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Vista general de la canónica de Lleida

Identificador
25120_06_036
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.618209,0.62628
Idioma
Autor
Meritxell Niña Jové
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

La canónica de Lleida

Localidad
Lleida
Municipio
Lleida
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

La canónica de la catedral de Lleida

Descripción

LLEIDA

La canónica

La canónica de la Seu Vella de Lleida es un conjunto de construcciones anejas al ala norte del claustro catedralicio, cuyo núcleo arquitectónico original es un edificio en dirección Este-Oeste. Dado que las edificaciones que conforman la canónica son múltiples y tienen una compleja evolución constructiva que, como veremos en breve, se inicia en el siglo xii, el primer aspecto a precisar para descartar confusiones, es que, algunas veces, se ha identificado el ámbito actualmente conocido como Santa Maria l’Antiga –compuesto por una nave situada en la mitad oriental del conjunto de la canónica por la parte aneja al claustro– con la primera catedral de Lleida después de la cristianización, también llamada Santa Maria in Sede. En lo tocante a esta consideración historiográfica hay algunos aspectos que no se pueden pasar por alto, pues han generado un extenso debate. Es de sobras conocido el documento que suscribía en octubre de 1149 el conde barcelonés Ramon Berenguer IV, la carta de dotación de la iglesia de Lleida, mediante la que donaba al obispo Guillem Pere de Ravidats, “todas las iglesias que están a la ciudad de Lleida y que los moros las llamaban mezquitas, para restaurar la sede de Lleida y restituirla al servicio de Dios”. A tenor de esta noticia, la historiografía tradicional reiteró en incontables ocasiones que las iglesias románicas de Lleida estaban alzadas sobre mezquitas, siendo destinada una mezquita de cada barrio a parroquia y la mezquita mayor a catedral. Esta hipótesis, que no se ha confirmado aún en relación con ninguna iglesia leridana, como veremos, tampoco sirve, al menos hasta el momento, para el edificio de Santa Maria l’Antiga.

 

En cualquier caso, la tradición erudita ilerdense dio por sentada desde antiguo la existencia de una mezquita en la parte alta de la ciudad, en las proximidades del alcázar andalusí que ocupaba el sector más elevado del altozano de la Roca Sobirana. Al hilo de este aserto, el canónigo Pere Joan Finestres fue quien sugirió por primera vez, en un texto inédito del siglo xviii, la posibilidad que la mezquita-catedral se hallase en el entorno del palacio de la Suda. Esta idea fue transmitida por Villanueva al expresar que era la consagración de la iglesia Catedral; y este nombre dieron á una mezquita que estaba dentro de la fortaleza. Posteriormente, mucho se ha especulado sobre la ubicación de la mezquita mayor consagrada en 1149 como catedral, así como sobre la eventualidad que Santa Maria in Sede correspondiese a este primitivo edificio, que con la construcción del nuevo templo catedralicio pasó a convertirse en capilla de Santa Maria l’Antiga. Ésta fue de hecho la interpretación aportada por Josep Lladonosa, y objetada después por trabajos arqueológicos e historiográficos.

 

En 1993 se realizó una campaña de excavaciones arqueológicas en la zona este de la nave de Santa Maria l’Antiga con el objeto de obtener datos para la elaboración de un proyecto de habilitación del edificio de la canónica para funciones culturales. Dichos trabajos proporcionaron informaciones más que relevantes sobre la configuración de los edificios medievales de la canónica, su evolución constructiva y la función de diferentes de sus ámbitos, que como iremos viendo, se modificaron profundamente a lo largo de los siglos, empezando ya en la misma etapa románica. Además, fue en este momento cuando se constató que bajo los edificios de la canónica no hay trazas de la mezquita mayor.

 

Centrándonos en las construcciones y su avance temporal, la estructura más antigua hallada fue la cimentación de una nave de planta trapezoidal, de la que no hay ningún resto de los accesos y de la cubierta. Se desconoce por completo la función de esta temprana estructura, puesto que hasta el momento no ha sido posible ubicar los edificios de esta área en base a la información documental. En cualquier caso, los datos arqueológicos revelaron que no se trata de vestigios de época andalusí, sino que su cronología se sitúa en la segunda mitad del siglo xii. Por lo tanto, estas constataciones refutan definitivamente, como se ha dicho, la hipótesis según la cual Santa Maria l’Antiga fue la antigua mezquita, cuya localización sigue siendo, en consecuencia, un interrogante.

 

La evolución constructiva del edificio inaugural prosiguió, entre finales del siglo xii o principios del siglo xiii, en el mismo cuerpo este de la actual canónica. Allí se alzó el aula conocida a partir del siglo xv como Santa Maria l’Antiga. Esta es una nave de un solo piso, más estrecha que la primitiva. Presenta una planta rectangular, cubierta con bóveda de cañón apuntado y pavimento de losas. En la parte occidental está rematada con un arco fajón. En cuanto a las aberturas que debió de ostentar en origen, el ingreso a la nave parece corresponder a la puerta de arco de medio punto abierta al claustro, actualmente tapiada. Por otro lado, la nave posee siete ventanas, también con arco de medio punto, algunas de las cuales se vieron afectadas por la construcción del claustro gótico. Seis de estas ventanas se sitúan en la fachada sur, es decir, mirando a la galería claustral septentrional. De éstas, tres serían posteriormente cegadas: dos de ellas por los nervios de las bóvedas de crucería del claustro, mientras que la otra fue anulada más adelante con la construcción de una portada hacia 1560. La última ventana del edificio, practicada en la fachada oriental, ha pervivido parcialmente cubierta por el recrecimiento del muro oeste del templo catedralicio. Estas ventanas solo se amplían hacia el interior, solución que hallamos en la mayor parte de ventanas de la Seu Vella, aunque las de la canónica presentan una configuración más simple. Éste es uno de los principales argumentos para situar esta construcción hacia el 1200. El otro es la fecha de mccxi que figura inscrita en un sillar reutilizado en la cimentación de unas obras efectuadas durante el siglo xiv en este mismo espacio, y que se halló en la mencionada intervención arqueológica en el muro sur de la habitación central (correspondiente a la Pia Almoina, de la que se hablará más adelante). El año 1211 seria, pues, el terminus ante quem para la construcción de esta nave. También se encontró otro sillar con restos pictóricos que indica que aquél edificio de hacia 1200 ya habría contado con decoración mural.

 

El consiguiente momento constructivo de la canónica, que se situaría entre finales del siglo xiii y principios del siglo xiv, fue la prolongación de la estancia ahora descrita. Efectivamente, a ésta se le adosó al Este una nave longitudinal de semejantes dimensiones que ocupó aproximadamente la mitad occidental de la fachada norte del claustro. La obra se vio dificultada por el desnivel del terreno de la Roca Mitjana, que en aquél punto presentaba un notable pendiente que descendía hacia el Oeste. Por tal razón hubo que realizarse un piso bajo para nivelar, al que volveremos, que fue utilizado como basamento de la nave de prolongación. Por consiguiente, la nave superior funciona como planta baja respecto al nivel del claustro, pero como primer piso en relación a la calle paralela a la fachada este. Este nuevo edificio, entendiendo como tal los dos pisos que posee, presenta contrafuertes exteriores en el muro de cierre norte que van desde el nivel de cimentación hasta el inicio de la cubierta de la nave superior.

 

Centrándonos ahora en la sala longitudinal superior, para su construcción se prosiguió con la fábrica en cañón apuntado tomando como arranque el fajón de la sala que hoy día se identifica con Santa Maria l’Antiga. El espacio ocupó un área de dimensiones ligeramente inferiores respecto al piso bajo nivelador antes mencionado, puesto que en la parte oeste del edificio se ubicó un corredor, al que también volveremos más adelante, que conducía a la zona norte del conjunto. La nave de ampliación tenía una compartimentación interna en planta con dos espacios que albergaron la sala capitular en el compartimento oeste y la Pia Almoina –o limosna pía– en el compartimento este. A esta institución ya se alude en la Ordinatio Ecclesiae Ilerdensis de 1168 y, según lo registra la documentación, ya aparece radicada en el claustro, al menos desde el segundo cuarto del siglo xiii. En cuanto a los accesos de estas estancias, parece que, en origen, se entraba a la Pia Almoina sólo por la parte norte, mientras que la sala capitular tenía dos puertas, una al Norte y otra al Sur, que se abría directamente al claustro. La inexistencia de puertas en el muro que separaba la construcción de la fase anterior y este nuevo edificio que se puedan asociar a esta fase indicaría que eran espacios independientes.

 

En el caso de la limosna pía, confirman su función de refectorio caritativo en el que se daba alimento a los más necesitados varias referencias documentales, así como múltiples fragmentos pictóricos –posteriores a la época románica– hallados en las campañas de limpieza de los muros de este ámbito a mediados del siglo xx, con representaciones de mesas preparadas para la comida y comensales detrás de ellas, todo acompañado de inscripciones con los nombres de quienes instituyeron los pobres. Estos murales, que actualmente se custodian traspasados a paneles en el Museu de Lleida Diocesà i Comarcal, comprenden un amplio abanico cronológico, que va desde el siglo xiv hasta la primera mitad del siglo xvi.

 

Retomamos en este punto el hilo de la nave inferior niveladora. Se trata de una amplia sala cubierta con bóveda de cañón apuntado que limita al Este con la roca madre y un arco fajón. En los libros de obra se llama indistintamente a este espacio, como mínimo desde finales del siglo xiv, “casa de la volta” y “casa de la obra”, por lo que parece que esta estancia desarrolló la función de almacén de materiales de la fábrica de la catedral. El acceso original a esta cámara desde la calle –que según el plano del barrio de la Suda elaborado por Lladonosa en base del capbreu de 1382 era la calle denominada “carrer de la Claustra”– se efectuaba a través de una puerta de arco de medio punto enmarcado por un gran arco apuntado y un nicho a cada lado. La tipología de esta puerta se relaciona con la de Sant Berenguer, la más antigua de la Seu Vella, y, al mismo tiempo, la articulación mediante nichos laterales remite a la puerta de la Anunciata. Hay que precisar que actualmente la puerta está parcialmente ocultada por el baluarte de la Asunción, construido durante el proceso de fortificación del turó, en este caso en el siglo xvii.

 

Sobre este portal de acceso, a la altura de la nave superior, existen los restos del corredor antes mencionado. Este espacio, documentado y estudiado el año 1994, estaba cubierto con bóveda de cañón apuntado y tenía abierta una serie de cuatro ventanales que formaban una loggia que estaba decorada escultóricamente. Este elemento constructivo presenta unos caracteres estilísticos propios del gótico tardío y se ha datado hacia la segunda mitad del siglo xv. Más tardíamente, en la mencionada fase de militarización del conjunto monumental, la construcción del baluarte de la Asunción dejó este espacio arquitectónico a la misma rasante de la Plaça dels Apòstols, de modo que actualmente, las improntas del corredor y su loggia quedan justo al lado de la entrada de visitantes al conjunto.

 

En 1457 se efectuaron importantes reformas en el conjunto de la canónica, la más destacada de ellas fue el cambio de la compartimentación de las dependencias más próximas al claustro. En efecto, el capítulo decidió entonces derribar la división entre la nave este y la oeste y redistribuir el edificio canonical en tres ámbitos que quedaría, de Este a Oeste, del siguiente modo: capilla de Santa Maria l’Antiga, Pia Almoina y sala capitular. Con estas obras la canónica adquirió una configuración que a lo largo de la época moderna no sufriría variaciones importantes, hasta que, a partir del 1707, Felipe V convirtió la Seu Vella en un cuartel y las dependencias canonicales se destinaron a oficinas del ejército, uso que perduró hasta 1948, cuando el obispado convirtió la canónica en casa de ejercicios espirituales.

 

Eduardo Carrero ha presentado una relectura de la interpretación tradicional que plantea que la nave este del conjunto no corresponde a los vestigios remodelados de la catedral primitiva, sino a aquello que ha pervivido de las originarias oficinas canonicales. Considera este autor que el foco inicial de la canónica fue en realidad la sala capitular, siguiendo la lógica de los esquemas de construcción monástica, que habitualmente se iniciaba desde el capítulo. La primitiva disposición del edificio fue, pues, de un conjunto de oficinas dedicadas a la vida comunitaria, posiblemente con una sala capitular y un refectorio, entre otras estancias.

 

En cuanto a la ubicación de la capilla de Santa Maria l’Antiga, según Carrero, ésta no existió como ámbito definido hasta la segunda mitad del siglo xv, a partir de cuándo, en 1457, el Capítulo decidió reordenar el edificio canonical en tres ámbitos. Debemos identificar así las referencias a Santa Maria l’Antiga anteriores a este momento con la sala capitular de la catedral. De hecho, la aparición documental de la advocación de Santa Maria l’Antiga no se produce hasta la creación del altar mayor de la catedral por Bartomeu Robió, momento en que su imagen titular fue sustituida por una nueva, hacia 1362. Tras la realización de dicho altar, la antigua Virgen fue trasladada al aula que comenzó a recibir, indistintamente, el apelativo de “capítulo” o “capilla de Santa Maria”. De la primera mitad del siglo xiv data una talla de la Virgen, custodiada actualmente en el Museu de Lleida, que se identifica como la imagen que se veneró en el altar mayor de la catedral antes de colocar allí el nuevo retablo.

 

 

Texto y fotos: Meritxell Niña Jové- Planos: Noelia Albana Arjó

 

Bibliografía

 

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