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Vista del muro meridional

Identificador
39013_11_004n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 7' 4.10'' , -4º 32' 11.74''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Andrés

Localidad
San Andrés
Municipio
Cabezón de Liébana
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
EL PUEBLO DE SAN ANDRÉS pertenecía a la demarcación territorial de Valderrodías, que en la Alta Edad Media comprendía los lugares de Torices, Perrozo, San Andrés, Buyezo y Lamedo, que hoy forman parte del municipio de Cabezón de Liébana. Todos, menos Torices, se fueron situando a lo largo del río Cabra, afluente del Bullón, que nace en las estribaciones occidentales de la Sierra de Peña Sagra y va a morir no lejos de Piasca. En distinto nivel, a lo largo del Cabra, y de arriba abajo, el orden de disposición de estas aldeas es: Lamedo, Buyezo, San Andrés y Perrozo. Estando San Andrés en el centro del río Cabra, podemos considerarle como el más apropiado para reunir a los vecinos de Valderrodías que, documentalmente, sabemos que se reunían en concejo común para todos a fin de redactar sus ordenanzas. Creemos, pues, que San Andrés debió de ser la capitalidad natural de Valderrodías. El pueblo conserva todavía un núcleo habitacional que, como muchos de la Liébana, mantiene felizmente su carácter rural. Rodeado de prados para los pastos de sus ganados, de robledales, encinas y hayedos. El puerto, para todos los vecinos de los cinco pueblos, donde enviaban las vacas en Mayo, era el llamado Puerto de las Brañas. La iglesia mantiene aún huellas indelebles de haber tenido un origen remoto, seguramente de ese momento del establecimiento de los primeros monasterios en Liébana, allá por los siglos VIII al X. Que tuvo este origen prerrománico lo prueba una ventanita que se conserva, seguramente como añadido al muro de transición que se levantó posteriormente. Dicha ventana, de treinta y cinco centímetros de altura, está trabajada en una sola piedra; es una celosía rectangular, ajimezada y horadada por dos arquillos de herradura en lo alto que se colocan sobre dos mirillas, también rectangulares, y que lleva todo el marco con redondeles en relieve y líneas cruzadas, como dentellones, con un horror manifiesto al vacío. Este tipo de celosía tiene afinidades con lo asturiano, sobre todo de la época de Alfonso III (San Martín de Salas, Santiago de Sariego, etc.). La iglesia, que lleva la advocación de San Andrés, parece que fue reedificada en los siglos XIV-XV, conservando restos románicos ya transicionales, como la puerta en el muro meridional y tal vez la espadaña. El interior lleva planta de cruz latina, con una sola nave y capillas adyacentes, muros de mampostería y sillería y posee arco triunfal de medio punto y ábside cuadrado cubierto con bóveda de crucería de ocho plementos; del mismo tipo la tiene la capilla del evangelio, y de cañón la de la epístola. La única nave se cubre con madera. En todo se ve la cantidad de reformas que tuvo el monumento. Al exterior de la capilla del evangelio hay una inscripción que la fecha en 1629. El ábside, en su muro meridional, conserva nueve canecillos de bocel y uno con rostro humano. En el interior, maggen un doblez del arco que da a la nave, se colocaron, a uno y otro lado los escudos de “Verdejas, año 1629”, a la izquierda, y el de las “Armas de Cossío”, a la derecha. La puerta, desde luego ya perteneciente a la primera fábrica románica, y en fase como decimos de transición, sigue ese tipo de ingreso tan repetido en toda la comarca: chambrana de ajedrezado, arquivolta de puntas de diamante, y arco de entrada apuntado, como todas las otras arcaduras, sin ninguna decoración y con diez dovelas. Los cimacios están muy deteriorados, pero parecen biselados y sin ningún trabajo. Los capiteles llevan, como muchos también en Liébana, dos bandas; el izquierdo esculpe en sus dos caras una gran rosácea cuatripétala, y debajo algo que parece un rostro con sus ojos. El derecho es todo de entrelazo o nido de abeja. Los fustes son monolíticos, y las basas cilíndricas y toscas, con ese ruralismo tan frecuente en la mayor parte de la escultura románica lebaniega, si exceptuamos a Piasca. La espadaña, colocada en el hastial occidental, parece románica, quizás con restauraciones. Lleva tres troneras –como es costumbre–; las inferiores, de mayor tamaño, llevan arcos un poco apuntados y doblados sin ninguna decoración, tan sólo con simples molduras; la más alta, la del piñón, es más pequeña y con arco simple de medio punto. En el interior de la nave se conservan dos pilas. La bautismal es tronco-cónica y sin ninguna decoración, pero tiene forma y tamaño que nos inclina a creerla románica. Se apoya en pedestal cilíndrico de dos escalones. Mide de alto 78 centímetros, y de diámetro 90 cm; siendo su grosor, en el borde, de 14, 5 cm. La segunda pila, la benditera, colocada sobre pilar cilíndrico irregular, tiene un borde abaquetonado. En este ancho fuste que la sostiene, en su parte baja, se han labrado dos rosáceas inscritas en círculo. Creemos que lo románico puede ser este pilar, dudando mucho el que lo sea la pila. El conjunto tiene de alto 1,07 cm, de diámetro 62,50 cm, y un borde de 9 cm. El pueblo de San Andrés, como otros muchos del valle, mantiene todavía testimonios de la hidalguía que en él vivía, destacando algunas casas cerca de la iglesia, del siglo XVIII, y escudadas. En una persisten intactos los escudos pareados de las casas de Lama y Verdeja, y en otra uno solo con las armas de La Lama, familias que seguramente tendrían mucho que ver con la iglesia y con el vivir de la aldea.