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Portada y cabecera en su actual emplazamiento

Identificador
34800_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 47' 17.47'' , -4º 15' 29.21''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Andrés

Localidad
Aguilar de Campoo
Municipio
Aguilar de Campoo
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LO S RESTOS DE SAN ANDRÉS de Aguilar ocupan hoy en día el centro del barrio de El Soto, en la margen derecha del Pisuerga. Forman parte de un moderno auditorio, correspondiendo la cabecera con la escena. La iglesia se encontraba en la vertiente suroeste del castillo de Aguilar, sobre una explotación de yeso que tiene acceso desde la carretera Aguilar-Cervera, en uso hasta hace muy pocos años y frente a la denominada Cooperativa de San Pedro. Ya entonces debió ser una iglesia de arrabal, a medio camino entre la puebla medieval y el monasterio premonstratense de Santa María la Real. En 1909 su estado de ruina era más que evidente y se desmontó parcialmente, siendo trasladada a su actual emplazamiento para cumplir la función de capilla del campo santo. Por esas fechas, el barrio de El Soto era un lugar suburbano, al sureste de la población, de la que distaba unos 500 m y al que se accedía desde la aún llamada puerta del Soto. Tras el desarrollo urbano experimentado por Aguilar de Campoo, los restos de San Andrés pasaron a ocupar el centro del barrio, en una zona de estructura geológica completamente arcillosa, bien diferente de la fuerte pendiente rocosa que constituyó su cimentación en épocas anteriores. Después de la construcción del nuevo campo santo de la villa de Aguilar en la década de los setenta del siglo XX, la ermita de San Andrés quedó fuera de uso. Lamentablemente abandonada durante varios años, fue convertida en auditorio, razón que motivó un nuevo desplazamiento de su portada, acercándola más a la cabecera. El templo de San Andrés era conocido también en su primitivo emplazamiento por la advocación de Santa Lucía. Hemos de suponer que en el momento de su construcción el edificio ejercería la función de parroquia de alguno de los barrios aquilarenses. Resulta complicado establecer qué materiales pertenecen al edificio original y cuáles fueron los añadidos durante el traslado. Tampoco sabemos si la distribución es la misma, o incluso hasta qué punto ha variado la estructura de los muros o de los volúmenes al pasar de un plano inclinado, como era el que ocupaba en las laderas del castillo, a otro horizontal. Tal y como se contempla en la actualidad, la ermita combina la sillería arenisca muy bien trabajada con un aparejo de mampostería caliza irregular, aunque generalmente de piezas muy pequeñas. Los sillares se emplean en los arcos, columnas, cubiertas del ábside central, presbiterio y tramo central del supuesto crucero, así como en una franja central del ábside mayor y en el exterior de los muros presbiteriales. La portada, que funcionó como acceso al recinto del antiguo campo santo, está separada hoy unos 50 m del resto del edificio y fue construida con buena sillería. La mampostería se emplea en el paramento exterior del presbiterio, en los muros interiores de los cuerpos laterales del imaginario crucero y en dos pequeños sectores triangulares de los laterales superiores en la actual fachada (la zona de la cubierta). Se usa también en el zócalo del ábside central, así como en una franja superior donde los materiales se incorporaron durante la época del traslado. El emplazamiento actual parece ser un espacio virgen arqueológicamemte hablando. Sin embargo, en su posición primitiva de las laderas del castillo, todavía pueden verse restos constructivos y sepulturas medievales con cistas de lajas en arenisca, algunas seccionadas por el corte de la inmediata mina de yeso. Pese a la actual estructura de cabecera triple, Huidobro (1909), que conoció el templo con su disposición original, afirmaba que poseía una sola nave y un ábside semicircular precedido por presbiterio con su correspondiente arco triunfal. Hoy día, el ábside central es semicircular, provisto de saetera central con doble abocinamiento, y está precedido de presbiterio rectangular, con triunfal apuntado descansando en semicolumnas adosadas. Este arco da acceso al otro tramo conservado, que se asemeja al central de un hipotético crucero. Las capillas que flanquean el ábside mayor son de testero plano; en la epístola se conserva aún una ventana original con doble arquivolta que apoya sobre cuatro columnillas; en el evangelio, un simple arco ha sustituido los originales soportes del vano. Interiormente los tramos se intercomunican mediante arcos apuntados sostenidos por semicolumnas adosadas a pilares. Desconocemos también si los abovedamientos actuales se corresponden con los originales, aunque parece lógico que su estructura sea la misma. El ábside central se cubre con bóveda de cuarto de esfera y el presbiterio con cañón apuntado, remarcando su unión con los muros mediante una sencilla imposta de nacela. El cuerpo central del crucero presenta bóveda de crucería cuya plementería es sustancialmente reciente. Los tramos colaterales tienen cubierta plana con viguería de madera. La decoración escultórica se concentra en la portada y sus capiteles. Precisamente la conexión que éstos muestran con las conocidas cestas vegetales del monasterio cisterciense de San Andrés de Arroyo, nos permite datar la construcción del edificio original hacia el primer cuarto del siglo XIII. La portada, originalmente colocada en el lado meridional de la caja muraria, mantiene al exterior cuatro arquivoltas de medio punto, dos de ellas con boceles que alternan con escocias y otras dos con dientes de sierra siguiendo las pautas andresinas. En alguno de estos dientes de sierra aparecen talladas rudas hojitas. El guardapolvo está trabajado en arenisca blanca y posee decoración vegetal y pequeñas cabezas de animales vomitando tallos o figurillas humanas entre un follaje que recuerdan una pieza similar de Vallespinoso de Aguilar. Las arquivoltas descansan sobre columnas sobre zócalo y basas áticas. Los capiteles están muy deteriorados, aunque poseen hojas carnosas de marcadas nervaduras; las cestas se rematan en frutos o elementos vegetales arracimados que en algún caso emplean el trépano. Entre los capiteles vegetales aparece una cesta figurada con leones rampantes afrontados por sus lomos y alguna figurilla zoomórfica y antropomórfica que se prolonga por el intradós a modo de friso (un león que ataca a dos personajes). El estilo del capitel figurado recuerda en algo a las cestas del interior de Villacantid (Cantabria). El tejaroz remata en siete canecillos vegetales, aunque uno de éstos debió ser una cesta triple. Los capiteles del interior de la cabecera son sumamente toscos, en especial aquellos de los tramos laterales y el correspondiente al triunfal del lado de la epístola. Este último presenta un nivel de hojas lanceoladas sobre el que se disponen algunos cérvidos, la cesta del lado del evangelio es típicamente andresina, con acantos ramificados y prótomos de bayas en sus esquinas superiores. Aparecen también cestas de crochets, de sumarias hojas trilobuladas que parten de un tallo central y rematan en cogollos vegetales, tres capiteles andresinos con remates arracimados, de bayas y anudados superiores (a veces sustituidos por carátulas de yeso que debieron añadirse tras el traslado y consiguiente fractura de las piezas) y otro con un caballo y un tosco simio que se corresponde con el estilo del escultor que labró la cesta zoomórfica de la portada. Los capiteles que decoran las ventanas exteriores están formados por estrechas hojas de acanto, similares a las que se aprecian en las campañas góticas de Santa María la Real y Santa Cecilia. El modelo de las basas áticas, con alternancia de anillos, toro aplastado con semicírculos incisos y bolas angulares, es también típico del prolífico foco de San Andrés de Arroyo y Santa María la Real de Aguilar. En el interior “recreado” del edificio, en el primer tramo del lado de la epístola, se abre un arcosolio apuntado que alberga una cubierta de sarcófago decorada con un báculo inciso de fines del siglo XIII.LO S RESTOS DE SAN ANDRÉS de Aguilar ocupan hoy en día el centro del barrio de El Soto, en la margen derecha del Pisuerga. Forman parte de un moderno auditorio, correspondiendo la cabecera con la escena. La iglesia se encontraba en la vertiente suroeste del castillo de Aguilar, sobre una explotación de yeso que tiene acceso desde la carretera Aguilar-Cervera, en uso hasta hace muy pocos años y frente a la denominada Cooperativa de San Pedro. Ya entonces debió ser una iglesia de arrabal, a medio camino entre la puebla medieval y el monasterio premonstratense de Santa María la Real. En 1909 su estado de ruina era más que evidente y se desmontó parcialmente, siendo trasladada a su actual emplazamiento para cumplir la función de capilla del campo santo. Por esas fechas, el barrio de El Soto era un lugar suburbano, al sureste de la población, de la que distaba unos 500 m y al que se accedía desde la aún llamada puerta del Soto. Tras el desarrollo urbano experimentado por Aguilar de Campoo, los restos de San Andrés pasaron a ocupar el centro del barrio, en una zona de estructura geológica completamente arcillosa, bien diferente de la fuerte pendiente rocosa que constituyó su cimentación en épocas anteriores. Después de la construcción del nuevo campo santo de la villa de Aguilar en la década de los setenta del siglo XX, la ermita de San Andrés quedó fuera de uso. Lamentablemente abandonada durante varios años, fue convertida en auditorio, razón que motivó un nuevo desplazamiento de su portada, acercándola más a la cabecera. El templo de San Andrés era conocido también en su primitivo emplazamiento por la advocación de Santa Lucía. Hemos de suponer que en el momento de su construcción el edificio ejercería la función de parroquia de alguno de los barrios aquilarenses. Resulta complicado establecer qué materiales pertenecen al edificio original y cuáles fueron los añadidos durante el traslado. Tampoco sabemos si la distribución es la misma, o incluso hasta qué punto ha variado la estructura de los muros o de los volúmenes al pasar de un plano inclinado, como era el que ocupaba en las laderas del castillo, a otro horizontal. Tal y como se contempla en la actualidad, la ermita combina la sillería arenisca muy bien trabajada con un aparejo de mampostería caliza irregular, aunque generalmente de piezas muy pequeñas. Los sillares se emplean en los arcos, columnas, cubiertas del ábside central, presbiterio y tramo central del supuesto crucero, así como en una franja central del ábside mayor y en el exterior de los muros presbiteriales. La portada, que funcionó como acceso al recinto del antiguo campo santo, está separada hoy unos 50 m del resto del edificio y fue construida con buena sillería. La mampostería se emplea en el paramento exterior del presbiterio, en los muros interiores de los cuerpos laterales del imaginario crucero y en dos pequeños sectores triangulares de los laterales superiores en la actual fachada (la zona de la cubierta). Se usa también en el zócalo del ábside central, así como en una franja superior donde los materiales se incorporaron durante la época del traslado. El emplazamiento actual parece ser un espacio virgen arqueológicamemte hablando. Sin embargo, en su posición primitiva de las laderas del castillo, todavía pueden verse restos constructivos y sepulturas medievales con cistas de lajas en arenisca, algunas seccionadas por el corte de la inmediata mina de yeso. Pese a la actual estructura de cabecera triple, Huidobro (1909), que conoció el templo con su disposición original, afirmaba que poseía una sola nave y un ábside semicircular precedido por presbiterio con su correspondiente arco triunfal. Hoy día, el ábside central es semicircular, provisto de saetera central con doble abocinamiento, y está precedido de presbiterio rectangular, con triunfal apuntado descansando en semicolumnas adosadas. Este arco da acceso al otro tramo conservado, que se asemeja al central de un hipotético crucero. Las capillas que flanquean el ábside mayor son de testero plano; en la epístola se conserva aún una ventana original con doble arquivolta que apoya sobre cuatro columnillas; en el evangelio, un simple arco ha sustituido los originales soportes del vano. Interiormente los tramos se intercomunican mediante arcos apuntados sostenidos por semicolumnas adosadas a pilares. Desconocemos también si los abovedamientos actuales se corresponden con los originales, aunque parece lógico que su estructura sea la misma. El ábside central se cubre con bóveda de cuarto de esfera y el presbiterio con cañón apuntado, remarcando su unión con los muros mediante una sencilla imposta de nacela. El cuerpo central del crucero presenta bóveda de crucería cuya plementería es sustancialmente reciente. Los tramos colaterales tienen cubierta plana con viguería de madera. La decoración escultórica se concentra en la portada y sus capiteles. Precisamente la conexión que éstos muestran con las conocidas cestas vegetales del monasterio cisterciense de San Andrés de Arroyo, nos permite datar la construcción del edificio original hacia el primer cuarto del siglo XIII. La portada, originalmente colocada en el lado meridional de la caja muraria, mantiene al exterior cuatro arquivoltas de medio punto, dos de ellas con boceles que alternan con escocias y otras dos con dientes de sierra siguiendo las pautas andresinas. En alguno de estos dientes de sierra aparecen talladas rudas hojitas. El guardapolvo está trabajado en arenisca blanca y posee decoración vegetal y pequeñas cabezas de animales vomitando tallos o figurillas humanas entre un follaje que recuerdan una pieza similar de Vallespinoso de Aguilar. Las arquivoltas descansan sobre columnas sobre zócalo y basas áticas. Los capiteles están muy deteriorados, aunque poseen hojas carnosas de marcadas nervaduras; las cestas se rematan en frutos o elementos vegetales arracimados que en algún caso emplean el trépano. Entre los capiteles vegetales aparece una cesta figurada con leones rampantes afrontados por sus lomos y alguna figurilla zoomórfica y antropomórfica que se prolonga por el intradós a modo de friso (un león que ataca a dos personajes). El estilo del capitel figurado recuerda en algo a las cestas del interior de Villacantid (Cantabria). El tejaroz remata en siete canecillos vegetales, aunque uno de éstos debió ser una cesta triple. Los capiteles del interior de la cabecera son sumamente toscos, en especial aquellos de los tramos laterales y el correspondiente al triunfal del lado de la epístola. Este último presenta un nivel de hojas lanceoladas sobre el que se disponen algunos cérvidos, la cesta del lado del evangelio es típicamente andresina, con acantos ramificados y prótomos de bayas en sus esquinas superiores. Aparecen también cestas de crochets, de sumarias hojas trilobuladas que parten de un tallo central y rematan en cogollos vegetales, tres capiteles andresinos con remates arracimados, de bayas y anudados superiores (a veces sustituidos por carátulas de yeso que debieron añadirse tras el traslado y consiguiente fractura de las piezas) y otro con un caballo y un tosco simio que se corresponde con el estilo del escultor que labró la cesta zoomórfica de la portada. Los capiteles que decoran las ventanas exteriores están formados por estrechas hojas de acanto, similares a las que se aprecian en las campañas góticas de Santa María la Real y Santa Cecilia. El modelo de las basas áticas, con alternancia de anillos, toro aplastado con semicírculos incisos y bolas angulares, es también típico del prolífico foco de San Andrés de Arroyo y Santa María la Real de Aguilar. En el interior “recreado” del edificio, en el primer tramo del lado de la epístola, se abre un arcosolio apuntado que alberga una cubierta de sarcófago decorada con un báculo inciso de fines del siglo XIII.