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Ventana del ábside

Identificador
19044_02_560n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 11' 53.28'' , -2º 52' 20.72''
Idioma
Autor
Ana Belén Fernández Martínez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de la Santísima Trinidad

Localidad
Atienza
Municipio
Atienza
Provincia
Guadalajara
Comunidad
Castilla-La Mancha
País
España
Descripción
La IGLESIA ESTÁ UBICADA al occidente de la villa, dentro del segundo tramo del recinto amurallado. Es el punto de partida del vía crucis que por una cuesta nos lleva a la iglesia de Santa María del Rey, en la falda del cerro encastillado. Se accedía a esta última por el arco, hoy arruinado, llamado Arco de Guerra. En sus primeros siglos fue parroquia filial de Santa María del Rey, sin embargo a partir del siglo XVIII se hizo cargo de sus fieles, perdiendo esta última el culto a su favor. En 1159 se crea la cofradía de la Santísima Trinidad. Esta fundación conmemora y reconoce al gremio de arrieros que a principios del siglo XII ayudaron al rey Alfonso VIII. El rey, siendo aún un niño, estaba bajo la tutela de la familia de los Castro, pues así lo había querido su padre Sancho III. Sin embargo, la familla de los Lara, mediante estratagemas dudosas, consiguió hacerse con la tutela del pequeño. Los Castro pidieron al rey de León, Fernando II, tío del pequeño, ayuda para apoderarse de él. Al conocer sus planes, el heredero fue sacado de Soria y llevado por Pedro Núñez de Fuentearmegil a Atienza, una de las villas mejor fortificadas del reino. Ante el cerco que el rey leonés produjo en Atienza, el gremio de arrieros atencinos tomó al niño y lo llevó a Segovia y posteriormente a Ávila, salvándolo de su tío. A pesar de la temprana fundación de la cofradía, el templo no debió de construirse hasta algunos decenios más tarde. La segunda esposa de Alfonso VIII, Leonor de Inglaterra, fue la encargada de supervisar la reconstrucción de la ciudad que su marido, por agradecimiento, estaba llevando a cabo. Es probablemente en este período en el que se levantó el templo de la Trinidad. Esta datación la atesti- guan detalles estilísticos, que pasaremos a describir, los cuales nos dan una fecha próxima a 1200 para el alzamiento del templo. La cabecera del templo es el único testimonio románico que ha llegado hasta nosotros. Se compone de presbiterio de tramo recto y ábside semicircular. Al interior se distingue, en el tramo sur del presbiterio, una ventana abocinada de medio punto, de grueso bocel. En la actualidad se ha colocado una vidriera que no desarrolla la función de iluminación para la que fue creada. El tramo semicircular del ábside, al exterior, es uno de los más bellos de la provincia. Se divide en cinco tramos a través de cuatro medias columnas adosadas a él. Una de las centrales ha desaparecido, aunque su huella se denota por el color del sillar, así como por el rompimiento de la línea de imposta. Estas columnas no recorren todo el paño del hemiciclo sino que se cortan en la mitad. Se apoyan en pequeñas ménsulas en las que, aunque muy desgastadas, aún podemos vislumbrar cabezas de personajes en actitud monstruosa o burlesca. El final de su recorrido nos marca la altura primitiva de la cabecera, ya que hasta la cornisa vemos que en los fustes se da un estrechamiento considerable. Probablemente existiera un alero de canecillos que ha desparecido en obras posteriores. Recorriendo toda la cabecera, una gruesa línea de imposta decorada con roleos y palmetas entrelazadas. La imposta superior se decora con un motivo de entrelazo en forma de ochos, entre los que intercalan pequeñas flores, mientras que la imposta inferior lleva unos zarcillos ondulantes, decoración de claro influjo segoviano que encontramos en las iglesias de Duratón o Perorrubio. Sobre ellas, en los paños centrales que forman las columnas adosadas, se abren tres ventanales. Las ventanas se resuelven en arco de medio punto, en los que una arquivolta cobija a otra más estrecha. Constan de grueso bocel y chambrana de arista viva. La arquivolta interior se apoya en capiteles vegetales con collarino, fuste liso y basas de toro pronunciado. El repertorio de capiteles vegetales incluye los ornatos de acantos, que envuelven bolas en la más oriental, así como grandes volutas en las dos siguientes. Los ábacos sobre los que apoyan las arquivoltas forman parte de la segunda línea de imposta que recorre la cabecera. Se decora con rosas de cuadrifolias cobijadas bajo roleos. En la intersección entre los roleos se da ornato de pequeñas perlas. Dentro de la misma villa se da idéntica disposición de ábside semicircular con línea de imposta y ventanal, en el templo de San Gil, aunque éste es más sencillo en cuanto a decoración. Fuera de la villa, dentro de la provincia de Guadalajara, se da en los ábsides de San Bartolomé, en Campisábalos o Santa Clara, en Molina de Aragón. Juan II y su valido don Álvaro de Luna asediaron el castillo de Atienza en el año 1446 para finalmente tener que retirarse, incendiando el caserío dispuesto en las faldas del mismo. Layna Serrano apunta cómo la iglesia de la Trinidad “quedó semidestruida como tantas otras”. Es muy probable que este hecho influyese en la reconstrucción de muchas de las iglesias de Atienza. No entramos a valorar el estado de este edificio a mediados del siglo XV, pero lo que es cierto es que su recuperación no se llevó a cabo al menos hasta mediados del siglo XVI, una época de mayor prosperidad económica. Es en este momento (algunos autores afirman que en 1537) cuando se construyó el templo que ahora vemos. Contiene en su morfología elementos de cada etapa constructiva por la que ha pasado. Presenta planta de una sola nave rematada por presbiterio de tramo recto y ábside semicircular. A los pies del templo, en el muro norte, se sitúa la torre de planta cuadrada y bajo ella se halla una pequeña capilla. Junto a éstas, en el mismo muro norte, se dispone la Capilla de los Ortega, obra del siglo XVII. El muro de poniente presenta un acceso en arco de medio punto. El muro sur presenta a los pies un cuerpo adelantado perteneciente al tramo de escaleras por las que se sube al coro desde el interior. Junto a él, la portada de acceso, cobijada bajo un pórtico renacentista sustentado por pilastras, al que flanquean dos contrafuertes. En el tramo recto del presbiterio se adosa la capilla de la Purísima Concepción, edificada en cemento y remates de sillar. Todo lo descrito pertenece a épocas posteriores, sobre todo a partir de 1537. Destacamos la torre-campanario de la iglesia, levantada en sillería en el costado noroeste, dividida en cuatro cuerpos mediante líneas de impostas de cuarto de bocel, y rematada en el último piso, donde se abren cuatro troneras de arco de medio punto, una en cada lado, que albergan las campanas. En 1983 un vendaval destruyó parcialmente esta torre, por lo que fue necesario reconstruir parte del lienzo murario. La iglesia tiene también otras estancias adosadas a sus muros: en el lado norte, la capilla de los Ortega, una sacristía y la conocida como Capilla del Cristo de los Cuatro Clavos (aunque dicha talla ya no se encuentre aquí), mientras que en el lado sur está la Capilla de la Inmaculada Concepción. El interior de la iglesia sorprende por su monumentalidad y por su riqueza decorativa. La nave se encuentra dividida en tres tramos cubiertos por bóvedas estrelladas tardogóticas, con sus correspondientes terceletes, ligaduras y nervios combados. En el tramo más occidental se ha habilitado un espacio para el coro. En cuanto a la cabecera, el tramo correspondiente al ábside románico permanece oculto tras el retablo mayor barroco, aunque seguramente se cubre con bóveda de horno. El lugar en el que estaría situado el presbiterio románico es una obra del siglo XVI con una cubierta de bóveda estrellada, similar a las anteriores, por lo que en realidad este, digamos, tramo presbiterial ha pasado a formar parte de la nave de la iglesia. Es aquí también donde encontramos las entradas a dos de las capillas del templo: en el lado sur se ubica la entrada a la Capilla de la Inmaculada, de estilo rococó y donada por Felipe V a la Villa en agradecimiento por el apoyo mostrado durante la Guerra de Sucesión. En el lado contrario encontramos la entrada a la capilla de los Ortega, con una portada monumental de arco de medio punto moldurado, flanqueada por columnas de orden corintio. Sobre ellas un entablamento con la inscripción: ESTA CAPILLA MANDARON HACER LOS SEÑORES IUAN DE RIBEROS CONTINO DE LA CASA REAL Y DOÑA ANA BILLAFAÑA DE LEON SU MUGER. HA ONRA Y GLORIA DE DIOS. AÑO DE MDLXXXII. La portada remata con una hornacina venerada, flanqueada por columnas y con un frontón triangular. En el interior de la capilla, a los pies del retablo, se encuentra una sepultura con la inscripción: AQUÍ ESTA SEPULTADO IUAN DE RIBEROS CONTINO DE LA CASA DL REI FELIPE II Y PRIMER FUNDADOR DESTA CAPILLA. FALLECIO A 28 D SEPTIEMBR (e) DE 1608 ANO. El interior de la capilla se cubre con una cúpula sobre falsas pechinas y se ilumina con un gran vano rectangular. Encontramos otra lauda sepulcral en el ángulo sureste: AQUÍ YAZE DON JOSEH HORTEGA DE CASTRO AGUAZIL MAYOR DESTA VILLA CON VOZ Y VOTO EN SU AYUNTAMIENTO Y REGIDOR PERPETUO DE LA CIUDAD DE GUADALAXARA QUARTO POSSEDOR DESTA CAPILLA. FALLECIO A 7 DE MARZO DE 1730. Junto a esta capilla, en el lado norte de la nave, encontramos una inscripción en piedra en caracteres góticos que nos informa cómo Catalina de Medrano y su esposo Francisco Roiz donan a la iglesia un arca de misericordia por mil maravedíes de oro. Frente a la puerta meridional de la iglesia se ubica la entrada a la Capilla del Cristo de los Cuatro Clavos, una obra rococó del siglo XVII, con un arco de medio punto recogido por pilastras adornadas con jarrones. Sobre ellos, un entablamento de grutescos y un remate con forma triangular en el que se representa a Cristo con la bola del mundo y bendiciendo, rodeado de ángeles. Poco más debemos añadir sobre la arquitectura de esta iglesia. Tan sólo apuntar cómo debajo del coro se conservan unas piezas de una primitiva cornisa románica adornadas con florones de seis, siete y ocho pétalos. Las transformaciones acaecidas en el templo parecen venir por la destrucción que de parte de la ciudad se hizo en 1446, cuando Juan II y Álvaro de Luna la sitian, no siendo la Santísima Trinidad una excepción. Por ello la cronología de este templo comenzaría con la cabecera, como parte más antigua, que dataremos durante finales del siglo XII y principios del XIII. En el interior de una pequeña estancia situada a los pies del muro norte se encuentra una pila bautismal formada por una copa semiesférica y una basa troncopiramidal estriada en su superficie. Sus dimensiones son 109 cm de diámetro por 102 de altura. La copa está tallada a base de arcadas de medio punto que se unen en sus fustes y finalizan en la base de la misma. Los arcos están ribeteados en su extradós, a modo de chambrana, con pequeñas labras que asemejan a las puntas de diamante tan características de portadas y ventanales. Este mismo ornato se repite a lo largo del diámetro del brocal, esta vez más grande y con una finísima talla geométrica. La decoración del ribeteado en los arcos la vemos en otros testimonios, como la pila de San Andrés del Rey, con la diferencia de que en ella el ornato está entre las dos arquivoltas que forman los arcos. En esta misma vemos, igualmente, los arcos unidos en sus fustes y rematados en la base. El detalle del fuste estriado lo vemos en pilas como la de Bustares o Gascueña de Bornova, ambas muy próximas geográficamente a Atienza. Las pilas atencinas de los templos de San Gil y San Bartolomé son prácticamente idénticas a ésta, la única diferencia está en las medidas, tanto de la copa como de la basa, y también en las cruces inscritas entre las arcadas de ésta que nos ocupa. Todas ellas cuentan con una misma cronología, pues probablemente procederían de un mismo taller de mediados del siglo XII y principios del XIII.
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