felipe el Hermoso. El príncipe era demasiado joven, pues no había aún cumplido los diecinueve años. El matrimonio se verificó cuando los prometidos llegaron a Burgos el 19 de marzo. 1. EL ÁBSIDE Por lo que resta románico de la iglesia, que es el ábside y la pila bautismal, deducimos que fue un edificio de una sola nave (ahora se ha modificado tanto que tiene tres), como solían ser las iglesias románicas de una aldea o de un concejo. La construcción exterior es bastante normal en el románico: muro semicircular en el ábside y presbiterio bastante acusado. Se apoya sobre un banco corrido, resaltado, y de unos sesenta centímetros de altura, dividiéndose el arco absidal en tres calles que están separadas por dos contrafuertes prismáticos que alcanzan la altura de las ventanas, y sobre los que posaba una basa ática con su plinto, para sostener, sin duda, fustes monolíticos o de tambores, que han desaparecido. Por lo que se deduce al contemplar las cornisas, tanto del semicírculo como del presbiterio, el ábside primitivo y original románico era más bajo que el que ahora vemos, y debió de poseer una cornisa sostenida por canecillos (se conserva sólo uno) y por los capiteles de los dos fustes desaparecidos. Es perceptible, por el color de la piedra, en sillería toda ella, este alzamiento post románico, que colocó cornisas indudablemente más modernas. Hasta el final, pues, de las arcaduras de las ventanas se conserva tal como fue su alzado primitivo. Las ventanas son tres, todas llevan arcos de medio punto con ancha chambrana moldurada en simple doblez. El ventanal de la izquierda tiene una arquivolta interior de fuerte baquetón que apoya en cimacio con decoración vegetal, con palmas, carece de fuste y basa, que se han conservado en el izquierdo. La ventana central, repite casi el sistema de las arcaduras, pero aparece más rica porque el baquetón interior, que no estaba decorado en la anterior, aquí se enaltece con un bello calado de roleos y vástagos elegantemente dispuestos, y con un calado muy potente que recuerda los de la puerta del mediodía de la iglesia de Santa Eufemia de Cozuelos, lo que nos lleva a considerar la enorme relación que hubo de haber entre los maestros canteros de ambas. Los cimacios llevan decoración semejante a la anterior. Los capiteles son: el izquierdo con dos roscas vegetales a modo de volutas bajas, y el derecho muy similar, pero con mayor detalle tendiendo al molinillo característico de la escultura andresina de los maestros palentinos de finales del XII. Se conservan los dos fustes y basas similares a los que lleva la única columna completa de la ventana izquierda. La ventana derecha no difiere apenas de la central, salvo que los capiteles no tienen la belleza detallista en sus roleos. El interior conserva, aparte de los muros del ábside, una imposta a media altura de billetes típicamente románica. Se dice que posiblemente estuvo en Santa Cecilia el emperador Carlos V durante su estancia en Villasevil en julio de 1522. 2. LA PILA BAUTISMAL Es una de las grandes pilas bautismales del románico montañés, con tamaño que nada desdice del que tienen las pilas de Santoña, Bareyo o Santillana, y se halla decorada con plaquetas o escamas imbricadas, a modo de palmas, en cinco filas, y separadas unas de otras por una moldura variada, vertical, a veces de grupa de asno, que en su mayoría no han sido acabadas de grabar en su interior por lo que, en conjunto, adolecen de la rusticidad de lo inacabado. El borde está moldurado, y el aspecto que hubiese podido ofrecer, la semejan en parte a una de las bandas de palmetas que decoran la pila de Bareyo.