EL EDIFICIO SE ENCUENTRA SITUADO en el extremo nororiental del casco urbano, en la zona más alta -dentro de la planicie que caracteriza a todo el asentamiento-, en la confluencia de dos calles que quieren formar un embrión de plaza. Es una rústica construcción levantada en irregular sillería de granito, con cabecera cuadrangular, nave única y espadaña a los pies, con la portada a mediodía, cobijada bajo un humilde pórtico y con la sacristía y una troje adosadas al norte. Buena parte fue renovada en siglos posteriores a la Edad Media, aunque se conservó la nave, incluyendo los accesos. Dicha nave, que es de sillería granítica con algunas marcas de cantero, conserva en el muro sur el alero completo, con cornisa de listel y chaflán sostenida por canecillos de nacela. La portada se halla bajo el pórtico, flanqueada por sendos contrafuertes, con el paramento revocado. Consta de arco de ingreso y dos arquivoltas, todo de medio punto y sin la menor moldura o decoración. Apoyan en jambas escalonadas con impostas de listel y chaflán que se derraman también por los contrafuertes, mientras que sobre el arco, de forma casi inmediata, vuelven a aparecer los amazacotados canecillos del antiguo alero. En el lado norte encontramos el muro original parcialmente enmascarado por los añadidos posteriores, pero se puede observar igualmente el primitivo alero dentro de la troje, que sigue idéntica morfología al descrito en el otro lado. Asimismo se conserva otra portada igual a la de la fachada meridional, aunque en este caso se halla cegada y amortizada por la construcción de un contrafuerte sobre ella. En el interior los muros de la nave aparecen desnudos, una nave que hoy, como en tiempos románicos, se cubre con estructura de madera. El arco toral fue reconstruido hacia el siglo XVII, cuando se renueva toda la cabecera. La característica principal de este edificio, en lo que a su construcción románica se re f i e re, es la sencillez, plasmada especialmente en la morfología de ambas portadas. Tal simplicidad compositiva la vemos en otros templos cercanos como en Santa Elena de Ledesma, en Palacios del Arzobispo -aquí con alguna ligera sofisticación y con mayor calidad constructiva- y sobre todo en la ermita de Gavilanes, así como en otros edificios de la inmediata comarca zamorana de Sayago, como Villar del Buey, Cozcurrita o Pasariegos, edificios todos generalmente muy modestos que, como el de Gejuelo, podemos datar quizá ya dentro de los primeros años -o tal vez décadas- del siglo XIII.