Sant Cebrià de Flaçà
FLAÇÀ
El pequeño término de Flaçà, de 6’67 km2, se extiende ocupando buena parte las planas aluviales de la orilla sur del río Ter y sobre parte de la sierra de Vall-lloreda, dónde discurre el límite entre las comarca del Gironès y del Baix Empordà. Desde tiempo atrás el pueblo ha sido lugar de paso, cruce de caminos. Está situado a unos 16’km de Girona, desde donde se llega por la carretera C-66; una vía local interior, que sale desde ésta carretera y cruza el pueblo de Sant Joan de Mollet, atraviesa Flaçà, mientras que otra carretera local lleva hacia la parte norte del municipio, limitado por el curso fluvial del Ter.
El antiguo núcleo urbano de Flaçà y el actual, llamado “la Bolla” (junto a la estación), ambos en tierras llanas y bien comunicadas, se encuentran notablemente separados. El municipio comprende además el caserío rural de Farreres, documentado como parroquia en época medieval, y la llamada “colonia”, ambos ubicados en los contrafuertes de la Vall-lloreda. Flaccius, villa de origen tardoantiguo, no aparece documentado hasta el año 921, en una donación de tierras que Oliva hace al monasterio de Santa Maria de la Grassa. Un siglo después, en una bulla papal de Benito viii del año 1017, aparece citado el lugar como Flassano, dónde se encuentra un alodio en propiedad del monasterio de Sant Pere de Camprodon. Poco después, en 1019, se menciona la existencia de la parroquia de Flaçà, cuya iglesia, Sancti Cipriani de Flacciano, no aparece propiamente citada hasta el año 1209, en una definición firmada por el señor Arnau de Llers al obispo Arnau de Creixell. La parroquia aparece de nuevo mencionada en las Rationes Decimarum de 1279 y 1280, y posteriormente, en 1362, en el listado del Llibre Verd de Girona, y los en nomenclátores diocesanos de finales del xiv y del xvii. Cabe mencionar también, en Flaçà, la existencia de un castillo, cuya ubicación exacta se desconoce todavía, pero que se menciona en 1392 como “castillo de Flaçà i Sant Joan de Mollet”. Documentos conservados en el Archivo Diocesano de Girona, aportan información sobre la existencia de otros interesante lugares ubicados en Flaçà en época medieval, como la capilla de la Mare de Déu de l’Esperança, citada en 1198 en la antigua parroquia de Farreres, o la capilla de Sant Fermí, documentada en 1322.
Iglesia de Sant Cebrià de Flaçà
En el centro del caserío medieval que forma el casco antiguo del pueblo de Flaçà, se encuentra la iglesia parroquial, de estilo neoclásico, construida a inicios del xix. Dedicada a san Cipriano, está orientada de Norte a Sur, y fue erigida sobre una iglesia románica anterior con la misma advocación. El templo primitivo se orientaba de Este a Oeste, y sus muros occidental, meridional y de oriental quedaron integrados en el primer tramo del edificio neoclásico, cuya anchura corresponde a la longitud de la antigua fábrica medieval.
El templo románico de Sancti Cipriani de Flaciano aparece documentado por primera vez en 1209, cuando el señor Arnau de Llers define y evacua al obispo Arnau de Creixell ciertas iglesias que reconoce como propiedad del obispado, en las que durante tiempo dice haber cobrado diezmos injustamente. La parroquia de Sant Cebrià aparece en época románica en las Rationes Decimarum de 1279 y 1280, posteriormente, en 1362 aparece en el listado del Llibre Verd de Girona y en los nomenclátores diocesanos de finales del xiv. En 1334 un tal Guillem de Flaçà, siendo canónigo de Sant Feliu de Girona, manda construir y dota un altar dedicado a san Juan y san Jaime en la iglesia de Flaçà. De nuevo aparece Sant Cebrià entre las iglesias a las que Gerau de Cervià hace donaciones en su testamento de 1346.
De la iglesia románica de Sant Cebrià quedan en pie, integradas en los muros del edificio actual, las primeras hiladas del muro meridional, hoy en la fachada principal del templo, cuyo paramento es a base de sillares de una fina piedra arenisca de color ocre, bien labrados y escuadrados, y dispuestos en hiladas regulares; el paramento románico queda interrumpido por la portada que da acceso al edificio actual. Se conserva a poniente, integrada en el muro oeste de la nueva iglesia, la antigua fachada principal del templo románico, cuyo paramento presenta iguales características que el descrito en la fachada meridional. En el centro de se abre una puerta y encima de ésta sobre el mismo eje, una ventana con un único derrame hacia el exterior; ambas se encuentran hoy cegadas. Puerta y ventana son abocinadas a partir de un doble arco de medio punto en gradación, con sus respectivas arquivoltas doveladas, jambas formadas por pliegues del mismo muro, y, en el caso de la puerta, con un sencillo guardapolvo con moldura de caveto hoy en bastante mal estado. Forman dichas arquivoltas dovelas labradas en la misma piedra arenisca de grano muy fino y bien escuadradas tanto en la puerta como en la ventana. Ambos arcos, con sus respectivas arquivoltas, descansan sobre una línea de imposta indicada por una losa con moldura de caveto estrecha y horizontal que sobresale ligeramente del paramento, éstas se encuentran repicadas o muy desgastadas en la ventana y en la arquivolta externa de la portada. Las dovelas y sillares que forman el arco de medio punto interno de la ventana presentan el intradós oblicuo, reforzando el abocinamiento y dirigiendo la luz que entraba por esta misma ventana.
En cuanto a la portada, cabe notar que desconocemos si tuvo tímpano, cornisa y dintel bajo la arquivolta interior, y que de su alzado original vemos, muy probablemente, sólo tres cuartas partes. En este lado del edificio se encontraba antiguamente el cementerio hoy en esta zona enjardinada anexa al muro oeste observamos que el nivel actual de suelo ha aumentado considerablemente, pues se aprecia en la parte baja de ambas jambas del arco de medio punto de la portada posibles restos de un zócalo o basamento del que tan sólo intuimos el perfil superior, sobre todo bajo la jamba izquierda, quedando el resto bajo el nivel del suelo. Pues, separado de los restos de la fachada románica, pero en el mismo lado oeste del nuevo templo, incrustado en parte baja del muro meridional del transepto oeste del edificio actual, formando parte de la primeras hiladas, se encuentra un enorme bloque cuadrangular de piedra arenisca, ocre, de grano fino, que corresponde a la fábrica románica y que presenta decoración zoomórfica esculpida, apreciable al menos en dos de sus caras. Dicha pieza descontextualizada, por su cercanía a la fachada occidental del templo de la antigua iglesia de Sant Cebrià de Flaçà, y dado su gran tamaño, más que a un capitel, podría corresponder al zócalo derecho de la portada; a falta de un buen estudio arqueológico del lugar, tal hipótesis resulta imposible de contrastar. Dicho elemento escultórico presenta en su lateral sur, bastante desgastado, un animal, quizá una cabra, pues parece tener cuernos, dispuesto de perfil con la cabeza mirando hacia el ángulo oeste del capitel, la superficie del animal está muy desgastada pues únicamente se distingue su hocico y el perfil de la boca enseñando su dentadura, la parte inferior de las patas del animal se encuentra bajo tierra. En la cara oeste del elemento escultórico en cuestión aparece la cabeza de un caballo parte del motivo decorativo que se encontraría oculto dentro del muro. En esta cabeza de caballo, en mejor estado de conservación, apreciamos los detalles anatómicos del rostro del animal, los grandes ojos almendrados, la crinera indicada por finas líneas a bisel y parte de las riendas que lleva que nos hacen intuir que podría tratarse de una escena historiada o caballeresca. Se trata de figuras de grandes proporciones, trabajadas en un alto relieve, que en el caso de la cabeza de caballo se presenta casi exento. El artista realizó aquí grandes figuras que como vemos en el caso del primer animal descrito, ocupan prácticamente la totalidad del espacio enmarcado por una gruesa banda sobresaliente hoy muy desgastada y que desconocemos si tiene continuidad en otras caras del mismo elemento escultórico.
Parte de la cara interior de este mismo muro occidental queda a la vista en el interior del templo actual, a los pies de la iglesia como muro perimetral de la primera capilla del lado oeste del templo, cubierta por una bóveda de cañón que dibuja un perfil de arco de medio punto sobre el paño de muro románico. En éste se aprecian los elegantes y bien tallados sillares y dovelas de la puerta principal cuyo vano ha sido tapiado, y sobre el arco de la puerta, a pocos centímetros de ésta, una serie de agujeros rectangulares labrados en una misma hilada horizontal, que indican un envigado interior, quizá un coro.
En el lado este, bajo el campanario e integrados en el muro de levante del nuevo templo, se conservan los vestigios de parte de la testera y de la cabecera del templo románico con un único ábside semicircular central del que solamente queda la parte septentrional de su perfil. Gracias a la fracción del muro testero conservado, sabemos exactamente dónde situar el muro perimetral norte del edificio, hoy perdido, pues aquí sí se conservan en muy buen estado las hiladas que terminan en sillares de la misma piedra bien labrada, escuadrados y bien trabados con los del muro septentrional desaparecido. El perfil superior de esta parte de la testera, aunque de forma poco evidente, nos indica, como en la fachada principal, la altura aproximada del edificio románico. Aquí el paramento tanto en el muro testero cómo en el ábside presentan igual calidad y disposición que los descritos anteriormente. El ábside central no presenta decoración alguna, se han perdido las ventanas, y en proporción al muro testero sería de tamaño reducido, quedaría pues abierto en el centro de la cabecera, enmarcado por los paños laterales de muro testero. Se ha señalado la peculiaridad de un ábside tan estrecho, sólo presente en edificios tan lejanos a Flaçà como Santa Cecilia de Molló o Sant Jaume de Queralbs, en la comarca de Ripoll.
Aunque desconocemos como sería la organización interna del templo, dada la disposición del paramento, los restos del ábside y la organización de la fachada conservada casi al completo junto al elemento escultórico incrustado en el lado oeste del edificio actual, nos llevan a fechar la fábrica del templo románico de Sant Cebrià de Flaçà en algún momento del siglo xii, durante el románico pleno, pues se relaciona tipológicamente con otras iglesias gerundenses como de Sant Martí de Fellines, en Viladasens y Sant Genís de Cervià de Ter o con iglesias ampurdanesas como Sant Miquel de Garrigàs, dónde encontramos un paramento, organización y fábrica de la fachada muy similares.
Texto y fotos: Annaïs Pascual Alfaras – Planos: Ángel Cerezo Cerezo
Bibliografía
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