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Interior desde los pies

Identificador
24415_05_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
4.716.465.57 -6º 35' 3.57''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María

Localidad
Villanueva de Valdueza
Municipio
Ponferrada
Provincia
León
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
EL TEMPLO ES DE UNA SOLA NAVE, con espadaña a los pies -a la que se accede por un husillo de planta octogonal-, sacristía adosada al muro norte y capilla contigua a ella. La portada se abre en el muro de mediodía, precedida de pórtico, y con el cementerio rodeando el conjunto por los lados septentrional y occidental. Se construyó fundamentalmente en mampostería de pizarra, aunque los elementos más importantes se labraron en sillería de toba, resultando un conjunto que responde a una serie de obras diversas que desde época románica se fueron sucediendo más o menos hasta fines del siglo XVII. De época románica conserva el conjunto de la nave y cabecera, formada esta última por ábside de planta semicircular, construido en mampuesto de pizarra, aunque con frecuente sillarejo de pequeño módulo y disposición un tanto anárquica en la base. Aparece dividido exteriormente en tres paños verticales separados por someros contrafuertes o pilastras de sillería de toba, que mueren en el alero, donde se rematan en anchas impostas de rodillo. El interior aparece revocado y prácticamente oculto tras el retablo barroco, aunque es evidente la existencia de bóveda de horno, con el frente rematado en grueso bocel y con imposta biselada en la base. Daba luz al interior una ventana dispuesta en el paño central -cegada y escondida tras el citado retablo-, formada por saetera enmarcada en ancho bocel de desarrollo continuo, seguido de abocinamiento y rematada exteriormente por chambrana de perfil biselado. Se dispone a continuación el tramo presbiterial, donde está enterrado D. Lope García de Castro, virrey de Perú con Felipe II. Es un espacio ligeramente más alto que el ábside, cubierto con bóveda de cañón precedida de imposta igualmente de perfil en chaflán. Al exterior muestra gran sencillez, con mampostería rematada en alero de lajas de pizarra sostenidas por un conjunto de canecillos iguales a los del ábside, labrados en toba y mostrando moldura de gola rematada en bocel o cilindro. Da acceso a la nave desde el conjunto de la cabecera un arco toral de medio punto, doblado, con el dovelaje externo dotado de arista abocelada mientras que el interno, de perfiles rectos, descansa en potentes cimacios biselados dispuestos sobre sendos capitelillos apenas marcados, lisos y de suma tosquedad. Bajo ellos aparecen respectivas semicolumnas con basas de toro y escocia sobre plinto. Al exterior no se registra ningún tipo de estructura que contrarreste los empujes del arco. La nave es igualmente obra románica. Se cubre con a rmadura de madera, en artesa de par y nudillo atirantada y los muros, como en el resto de la iglesia, están revocados. Exteriormente conserva parte del primitivo alero, sostenido por canecillos de nacela, de tosca factura, que se han perd ido mayoritariamente en el paramento septentrional. Dos portadas originales se disponen en esta nave, una en el muro norte y otra en el sur. La que actualmente sirve de acceso se halla en el meridional, formada por un arco de medio punto doblado sobre pilastras con impostas en bisel; la rosca interior presenta aristas vivas mientras que la exterior se remata de nuevo con un bocel. La del muro septentrional se encuentra tapiada. A ello contribuyó el hecho de haber perdido su utilidad por encontrarse dentro del cementerio, formado hoy por alto bancal; no obstante en origen parece ser que comunicaba con la población a través de una escalinata, también eliminada por el mismo campo santo. De esa puerta, que parece seguir el mismo esquema que la otra, sólo podemos ver un arco abocelado descansando sobre impostas de bisel y pilastras lisas, todo ello ejecutado en piedra de toba. Este edificio románico, aunque estructuralmente se ha conservado de forma casi íntegra, sufrió notables reformas a lo largo de los siglos XVI y XVII, especialmente a partir del momento en que Felipe II vendía el señorío de Villanueva de Valdueza a Juan de Alvares, pasando después a la categoría de marquesado. Así, y al margen de la construcción de la armadura de madera que cubre la nave y de los ventanales que se abren en los muros meridional y occidental de la nave y en el sur del presbiterio, las diversas fechas que aparecen a lo largo del templo permiten seguir más o menos acertadamente las transformaciones del edificio. En 1591 se adosa la sacristía al lado norte, abriéndose por tanto la puerta en el lado correspondiente del presbiterio, siendo cura y señor Juan de Alvares , según reza en la inscripción de su elaborada cubierta de madera. Este personaje, que se enterró en el presbiterio, en un arcosolio abierto en el muro de la epístola, dejó en su testamento orden de construir una capilla funeraria -conocida también como capilla de Santa Ana-, inmediata a la sacristía, cubierta por bóveda de crucería, y que obligó a reformar gran parte de los paramentos originales románicos de ese lado. Se acabó de construir en 1620 por los maestros vizcaínos Juan y Bartolomé de la Huerta. De 1690 es otra inscripción, ubicada en la base de la espadaña, que debió reformarse -o reconstruirse- en ese momento, siguiendo la misma tipología que desde época románica parece perdurar en muchos templos de los reinos de Castilla y León. Poco después se construiría el husillo de acceso al campanario, quizá ya en el siglo XVIII, aunque el reloj de sol que porta lleva la fecha de 1692. En torno a esos momentos finales del siglo XVII parece que la iglesia de Villanueva pasa por un buen momento económico que facilita toda esa serie de reformas, que culminan también con la construcción del pórtico y del retablo, fechados por inscripción en 1696. La edificación del portal había tratado de iniciarse ya en 1602 a instancias del obispo de Astorga y bajo amenaza de excomunión a los mayordomos de la iglesia, lo que a pesar de todo no evitó ese retraso de casi un siglo. En resumen, nos encontramos ante un edificio producto de diversas reformas o etapas constructivas, de dilatada historia. Nada se conserva de la primitiva iglesia prerrománica que sin duda tuvo la población; de época románica subsisten, en relativo buen estado, la nave, con sus dos portadas, presbiterio y ábside, que en conjunto conformarán un templo que, aunque realizado con materiales más bien pobres, responde a unas trazas cuya regularidad no suele ser frecuente en los pequeños templos rurales de la época. Sin duda estamos ante un momento final del románico, donde los elementos decorativos brillan por su ausencia, circunstancia que, según señala Cosmen, unida a la semejanza con otros edificios bercianos como el monasterio de San Miguel de las Dueñas o San Juan de Montealegre, sitúan la ejecución de esta obra en los inicios del siglo XIII, seguramente bajo el patronazgo del monasterio de San Pedro de Montes. En su interior se conserva un Cristo gótico de madera policromada y según Gomez-Moreno había una cruz procesional de plata y esmaltes, de la misma cronología, aunque el autor no la llegó a ver. También, hasta hace no mucho, aquí se custodió el Tumbo Viejo de San Pedro de Montes, es decir, el libro que, redactado muy a finales del siglo XIII, recopiló la colección documental que hasta entonces tenía ese monasterio, así como una detallada relación de todas sus posesiones en aquellas fechas.