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Detalle de la ventana exterior del ábside

Identificador
31195_02_011
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 51' 7.85'' , -1º 41' 35.40''
Idioma
Autor
Julia Baldó Alcoz,Javier Martínez de Aguirre
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de la Purificación de Nuestra Señora

Localidad
Berrioplano
Municipio
Berrioplano
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
LA IGLESIA SE LOCALIZA EN UNA EXPLANADA en el extremo de la población y rodeada de casas, algunas de las cuales se encuentran anexas a sus muros. Su exterior, edificado a base de sillar de pequeño tamaño, revela las diferentes etapas constructivas a las que el templo ha sido sometido a lo largo de los siglos, así como una reciente restauración (no se ha podido determinar la fecha exacta, quizás en 1977). Este proceso se aprecia de forma especialmente clara en el ábside, semicircular y reforzado por cuatro contrafuertes prismáticos (101 cm de frente por 42 cm de profundidad). Posteriormente la fábrica románica fue recrecida tanto en muros como en contrafuertes, alzados hasta la altura del tejado. En este espacio de la cabecera pueden observarse dos ventanas. La primera se localiza en el eje del ábside (a 12 hiladas de altura) y está formada por una arquivolta baquetonada con una chambrana que apoya sobre sendos capiteles idénticos (con cimacios lisos) de hojas lisas hendidas terminadas en volutas de doble espiral, parecidas a algunos capiteles de la portada y a otros de San Miguel de Cizur Menor. Las columnas apean sobre baquetones y pedestal cuadrangular con bolas en sus esquinas. En la clave del arco interior se ve una cruz patada en resalte dentro de un círculo. Otro vano muy estrecho y con remate semicircular se abre en el lienzo sudeste de la cabecera, realizada con el mismo tipo de sillares de arenisca empleados en los elementos que reciben decoración escultórica. En su fachada sur se adosaron una capilla y un pórtico, abierto al frente mediante dos arcos apuntados; al oriente, otro arco de medio punto permite el acceso lateral. Por encima sobresale la nave del templo, pudiéndose observar también aquí la diferencia de sillar y el recrecimiento superior del muro y de los estribos que lo afianzan. Al Oeste se alza una torre de planta rectangular que apoya sobre cuatro contrafuertes, siendo el más ancho el situado en el ángulo sudoccidental. Está recorrido por pequeñas ventanas y aloja en su interior la escalera que conduce al campanario que se abre al Este mediante dos arcadas semicirculares en un frente de ladrillo. Mientras que al Oeste otros dos arcos de características semejantes, más antiguos, están cegados. Bajo ellos, una ventana moderna, también con remate semicircular, se abre sobre el coro. Y junto a ella se ubicaba antiguamente el frontón de la localidad. Igualmente el frente septentrional se halla parcialmente oculto debido a una serie de construcciones anejas que no permiten ver los muros en su conjunto, aunque desde una explanada que se abre al Noreste puede observarse la totalidad del templo con la sacristía, la capilla adosada al Norte y el remate superior. La portada (3,90 m de frente y 1,38 m de anchura del vano), ubicada en el interior del pórtico, está formada por tres arquivoltas de arco apuntado, con chambrana exterior, que reposan sobre columnas de fustes monolíticos y basas compuestas por toro y plinto de base circular sobre pedestal cuadrado. En su zona interior enmarca la puerta un arco apuntado en platabanda, sin tímpano. En su clave se labró un crismón trinitario con la P ligeramente desplazada, la S invertida, alfa y omega. Sus seis travesaños, terminados en formas horquilladas, y el anillo exterior incluyen una incisión longitudinal. Tanto el fondo del crismón como su perfil exterior conservan restos de la policromía, verde en el primer caso y rojiza en el segundo. Iturgáiz señala que “las letras lucen una caligrafía muy personal” de carácter arabizado que le resulta muy similar a otros crismones, como el de la cercana iglesia de Añézcar o el de Larumbe. Destacan los motivos ornamentales de los capiteles, que combinan elementos vegetales y figuraciones de tema simbólico-fantástico y de carácter religioso, así como los cimacios, que tienen la particularidad de poseer ornamentaciones individualizadas. Así pues, el primer capitel a la izquierda del observador cuenta en cada frente con sendos centauros cuyas colas se ramifican en motivos vegetales (uno en forma de ramas y otro en forma de volutas con hojitas). El gesto amable de ambos personajes se refuerza con la posición de ambas figuras sujetando conjuntamente una flor de lis, tallada justo en el ángulo del capitel. Su cimacio está conformado por roleos que enmarcan hojas digitadas en espiral y terminadas en volutas. Recuerda a algunos cimacios del claustro románico de la catedral de Pamplona. En el segundo, su cara meridional muestra un interesantísimo motivo: la representación más antigua de San Miguel in Excelsis, disponiendo un ángel con sus alas y sus brazos en alto sosteniendo una cruz con una peana. Se trata de una iconografía muy particular, de forma que la relevancia de este capitel consiste en que confirma que tal fórmula, semejante a la del ángel de Aralar tal y como ha llegado hasta nuestros días, era conocida en Navarra en época románica. Algunos autores han puesto en conexión esta imagen con los relieves de Villatuerta, por sus figuras de ángeles y personajes de brazos alzados. Sin embargo, y a pesar de la relación fisonómica existente entre ellos, en ningún caso puede observarse que en aquéllos se personifique la figura de San Miguel de Aralar, sino que estarían relacionados con una temática bien distinta, que ha sido expuesta por Silva y Verástegui, como ha analizado Martínez de Aguirre. En su cara oriental se esculpe una escena en la que dos figuras humanas se enfrentan en lucha pugilística, que Aragonés Estella ha interpretado como una manifestación simbólica del pecado de la ira. Su cimacio presenta una serie de palmetas inscritas en tallos que dibujan herraduras y siguen de nuevo el estilo de algunos capiteles del claustro románico de la seo pamplonesa. El tercer capitel, que remite a los capiteles de la ventana absidal, acoge grandes hojas lisas hendidas a modo de acanaladuras, concluidas en volutas de marcada espiral, resultando un conjunto muy esquematizado. Es muy similar a otro capitel de la portada de Eusa. Su cimacio presenta dos decoraciones distintas: roleos formados por tallos vegetales y cordones que se ondulan aislando pequeños capullos de flor, combinados con tallos vegetales que continúan desde la otra cara. Al otro lado del vano, el cuarto capitel repite el mismo motivo que el tercero, pero el tratamiento es de mejor labra, lo que se aprecia en mayor medida en las volutas de los ángulos. Su cimacio combina diferentes haces de hojas que quedan circunscritos por tallos que asemejan herraduras, enlazando así con el cimacio del segundo capitel y el taller de la catedral de Pamplona. El quinto reproduce otra escena de centauros afrontados, y su cimacio repite un adorno idéntico al que corona el segundo capitel, a base de palmetas y arcos de herradura. Y finalmente el sexto remeda la decoración vegetal del tercer capitel, y su cimacio es muy similar al primero, también con roleos de tallos vegetales y hojitas digitadas, aunque éste ha sido tallado con mayor delicadeza. Sobre la portada puede apreciarse una hilera de ménsulas convexas lisas bajo una moldura. Es interesante señalar además que esta portada destaca por la gran cantidad de marcas y petroglifos que presenta y que pueden localizarse en ambas jambas (en la derecha pueden apreciarse varias letras cinceladas que podrían ser marcas de cantero), en los intercolumnios y en las propias columnas. De entre todas ellas, llama la atención por su notable tamaño un signo que se encuentra en el frontal derecho, entre la jamba de la puerta y el conjunto de columnas. Está conformado quizá por una espiral o bien por círculos concéntricos, quedando dividido en diferentes secciones por líneas perpendiculares al eje y alcanzando así una apariencia similar a una tela de araña. Al interior, el edificio se compone de nave única rectangular (aproximadamente 17 m de longitud por 6,15 m de anchura) dividida en tres tramos desiguales y concluida en ábside semicircular. La nave se cubre con bóveda de cañón apuntada sobre arcos fajones asimismo apuntados que apean en pilastras con cimacios lisos que fueron recortados con posterioridad para dar mayor capacidad a la nave, siendo rematados entonces por una terminación a base de lóbulos. El tramo que separa la nave del coro está formado por un arco peraltado que sustituyó al proyecto original donde se había ideado un arco doblado del que todavía se conservan los arranques. En la cabecera vemos bóveda de horno apuntada. Una moldura lisa de sección cuadrada recorre todo el perímetro del templo a la altura de los cimacios de las pilastras. El enlucido que recubre todo el interior impide una correcta lectura de paramentos para ver las consecuencias del recrecimiento de nave visible desde fuera. En el tramo anterior al presbiterio fueron abiertas con posterioridad, al Norte y al Sur, sendas capillas. La septentrional tiene mayores dimensiones que la meridional, y por ella se accede a la sacristía agregada en el lado norte de la cabecera. En cuanto a los vanos que se abren en los muros del templo (1,80 m de grosor), dos son románicos: la ventana en el eje del ábside que se encuentra tapada por el retablo y una segunda, abocinada y con remate semicircular. No ha sido posible ver el exterior de la del hastial para confirmar su cronología. Esta iglesia ha sido objeto de dos dataciones bien diferentes: mientras que Uranga-Íñiguez la encuadraron en el marco de finales del siglo XI y la primera mitad del XII, el Catálogo Monumental de Navarra, más acertadamente, ha retrasado su fábrica hasta finales del XII o comienzos del XIII. En el presbiterio junto al altar se localiza una pila bautismal que combina una taza gallonada posmedieval (66 cm de diámetro) con un fuste más antiguo (60 cm de altura), a manera de capitel invertido. Su parte superior, en contacto con la copa de la pila, se adorna con un plinto cuadrangular con bolas en sus esquinas. A continuación, toro y escocia dan paso al fuste cilíndrico que descansa en un seudocapitel (sus formas no se corresponden con los repertorios habituales) con collarino. En él se alternan dos tipos de hojas que se distribuyen en dos planos, uno secundario y otro principal, en el que quedan más resaltadas y sobresalientes. En el frente derecho, mirando hacia el sur, se distingue una cabecita, con una morfología que recuerda a las que se pueden observar en diferentes zonas de la portada de Eusa. Este fuste-capitel conserva restos de policromía. Otro capitel vegetal románico con bolas en su plinto y colocado de forma invertida puede verse en la pila bautismal de la cercana iglesia de San Esteban del casco antiguo de Berriozar. Según indican vecinos de Berrioplano, la actual pila bautismal de su parroquia, fue anteriormente la pila aguabenditera. La antigua pila bautismal, ubicada en el ángulo noroccidental del sotocoro, tenía un estilo muy similar a ésta y seguiría los modelos estilísticos de las de Berriozar, Azoz o Aldaba. Hacia los años 1950-1960 fue sustituida por otra pila bautismal de mármol. Posteriormente y ante la pérdida de ambas fuentes, la aguabenditera, situada junto a la puerta de entrada, adquirió la función de pila de bautismos, tal y como sucede en la actualidad.