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Detalle de la portada

Identificador
16078_0155n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 4' 44.61'' , - 2º 7' 46.38''
Idioma
Autor
Virginia Cañas Córdoba
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Pantaleón

Localidad
Cuenca
Municipio
Cuenca
Provincia
Cuenca
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
A ESCASOS METROS DE LA PLAZA MAYOR y de la catedral, en la actual calle San Pedro, permanecen en pie los restos de una de las iglesias más antiguas de la capital conquense. Levantada durante el siglo XII, inmediatamente después de la conquista de la ciudad por parte del monarca Alfonso VIII, su morfología constructiva nos remite a un románico tardío. Esta iglesia nunca llegó a ser parroquia, de hecho en ningún momento ha figurado en la relación de las trece que comenzaron a construirse en la ciudad inmediatamente después de la conquista cristiana. Era utilizada, exclusivamente, por sus fundadores como lugar de culto. Este oratorio era propiedad de la Orden de San Juan de Jerusalén, una de las órdenes militares más importantes de la Península que participó en la reconquista de Cuenca. Recordemos que los orígenes de esta orden se remontan al año 1048, y lo que en principio se fundó como una orden meramente hospitalaria, pronto pasó a ser orden militar. Así pues, a su misión hospitalaria se sumó pronto el deber de la defensa de la fe. La iglesia de San Pantaleón, de planta rectangular y de una sola nave, destaca por su ábside plano de mampostería y por una ventana románica, abocinada, situada en la parte más alta del testero. Orientada al Este, en uno de sus laterales se puede observar el arranque de la bóveda de medio cañón que cubría el presbiterio. Precisamente, en esta zona se observa bien la técnica constructiva, de mortero aligerado con grandes trozos de cerámica. De la pequeña nave central sólo quedan unas pilastras cuadradas, sobre las que se apoyan los estribos de dos arcos de medio punto. Es posible que esta arquería se hiciera mucho más tarde, durante el siglo XVI, para comunicar la nave central con otra más estrecha que ocuparía lo que hoy es el callejón entre las calles de Ronda y San Pedro. Actualmente, entre estas dos pilastras, a modo de cerramiento, se han colocado unas rejas que permiten una visión completa del recinto y evitan el acceso al interior de las ruinas. La nave tendría dos tramos cubiertos con bóvedas nervadas o por artesonado, y su ábside rectangular se cerraría con bóveda de cañón apuntado tras un arco triunfal. De la fachada principal sólo queda la portada. Se trata de un arco ojival, abocinado, del que permanece el arranque de sus arquivoltas. Destaca en este conjunto la decoración de uno de los capiteles de sus jambas, conservado milagrosamente y relacionado con la simbología templaria. Dispuesto deliberadamente en uno de los puntos más visibles para su lectura, representa una escena en la que un jinete alancea a un dragón, interpretación de la lucha entre el bien y el mal. En cuanto al estado de conservación de la también conocida como iglesia de San Juan de Jerusalén, todo indica que su desmoronamiento viene de muy atrás. Parece ser que su estado comenzó a decaer cuando las órdenes militares perdieron su función religioso-militar. El hecho de que no aparezca en la relación de bienes desamortizables de Mendizábal viene a confirmar su precario estado de conservación, y, por tanto, el escaso interés que había sobre este inmueble eclesiástico. En años posteriores, concretamente durante el siglo XIX, siguió sufriendo numerosos daños y expolios. De hecho, durante las invasiones carlistas se aprovechó parte de la mampostería, que aún quedaba en pie, para levantar algunas barricadas. Actualmente poco queda del templo, derribado prácticamente en su totalidad. Pero desde que pasó a ser propiedad municipal se han llevado a cabo diversas obras de consolidación y mejora que han ido dando, poco a poco, sus frutos y que han contribuido al conocimiento de su historia y técnica constructiva. Los últimos trabajos de restauración y limpieza han puesto de manifiesto la ubicación de varias sepulturas, halladas en la roca del presbiterio, y algunos sillares con representaciones figuradas, tales como una clave de bóveda con el cordero místico. En la última intervención, en una ménsula, ha aparecido una tosca calavera tocada con un yelmo de amplias alas.
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