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La iglesia de San Miguel adosada a la antigua fortaleza.Dibujo de Cutanda realizado en 1871 (Archivo de la Institución Príncipe de Viana,Fondo Comisión de Monumentos)

Identificador
31190_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 47' 19.36'' , -1º 40' 28.39''
Idioma
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Miguel Arcángel

Localidad
Cizur Menor
Municipio
Cizur
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
FORMA PARTE DE UNA ENCOMIENDA SANJUANISTA. La documentación más antigua que hace referencia al asentamiento en esta localidad de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén data de principios del siglo XII, cuando se hizo con la tutela de un monasterio de fundación particular: en 1135 Lope Enecones y su mujer Sancha Aznárez donaron a San Juan una ecclesia qui vocitant Santi Michaelis in villa qui vocitant Sciçur Minor con todas sus heredades y pertenencias. Nuevas donaciones de diferentes particulares no se hicieron esperar, pudiendo destacarse el ejemplo del rey García Ramírez que, al año siguiente, le cedía un collazo con todas sus casas, tierras y viñas. O la que efectuó en 1185 Ochoa, hijo de Aznar de Cizur, de todas sus pertenencias de Larraga. Otras gentes, a lo largo del siglo XIII y de las centurias venideras, contribuyeron a engrosar el patrimonio: en 1229 doña Domequa de la Cambra, al entregarse como oblata, cedió sus heredades de Cizur Menor, consistentes en ocho piezas en el término de la población, una viña y un majuelo inter vineas Hospitalis; en 1230 el caballero Jimeno de Necusa cedía igualmente cuatro collazos, y en 1234 don Fortunio de Arci legaba las peças, vineas et domus que poseía en Cizur. En 1247 se incorporaban al patrimonio de la iglesia de San Miguel las posesiones de Cizur Menor, Cizur Mayor y Barbatáin de don Lope de Cizur Menor, caballero, y su mujer María Periz. A todas ellas, se sumaban en 1259, casi todos los bienes de don Pedro Garcés de Uarriz. La iglesia se halla enclavada en un altozano, a la izquierda de la carretera de entrada a la población, en las afueras del caserío. Desde ella se puede ver la parroquia de San Emeterio y San Celedonio, emplazada sobre una loma justo enfrente. El edificio fue abandonado durante décadas tras la Desamortización de Mendizábal y destruido en 1850. Pasó por diferentes propietarios hasta ser comprado por la familia Ezpeleta, que lo empleó como granero y almacén de cereal hasta que le fue adquirido, junto con los terrenos adyacentes, por el Gobierno de Navarra en 1988 (tras diversas gestiones que comenzaron en el año 1941), momento en que se emprendió su restauración. Una vez efectuada una profunda limpieza del recinto y sus muros, se reconstruyeron algunos de los elementos dañados o perdidos del templo, que fue cedido en usufructo a la Orden de Malta en Navarra. En 1972 fue declarado Monumento Histórico-Artístico. El exterior del edificio destaca por poseer un cuerpo principal románico, correspondiente a la iglesia, al que se adosan otros dos volúmenes añadidos: una capilla al Sudeste y una torre al Noroeste. La restauración, efectuada en dos campañas entre los años 1988 y 1990, permitió conocer que el templo había sido erigido en dos etapas constructivas diferentes, en cada una de las cuales se levantó lienzo, bóveda y cornisa exterior, con distinto perfil en cada parte. En el frente sur, se abre una portada abocinada inserta en un frontispicio sobresaliente, que queda coronado por una serie de modillones cóncavos moldurados con listeles (repuestos la mayoría) ya existentes anteriormente, según se aprecia en algunas fotos tomadas a finales de la década de 1960 por la familia Ezpeleta. En ellas también se puede apreciar que, sobre dicho paramento, habría existido un pórtico, posiblemente de madera, que se extendía al lateral occidental, y dejó trazas en los sillares de este tramo. La portada (5,70 m de frente), abocinada, está formada por tres arquivoltas baquetonadas de medio punto cubiertas por chambrana, restituida durante la restauración, al igual que los fustes monolíticos sobre los que apean. Los capiteles no han llegado íntegros hasta nuestrosdías, sino que, por el contrario, han sufrido un gran desgaste. Únicamente se observan algunos restos parciales de la ornamentación original en el segundo y tercero, en el lado occidental, donde se representan motivos vegetales a base de pencas lisas vueltas, con nervio inciso, de las cuales penden piñas en los ángulos exteriores. Quedan separadas entre sí por hileras en zigzag que forman cenefas de rombos. Estos modelos decorativos remiten al quinto capitel de la portada de la parroquia de esta misma población, donde se esculpe otro ejemplar de características muy similares (capiteles de trazas parecidas pueden observarse también en la portada de Eusa). Por último, en el quinto capitel, al oriente, se pueden apreciar vestigios de hojas lisas con nervio central en resalte y de cuyas puntas colgaría algún fruto del que apenas han quedado unos retazos superiores. Nuevamente su factura coincide con la que se puede ver en otro capitel de la portada de la parroquia de Cizur, concretamente el tercero, así como en el cuarto de la iglesia de Eusa. El conjunto de columnas, que apoyan sobre pedestal, como en Ubani, quedaría completado por cimacios lisos, en su parte superior, y en su zona inferior por basas, totalmente reconstruidas, compuestas por dos toros y escocia, apoyadas sobre plinto. En la zona central del tímpano, que en algún momento se fragmentó en dos trozos, se esculpe un crismón trinitario. Está enmarcado por un resalte circular moldurado dentro del cual se acogen seis travesaños radiales con incisión interior y ahorquillados en sus extremos; más las letras típicas que, en este caso, tienen una caligrafía muy individualizada y personal con terminaciones en sección semicircular abierta. La P, además, incluye en su brazo vertical una pequeña cruz. Mientras que la omega ha desaparecido, y de ella sólo queda su marca impresa en la piedra. Lo sostienen dos ménsulas decoradas con molduras incisas que conforman baquetones en sus lados exteriores y se prolongan a lo largo de las jambas (la jamba oriental, muy dañada, ha sido recompuesta), de forma muy similar a como se dispuso en la portada de la parroquia de Ubani. A ambos lados de la fachada se ubican sendas ventanas gemelas que han sufrido importantes daños, hasta el punto de que en todas ellas, al igual que ha ocurrido con las restantes que se distribuyen por el exterior del edificio, se han restituido diferentes elementos arquitectónicos. Todas están formadas por arco de medio punto baquetonado con chambrana moldurada y apean en columnas constituidas por doble cimacio moldurado, capitel y basa (sustituidas la mayoría) compuesta por toro y escocia, bolas en los ángulos y plinto cuadrangular. La ventana que se ubica en el tramo más oriental no se halla completa, sino que su lateral derecho quedó embutido dentro de una capilla añadida posteriormente. Sus capiteles están muy desgastados, salvo en el más oriental donde se aprecian palmetas de las cuales colgaría una bola en la esquina exterior. A continuación, al Este, se ubica el ábside, que cuenta con la peculiaridad de ser poligonal (y semicircular al interior), todo lo cual habría sido tomado, según Matínez de Aguirre, Arrieta y Orbe, directamente de la catedral románica de Pamplona. Durante la restauración, se excavó en la base de los sillares y se pudo ver que existía un nivel de cimentación anterior bajo la tierra. Su primera traza de arranque era circular. Pero posteriormente la planificación de la obra fue replanteada y el ábside circular fue sustituido por otro de exterior poligonal, con cierta presencia en Navarra (además de la desaparecida seo pamplonesa, fue empleado en el ábside central de Irache y en San Martín de Unx). Está asentado sobre un podio de dos hileras de piedra. Sobre ellos se alzan tres o cuatro filas de sillares más anchos que el lienzo de pared restante. Encima del mismo, y en decrecimiento, se levanta el resto de muro que compone la cabecera, articulado a once hiladas de altura (los bloques oscilan entre los 25 y 31 cm de altura) por una moldura que se prolonga en el perímetro del perímetro del ábside. En cada vértice del polígono se adosa un estribo prismático estrecho, cuya base es más ancha que el resto de su fábrica, al igual que ocurría con la plataforma del muro. Dicha cabecera se halla perforada por tres ventanas dispuestas entre contrafuertes en sus ángulos este, norte y sur, y que responden a las mismas características ya mencionadas para las del frente meridional. De igual modo, sus capiteles también están reconstruidos en su mayor parte, y se adornan con motivos vegetales idénticos en los tres casos: pencas lisas con nervio central inciso y concluidas en ondulación que finalizan en volutas en todos sus ángulos. Esta decoración guarda estrecha relación con los adornos vegetales cincelados en los capiteles interiores de la portada y de la ventana absidal de la iglesia de Berrioplano. A continuación, en el muro norte, hacia la mitad de la nave, se abre otra ventana idéntica a las anteriores que ha sido totalmente reconstruida. Esto fue debido a que sus elementos fueron eliminados para ampliar el vano a fin de introducir la maquinaria agrícola utilizada para almacenar el cereal y la paja en el interior del edificio, según se muestra en una fotografía proporcionada por la familia Ezpeleta. En este muro septentrional se adosaron, a lo largo de la historia, diferentes edificaciones. Según las nueve acuarelas que dibujó Vicente Cutanda entre 1871-1875 por encargo de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra, todavía se mantenían en pie diversos vestigios del claustro, que dibujaba un pentágono irregular con crujías y cuatro torres en sus extremos, según explicaba Lacarra. Una arquería de arcos semicirculares flanqueda por dos torres idénticas, con arcos apuntados, en las respectivas esquinas noroccidental y sudoccidental (esta última todavía existe) constituía la crujía occidental. Se veían igualmente dos pisos que se corresponderían con viviendas o dependencias administrativas de la comunidad, perforados por ventanas de arco carpanel en el nivel más alto del lado oriental y que llegaban hasta el contrafuerte del eje del ábside. A propósito de este claustro, se tienen noticias documentales de que estaba en construcción en los años 1253 y 1254 cuando Doña Gracia, hija de Orti Cerria y madre de Sanchot, cedía al convento de la Orden en Cizur Menor unas viviendas en Pamplona destinadas a financiar las obras de estas construcciones monásticas. En 1262 todavía no habían finalizado, según se deduce de la donación de 2.000 sueldos efectuada por Rodrigo López, hijo de don Lope Arceiz de Oriz, donde además explicitaba que había encargado elaborar una sepultura que diera cobijo a sus restos mortales en el cementerio de este mismo cenobio. Sin embargo, para mediados del siglo XX ya no perdurarían más vestigios que la torre adosada al Noroeste del templo y algunas huellas de muros o pórticos en los sillares del ábside y de los lienzos oriental y septentrional de la torre. Actualmente sólo se conservan, como únicas huellas del citado claustro, dos arcos horadados en el muro norte del templo, de distinto tamaño y morfología, que pudieron tener finalidad funeraria. El ubicado al Oeste, posiblemente más antiguo, tiene forma semicircular (2,03 m de frente), mientras que el oriental, compuesto por un arco apuntado y el bloque del sepulcro reconstruido alcanza 1,75 m de frente. Entre ambos se emplaza la puerta de comunicación del templo y del recinto conventual, con sus dos ménsulas ligeramente estriadas y un enorme dintel monolítico liso coronando el vano (1,04 m de anchura). Para finalizar, en la zona más occidental y en el interior de la planta baja de la torre se horada una pequeña hornacina rectangular que pudo tener finalidad votiva y cobijar alguna imagen devocional. Quizás podría ser relacionada con otras semejantes vistas en diversos templos románicos navarros, como en el exterior de la arquería del pórtico de la parroquia de Larraya o en uno de los muros bajo el pórtico en Oscáriz. Finalmente, y respecto a los contrafuertes que jalonan el muro y articulan los diferentes tramos interiores, debe indicarse que no todos los que originalmente se distribuían en el edificio son visibles actualmente. Sólo se aprecia el situado en la esquina sudoeste. Los que se corresponderían con la portada fueron sustituidos en el proyecto original por el paramento de piedra citado que actúa como refuerzo. Mientras que los otros dos emplazados en los tramos orientales e inmediatamente anteriores al ábside han quedado integrados en la estructura de la capilla gótica que se dispone en este espacio. Sin embargo, en el frente norte, son tres los que se pueden observar. Los dos últimos han quedado embutidos dentro de los muros de la torre. En cuanto a la torre gótica, ya se ha dicho que está emplazada en la parte noroccidental de la iglesia. Está constituida por un total de cuatro pisos. El inferior, la planta baja, estuvo cubierto por una bóveda, de la cual quedan vestigios de sus arranques en cuatro columnas emplazadas en los ángulos. Se abría al claustro por medio de dos arcos apuntados (2,54 m de luz). La primera planta también estuvo coronada por una bóveda de crucería que todavía perdura; presenta una saetera al Este, una ventana rectangular al Oeste y una puerta al Sur (adintelada con ménsulas estriadas) de comunicación con dependencias administrativas ubicadas sobre la galería oeste (junto con otra hornacina rectangular). El tercer piso lo constituye una sala ubicada bajo la azotea almenada, cubierta con cielo raso de viguería de madera, y abierta al exterior por varios grupos de saeteras en sus cuatro frentes. Una escalera de caracol permite el acceso desde la iglesia hasta ella y al cuerpo de almenas, que sería el último piso. Es posible que, con posterioridad a la construcción del templo -quizás paralelamente a la edificación de esta torre- se modificase el muro hastial, donde se aprecian diferentes intervenciones a lo largo y ancho de toda la pared. En su tercio superior se horadó un arco apuntado en cuyo centro se perforó un rosetón con tracería polilobulada y óculos radiales, que recuerda a otros que también se localizan en templos románicos (como en el hospital de Santa María de Cilveti, más sencillo). En tiempos de Cutanda dicho rosetón todavía perduraba, si bien la zona alta del muro ya empezaba a desmoronarse y el tejado había caído. También de esta época sería la capilla que se anexa en el tramo inmediatamente anterior al ábside. Con respecto al interior de la iglesia (22,19 m de longitud por 7,12 m de anchura), debe observarse su planta de nave única organizada en cuatro tramos iguales más ábside, que aquí se traza con forma semicircular. Las cubiertas que coronan dichos espacios son de bóveda apuntada en la nave y de horno en el presbiterio. En cuanto a los alzados, los diferentes tramos se articulan a partir de pilastras adosadas (72 cm de anchura por 42 cm de profundidad) y arcos simples, salvo en el anteábside y el ábside, donde se disponen arcos doblados sobre dobles pilastras. Es excepcional el arco de embocadura del ábside por su parte oriental, donde una columna con capitel vegetal y basas compuestas y con bola (como las del exterior) sustituye a la pilastra interior. Seis vanos horadan los muros del templo, con las mismas características descritas en el exterior. Tres se distribuyen en el ábside (en el eje y en los laterales norte y sur). Otro más se ubica hacia la mitad de la pared norte. Y otros dos perforan el lado sur, flanqueando a Este y Oeste la puerta principal. Los motivos vegetales tallados en estos capiteles responden a dos patrones de gran sencillez. El más simple responde a la ornamentación de las ventanas exteriores: pencas lisas con nervio acanalado central finalizadas por ondulaciones y rematadas por volutas angulares. Mientras que la segunda decoración responde a una variación de este modelo e introduce frutos que cuelgan en las esquinas bajo las volutas. Tanto las pilastras como las columnas de las ventanas están rematadas por un cimacio liso de sección oblicua que se prolonga en imposta por ambos muros y la cabecera. El rosetón polilobulado del muro hastial ha sufrido muchas modificaciones, según lo revelan los sillares del lienzo. En este mismo tramo se emplazó un coro de madera, según lo indican las ménsulas que todavía perduran en las paredes norte y sur. Por otra parte, tres puertas se abren en el interior de los muros de este templo. Al Sur, la principal, al Norte, justo enfrente, la que permitía el acceso al claustro y una tercera, que constituía la entrada a la torre. Y además entre las dos pilastras que componen el anteábside del muro norte se perforó un arco rebajado (3,11 m de anchura por 79 cm de fondo) que pudo tener finalidad funeraria, justo frente a una capilla gótica incorporada en el tramo sur inmediatamente anterior al presbiterio. Se accede por un arco apuntado. Su planta cuadrangular se cubre mediante bóveda de crucería simple, en cuya clave central se talló un escudo apuntado que presenta las armas de los Beaumont. Su construcción, entre 1435 y 1487, pudo ser encargada con una finalidad funeraria por Juan de Beaumont, prior de la Orden de San Juan de Jerusalén en Navarra, canciller del reino, consejero real, ayo de don Carlos Príncipe de Viana y uno de los dirigentes del bando beaumontés en la guerra civil navarra. Los muros exteriores e interiores de este edificio muestran una notable cantidad y variedad de marcas de cantero, todavía por estudiar. Sobre su datación, diferentes autores han venido fechando su construcción a principios del siglo XIII, cronología muy probable dadas las referencias estilísticas descritas.