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Virgen sedende, en Majestad, despojada del Niño

Identificador
47000_0138
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 38' 58.08'' , -4º 43' 15.21''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

Ermita de Nuestra Señora del Val

Localidad
Valladolid
Municipio
Valladolid
País
España
Edificio (Relación)

Santuario Nacional de la Gran Promesa

Localidad
Valladolid
Municipio
Valladolid
Provincia
Valladolid
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
VIRGEN SEDENTE Nuestra Señora del Val, titular de la cofradía de los plateros vallisoletanos En torno a 1200 Madera policromada. Repintada 0,59 x 0,24 x 0,28 m Procedente de la Ermita de Nuestra Señora del Val En la iglesia del Santuario Nacional de la Gran Promesa se encuentra actualmente esta imagen de la Virgen identificada con la titular de la desaparecida ermita de Nuestra Señora del Val que estuvo emplazada fuera del Puente Mayor de Valladolid en el camino hacia Fuensaldaña. La historia de la imagen desde su emplazamiento primitivo hasta el lugar que ocupa hoy puede seguirse con bastante continuidad. Se mantuvo en la citada ermita atendida por la cofradía de su nombre hasta principios del siglo XVII. La cofradía de Nuestra Señora del Val se unió, al menos a partir del segundo cuarto del siglo XVI, con la de San Eloy a la que pertenecían los plateros vallisoletanos y cuya fundación remontaba al año 1452 (dato de García Chico, 1952, p. 57, quien pudo consultar la regla de los plateros del siglo XV). Ambas cofradías conjuntamente construyeron una iglesia cerca de la calle de Francisco Zarandona, entre las calles de Zapico y de Fray Antonio de Alcalde cuya consagración tuvo lugar en 1547. Esta fecha, recogida por Sangrador, se encontraba en un cuadro conmemorativo de la consagración que estaba situado sobre la pila del agua bendita de dicha iglesia. Era un edificio sencillo de una sola nave a la cual se añadió un pretil delante de la puerta con las armas de Valladolid para cuya construcción los cofrades de Nuestra Señora del Val obtenían autorización el día 26 de mayo de 1603 (María Dolores Merino Beato, Urbanismo y arquitectura de Valladolid en los siglos XVII y XVIII. Ayuntamiento de Valladolid, 1989, tomo I, siglo XVII, pp. 239-240). Quizá por la existencia de esta iglesia en el centro de la ciudad, la ermita del camino de Fuensaldaña a finales del siglo XVI debía de encontrarse ya en desuso. En el año 1592 se entregaba dicha ermita a Francisco de Aguilar Loaysa religioso y abad de la orden de San Basilio que pretendía fundar un convento en Valladolid. El día 17 de octubre los religiosos de San Basilio con Francisco de Aguilar Loaysa al frente tomaron posesión de la ermita. Pero sólo permanecieron en ella tres días (Fernández del Hoyo, p. 421). Unos años más tarde, en 1605, los mercedarios descalzos, con autorización de los cofrades de Nuestra Señora del Val y San Eloy, establecieron un convento “en una ermita e iglesia y casa...fuera de la puente del río Mayor, camino de la villa de Fuensaldaña que será como media legua de esta ciudad... que llamaban del Val, donde estaba una imagen de Ntr. Sra., con este nombre del Val, de mucha devoción, y era de una cofradía de los plateros de Valladolid”. Los religiosos mercedarios se comprometían a “tener siempre en pié...el cuerpo de la iglesia e capilla mayor que al presente está hecha”, a no “mudar el nombre que al presente tiene la dicha iglesia y e rmita porque siempre se ha de llamar de Nuestra Señora del Val... pues que el dicho nombre e título de Nuestra Señora del Val tan antiguo y su principal advocación y siempre se ha de llamar así y no en otra manera”. Tampoco podrían sacar de ella “la santa imagen de Nuestra Señora que ha estado siempre y al presente está en la capilla mayor de la dicha ermita... en ninguna manera aunque la dicha iglesia e monasterio se amplíe e vaya en aumento como esperan...” (Fernández del Hoyo, p. 563). Pero en 1607 los mercedarios descalzos decidieron trasladarse a otro lugar. En 1608 se firmó una escritura que ratificaba el traslado, especificándose que podrían llevarse la imagen de la Vi rgen “a casa nueva que han hecho y hacen en el término que compraron del dicho Tomás de Jibaja, para colocarla en el altar”. La compra de terrenos al licenciado Jibaja fue hecha por los cofrades aunque, enseguida, pasaría a ser propiedad del convento gracias a la intervención de quien sería el principal protector de los mercedarios don Agustín de Angulo. Los cofrades de Nuestra Señora del Val seguían reservándose el patronazgo de la capilla de ese nuevo convento “que se ha de nombrar la casa y monasterio de Nuestra Señora del Val para siempre jamás”. En la escritura de 1608 los frailes se habían comprometido a que, en caso de mudarse del segundo emplazamiento, “dejarían la casa y monasterio con la santa imagen de Nuestra Señora a la dicha cofradía... con el sitio y tiempo como se ha comprado del dicho licenciado Tomás de Jibaja” (AHPV, leg. 678, fol. 929 citado por Fernández del Hoyo, p. 564). En este momento la imagen de la Virgen desapareció de la ermita originaria. Los religiosos acusaron a los cofrades de haberla robado, aunque los cofrades alegaban que los monjes la habían escondido. El pleito entre las partes concluyó con la aparición de la imagen y el acuerdo de que los cofrades llevasen la referida imagen a la iglesia de Santa María del Val y de San Eloy en el centro de la ciudad “donde llaman el Malcocinado”, “con la condición precisa de que el día de la fiesta de la Virgen (día 8 de septiembre) celebrasen la misa en ella y predicaran los religiosos mercedarios”, sin que pudieran hacer ni lo uno ni lo otro los clérigos de la parroquia de San Miguel a cuya jurisdicción pertenecía la iglesia citada. La traslación de la Virgen desde su ermita del camino de Fuensaldaña hasta la iglesia de Santa María del Val y de San Eloy tuvo lugar el día 10 de agosto de 1610, y con aquella ocasión se celebró una lucida procesión a la que asistió el Ayuntamiento. Nuestra Señora del Val fue colocada entonces en un altar provisional, pero el día 8 de septiembre del mismo año se la entronizó en el lugar preferente del retablo mayor como titular de la iglesia. La ermita del camino de Fuensaldaña fue derribada dos años después, en 1612. Nuestra Señora del Val permaneció en su nueva sede hasta que la iglesia -que debía de encontrarse en muy precario estado- fue derribada en 1868 para atender a las nuevas necesidades urbanísticas de Valladolid. La imagen se llevó entonces a la parroquia de San Esteban el Real, que desde la expulsión de los jesuitas tenía su sede en la iglesia del Colegio de San Ambrosio. Quizá tardó algún tiempo en incorporarse al nuevo emplazamiento, o se depositó provisionalmente en la sacristía, porque el día 27 de octubre de 1869 se declaró en la iglesia un gran incendio que destruyó todo lo que había en su interior, salvándose únicamente las paredes, la sacristía y el Cristo del Consuelo. En octubre de 1870 se reabría el templo para el culto. La descripción de la imagen que hace González García Valladolid en 1902 es la siguiente: “En el lado de la epístola, y en el crucero hay un pequeño retablo corintio con la imagen de bastidores de Nuestra Señora del Val, procedentes ambos de la derribada ermita de esta advocación”. En un inventario de la iglesia realizado por don Pedro Álvarez Álvarez en 1919, se la cita de nuevo en el capítulo de imágenes de talla: “N.º 17. Una Virgen denominada del Val y que procede, así como el retablo del altar donde está la Compasión, de la antigua iglesia del Val”. En 1941 la parroquia de San Esteban dejaba de existir y el templo se convertía en Santuario Nacional dedicado al culto del Corazón de Jesús. A partir de entonces la imagen de Nuestra Señora del Val ha variado ocasionalmente de lugar. Estuvo situada en un retablo plateresco de la capilla más cercana a los pies en el lado del evangelio (Inventario, p. 60). Posteriormente pasó a las dependencias de la Obra Social del Santuario (Cat. Mon., p. 327) y actualmente se encuentra de nuevo en el brazo del crucero correspondiente al lado de la epístola. La imagen conservada en el Santuario no tiene a su Hijo en el regazo. Las noticias conocidas acerca de ella no se refieren a este aspecto y, por otra parte, se sabe que fue arreglada para convertirla en imagen de bastidor. No obstante pertenece al prototipo de Virgen en Majestad o Trono de Dios, propio del estilo románico en el que no se concibe la imagen de María sin el Niño. Recientemente (2001) la Diputación provincial ha subvencionado su restauración. En su aspecto actual conserva todavía huellas de intervenciones en diversos momentos para adecuarla a las exigencias de la piedad popular. Tiene ojos de pasta vítrea, grandes manos postizas y se aprecia que ha sido despojada del Niño. La policromía tampoco es original, aunque conserva en la orla del manto adornos en forma de cabujón que le pertenecerían en principio. A pesar de los arreglos se reconoce en ella un tipo iconográfico en el que María no toca con sus manos al Niño, sino que con los brazos doblados en ángulo recto y dirigidos paralelamente hacia el espectador se convierte en símbolo del Trono de Dios o Trono de la Sabiduría (ver: Clara Fernández Ladreda, Imaginería medieval mariana, Gobierno de Navarra, Pamplona, 1988, pp. 33-34). Con su manto abrochado bajo el cuello y su tendencia a la simetría sigue el modelo de la Virgen de la Armedilla y, aun está más próxima al de la Virgen de la Vega de Salamanca. Su cronología como la de ésta última podría fijarse entre finales del siglo XII y principios del XIII.
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