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Vista de la iglesia de San Andrés con la torre de espadaña simple, con dos troneras

Identificador
39049_04_018bn
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 15' 16.40'' , -4º 34' 48.13''
Idioma
Autor
Esteban Sainz Vidal
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Andrés

Localidad
Linares
Municipio
Peñarrubia
Provincia
Cantabria
Comunidad
Cantabria
País
España
Descripción
EN LA CARRETERA que une La Hermida con Lamasón, y subiendo desde el primer pueblo, encontramos primero el pequeño pueblo de Las Caldas y poco después el de Linares, a la izquierda de la carretera, afincado escalonadamente en la vertiente del monte y rubricado por la bella estampa de su torre medieval. El pueblo es bello, con casas rústicas, destacando entre ellas la Casa de Palacio, del siglo XVIII, con ventanas de orejeras, y capilla particular independiente, muy sencilla. El valle en el que se haya situado es el de Peñarrubia. Al extremo este del pueblo, también en alto, se halla la iglesia –parroquial de San Andrés–, que ha sido restaurada no hace mucho con un gusto deplorable, señalando estrepitosamente las juntas de los sillarejos. Las modificaciones que de su planta primitiva se han hecho son bastantes: se retiró el muro del norte para ensanchar la iglesia, se colocó un portal al sur, posiblemente en el siglo XVII, se reformó el ábside colocándole una bóveda capialzada, y, finalmente, se colocó una sacristía, muy posteriormente, abriendo el muro sur de la capilla principal. Así quedan como románicos los muros norte y sur y el arco triunfal. Al exterior destaca la línea completa de canecillos en el muro sur, sobre el portal. Son diecisiete, de los cuales son sólo iconográficos los dos extremos, el izquierdo con cabeza humana y el derecho con cabeza y patas delanteras de animal que puede ser cabra, oveja o perro. El resto de los modillones llevan tres rollos no muy destacados. También el muro norte lleva canecillos, todos ellos –dieciocho– de rollos, de tres, dos o un solo elemento. La puerta se abre en el muro sur y es muy sencilla a base de arco apuntado, guardapolvos de escocia y arquivolta de baquetón. En vez de capiteles existe un cimacio prismático con alguna leve moldura horizontal, sin más decoración. La torre es de espadaña simple con dos troneras. El interior conserva el arco triunfal, levemente apuntado, que lleva guardapolvo de estrellas de cuatro puntas y descarga sobre capiteles iconográficos enormemente rústicos. El izquierdo, casi totalmente picado, lleva figura de mujer u hombre con las piernas abiertas, en la cara que mira a la nave. El derecho conserva dos escenas: la que mira al ábside es una crucifixión, de tosquedad y primitivismo exagerados, donde aparece, sobre cruz patada, la figura de Cristo –al parecer–, desnuda, a la que un soldado, igualmente desnudo, intenta atravesar con una lanza; la factura de este Cristo u hombre crucificado, tan extremadamente rural, está en la línea del Crucificado de la ermita de San Miguel de Olea. La poca maestría del cantero da idea de la imposibilidad de algunos pobres concejos de acudir a maestros de alguna categoría. La cara que mira al capitel opuesto tiene dos figuras extrañas, también desnudas. La central lleva en su mano derecha un hisopo, tal vez, y en la izquierda un cacharro o acetre que sujeta por el asa; un ave situado a la derecha de su cabeza parece intenta picarle en la oreja; la otra figura desnuda, más pequeña, está a la izquierda de la central y sostiene algún objeto plano sobre el vientre, ¿un arma, una caja? El cimacio es de círculos tangentes, muy mal tratados. Las basas de las columnas que soportan ambos capiteles son distintas. La izquierda lleva una alta escocia muy poco pronunciada; la derecha tiene un amplio toro en el que están talladas las figuras de dos aves afrontadas, que parecen beber, simétricamente, de una pequeña vasija; una especie de animal ¿perro? se labra en el lateral. Conserva pila bautismal de traza románica, con sogueado, pero sin ninguna otra decoración especial. La cronología de esta iglesia en su parte románica es difícil de precisar. El estilo tosquísimo de sus relieves podría inclinarnos a pensar en una fecha tardía, pero creemos que se trata de una obra realizada por un cantero ingenuo y poco experto, en momentos que es difícil retrasar más allá de la segunda mitad del siglo XIII.
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