Sant Esteve de Pardines
PARDINES
Pardines se encuentra en el extremo oriental del valle de Ribes, limitando con los municipios de Ogassa y Vilallonga de Ter; algo más de 10 kms lo separan de la capital de comarca, Ripoll. Se llega tomando la carretera N-152 que va desde Ripoll a Ribes de Freser, y luego por la vía local GIV-5262 –conocida como carretera de Pardines–, que conduce hasta el centro del término municipal en aproximadamente 6 kms. La cabeza del municipio es el pueblo homónimo, que concentra la mayor parte de la población. El resto de ella se distribuye entre cinco pequeños vecindarios agregados, entre los que cabe destacar Puigsac, donde se encuentra la iglesia de origen medieval de Santa Magdalena.
Por su localización estratégica en la frontera del antiguo condado de Besalú con el del Rosellón, Pardines tuvo relevancia entre finales de siglo xiii y la primera mitad del xiv como límite entre Catalunya y el efímero Reino de Mallorca, que incluía todo el Rosellón y que heredó el segundo hijo de Jaime I, Jaime II de Mallorca. Esta situación de frontera propició la fortificación de la localidad, en el marco de los conflictos entre ambos reinos. En la actualidad, los restos de la muralla que delimitaban el recinto fortificado –la construcción de la cual, como se verá, supuso una profunda alteración estructural de la iglesia románica de Sant Esteve de Pardines– forman parte del patrimonio medieval del municipio.
Iglesia de Sant Esteve
La iglesia parroquial de Sant Esteve, situada en el centro histórico de Pardines, es una construcción del siglo xviii que conserva algunos vestigios de un edificio precedente de época medieval. Destaca, en este sentido, la presencia de un ábside adosado al muro este –el edificio actual está orientado siguiendo el eje Norte–Sur- sobre el que se sustenta una torre de defensa que altera, de manera substancial, la fisonomía de la cabecera original del templo románico.
La construcción de esta torre se enmarca en el que probablemente fue el momento más importante de la historia de esta pequeña localidad, ya que respondió a la necesidad de fortificar una población con la que se establecía la frontera entre los territorios integrantes de las coronas catalano-aragonesa y mallorquina. Esta circunstancia también explica el trazado del pueblo actual, donde aún hoy son visibles los restos de la antigua muralla (calle Major i plaza del Pedró), levantada en algún momento entre finales del siglo xiii y los primeros años del siglo xiv y derruida en el 1690 por las tropas del rey francés Luis xiv.
En cualquier caso, Pardines está presente en la documentación histórica con anterioridad. Más concretamente, una de las primeras menciones conocidas sobre su parroquia se encuentra en la problemática acta de consagración de la catedral de la Seu d’Urgell –fechada, según las últimas aportaciones, a finales del siglo x o a comienzos del xi– lo cual la sitúa en la órbita del obispado urgelense. La pertenencia a la catedral de Urgell se mantuvo durante toda la Edad Media, pese al intento del conde de Besalú Bernat Tallaferro de incorporarla al efímero obispado de Besalú, creado por iniciativa de éste y con el consentimiento del papa Benedicto VIII en el año 1017.
Documentos posteriores informan sobre los derechos que los señores de otros territorios tuvieron sobre la parroquia de Pardines, como por ejemplo los señores de Sales o de Guàrdia. Es este sentido, destaca la permuta que con fecha de 11 de julio del 988 realizaron el conde Borrell y el obispo Sal·la de Urgell de diversos bienes entre los que figura ipsa ecclesia Sancti Stefani in Pardinas, simul cum ipsa parrochia.
Ya en el último tercio del siglo xii, la cercana iglesia de Santa Magdalena de Puigsac se convirtió en sufragánea de Sant Esteve, según confirma el acta de consagración de la primera, conservada hoy en el Archivo Capitular de Urgell.
El resto de las noticias documentales conservadas en relación a Pardines –también muy escasas– se refieren fundamentalmente a donaciones de alodios situados en este lugar y no permiten profundizar en el conocimiento de los procesos constructivos o en la evolución histórica de su iglesia románica.
Pese a ello, los análisis arqueológicos que se realizaron en el año 2002, en el marco de una primera intervención de restauración del templo, han aportado algunos datos interesantes que nos permiten restituir –al menos, en aquello fundamental– la configuración de un edificio románico que, a juzgar por los escasos restos conservados, debe situarse a finales del siglo xi o principios del xii. Estos trabajos, que consistieron en la excavación total de la cabecera y en la realización de catas tanto en el interior como en el exterior del edificio, concluyeron con la localización de los restos del templo primitivo, lo que permitió determinar su planta.
Así, y siempre a partir de las conclusiones del citado estudio, es posible afirmar que la iglesia románica de Sant Esteve de Pardines fue un edificio de tres naves, rematado al este por una cabecera tripartita, de la que hoy sólo se conserva íntegramente el ábside central. Éste presenta un paramento formado por sillares pequeños (a excepción de la base, que se integra en un zócalo posterior), bien tallados y formando hileras regulares.
En el centro se encuentra una ventana de doble derrame formada en el exterior por dos arcos adovelados en gradación. Por encima de ella, un friso de ménsulas determina la altura de la cubierta original del ábside, sobre la cual se levanta la torre de defensa bajomedieval.
En el interior, la reforma concluida en el año 2012 ha dejado al descubierto la cabecera original, integrada en una de las capillas laterales del edificio moderno y a la que hasta ese momento se accedía por medio de una puerta. El ábside central conserva la cornisa que probablemente reseguía todo el perfil del edificio, y que resalta el punto de arranque de la bóveda de cuarto de esfera que lo cubre. Ésta presenta dos perforaciones que se corresponden con los nuevos usos de la torre de defensa que soporta, esto es, los de campanario y reloj.
Fue también durante la citada restauración cuando aparecieron unos restos de pintura románica en el muro presbiteral, que se conservan in situ. Se trata de un fragmento muy pequeño localizado en el lado sur de la ventana y a un nivel más bajo que ésta. La escasez de los restos no permite aventurar una hipótesis sobre la temática representada en el ábside de Pardines, ni tampoco establecer filiaciones estilísticas. En realidad, lo conservado parece ser un motivo de tipo geométrico, en el que se alternan cintas de distintos colores (rojo, azul...) enmarcadas en dos franjas paralelas. Dada su localización, podría corresponderse con una cenefa decorativa que separase los diversos registros de un supuesto conjunto de pintura mural.
Texto y fotos: Margarida Muñoz Milán
Bibliografía
AA.VV., 1995, p. 514; Baraut i Obiols, C., 1978, pp. 177-178, doc. 87; Baraut i Obiols, C., 1980, pp. 45-47, doc. 214; Catalunya Romànica, 1984-1998, X, pp. 173-175; Codina Reina, D., 2004c, pp. 539-541.