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Vista meridional de Sant Fruitós d'Ossinyà

Identificador
17162_02_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.1816547,2.6864895
Idioma
Autor
Raül Casado González
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Fruitós d’Ossinyà

Localidad
Ossinyà
Municipio
Sant Ferriol
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Raül Casado González

Descripción

SANT FERRIOL

 

Con una extensión de 42 km², el municipio de Sant Ferriol se encuentra, mayoritariamente, en la ribera sur del río Fluvià. Hasta 1930 se denominó la Parroquia de Besalú, porque dependía eclesiásticamente de dicha parroquia. Comprende casi todo el valle del torrente de la Miana o el Junyell y un pequeño sector del valle del Ser, afluentes del Fluvià por la derecha, el primero procedente de la sierra de Sant Julià del Mont, que hace que el sector de poniente del término sea accidentado, y el segundo procedente del valle de Santa Pau. El municipio incluye, además del vecindario homónimo de Sant Ferriol, los pueblos de Torn (su núcleo más importante), Juinyà, Fares y la Miana, y los vecindarios de Ossinyà y el Mor, además del santuario de Santa Maria del Collell.

 

Las comunicaciones, salvo en el sector noreste, que es atravesado por la carretera N-260, y el de levante, por donde pasa la C-66, son muy dificultosas, lo que ha contribuido al éxodo rural. Desde el Torn, sin embargo, hay una carretera hacia Mieres y hacia Sant Miquel de Campmajor y Banyoles.

 

Las primeras referencias documentales del lugar datan de los años 966 y 969, con citas a alodios y a la iglesia de Santa Maria de Fares. En 977, en una donación del conde de Besalú y obispo de Girona, Miró Bonfill, a la canónica de Santa Maria de Besalú, aparecen las iglesias de Sant Andreu del Torn, Sant Silvestre del Mor y Sant Fruitós d’Ossinyà. Más adelante, en las Rationes decimarum de 1279 y 1280, se mencionan las iglesias de Sant Miquel de la Miana, Sant Fruitós d’Ossinyà y Santa Maria de Fares.

 

 

Iglesia de Sant Fruitós d’Ossinyà

 

La iglesia de Sant Fruitós d’Ossinyà se encuentra en el valle de Junyell, al Este de la sierra del Mor, cercana al vecindario de Ossinyà. Se llega, desde Besalú, tomando un desvío de la carretera C-66z que pasa por delante del ayuntamiento municipal de Sant Ferriol. Luego tomaremos una pista forestal y al llegar a un cruce de caminos que queda unos 500 m más adelante, giraremos por el de la derecha. Siguiendo por este camino, que transcurre más o menos paralelo a la riera de Junyell, se llega a Ossinyà.

 

El primer documento que conservamos en el que se menciona la iglesia de Sant Fruitós (Sancti Fructuosi de Urciniano) data del año 975, cuando es donada por el conde-obispo Miró Bonfill a Santa Maria de Besalú. Una bula papal de Gregorio V confirma en el 988 las posesiones de la abadía, entre las que se encuentra Sancti Fructuosi quae est in Ursiniano. En 1161, Ramon de Sant Esteve intercambia con el prior de la canonica bisaldunense un alodio en la Vall d’en Bas por los diversos bienes de la parroquia de Sancti Fructuosi de Ursiniano. En 1280, el templo aparece en las Rationes decimarum gerundesnes, y en 1362 en el Llivre Verd del capítulo de Girona. En época moderna (siglo xviii) la iglesia perdió la condición parroquial, pasando a ser sufragánea de la antigua canónica de Santa Maria.

 

Durante los últimos años, la iglesia de Sant Fruitós d’Ossinyà ha sido restaurada. Esta intervención se llevó a cabo tras ser el edificio totalmente abandonado, período durante el cual se calló la bóveda que cubría la nave y la naturaleza invadió el interior del templo. Las obras de restauración consistieron en la limpieza de los alrededores del edificio, y en la construcción de una techumbre. También se desmontó la sacristía que había sido abierta en la zona meridional del presbiterio en un período posterior al románico.

 

Si bien se ha querido devolver al edificio su aspecto románico, las obras de restauración permiten ver también, en el interior, las diversas intervenciones arquitectónicas que tuvieron lugar en la iglesia; es posible apreciar hasta dónde llegaba la bóveda de medio punto, la apuntada y la de ojivas que se sucedieron como cubiertas. Se ha prescindido de la capa de yeso que cubría las paredes, excepto en una de las partes del muro occidental.

 

La iglesia presenta una sola nave rectangular con un ábside semicircular algo más estrecho. Desde el exterior, apreciamos que el ábside presenta una menor altura que la de la nave y el campanario, situado a los pies de ésta, en el muro occidental. En el centro del ábside se abre una ventana de doble derrame, cubierta por un arco de medio punto y ejecutada con sillares bien trabajados. El ábside presenta una cicatriz, que ha sido reparada, similar a la de la iglesia de Sant Martí de Coll, en Olot. Ambas fisuras fueron consecuencia de los terremotos acontecidos durante la primera mitad del siglo xv. Una sencilla y elegante cornisa recorre todo el ábside, sobre el que encontramos una techumbre moderna.

 

En el muro septentrional, en su paño exterior, apreciamos cinco mechinales que están dispuestos arrítmicamente a una misma altura, exceptuando la zona que soporta el campanario. En esta zona apreciamos el verdadero muro románico, que cuenta con una cornisa de la que sólo restan tres tramos. También el muro septentrional presenta restos de la cornisa románica en su tramo más occidental. El muro septentrional sostiene una bóveda plana de cemento armado, sobre la que descansa una techumbre a dos aguas. Así pues, cabe señalar que el muro septentrional es, en gran parte, una construcción posterior al período románico. Esto se aprecia fácilmente atendiendo a la utilización de mampostería, sillarejo y tejas en la composición del muro.

 

Durante la restauración, en el muro meridional se ubicaron las cornisas románicas en la cúspide del muro, por encima de donde se encontraban originalmente. Conociendo este detalle, es fácil verificar lo explicado atendiendo a las esquinas del muro occidental. En la parte septentrional del templo se aprecian los cimientos de una construcción desaparecida.

 

El muro occidental es de filiación románica. En el apreciamos mechinales en diversas alturas. Casi en la parte superior del muro, y hacia el centro de este, hay una ventana de doble derrame, también de filiación románica, cubierta por un arco de medio punto. El muro occidental culmina en un recio campanario de espadaña de doble vano, cubierto por una techumbre a dos aguas. A la espadaña original se le agregaron tres muros, creando un espacio rectangular que fue respetado durante las obras de restauración. Este espacio es visible desde el interior del templo a través de un vidrio, que crea una entrada de luz natural y permite apreciar el campanario desde el interior del templo.

 

En la zona occidental del muro sur se encuentra la portada, ornamentada con tres arcos en gradación que arrancan de impostas dispuestas sobre pilares. La luz es rectangular, compuesta por un dintel también rectangular, que sostiene un tímpano sin figuración. Las dovelas de los pilares y los arcos han sido bien trazadas y reproducen la tipología de portada románica más común en la comarca de la Garrotxa.

 

Si observamos el muro occidental nos percataremos del uso de sillares, sillarejos y mampostería. La zona occidental del muro meridional presenta un sillar bien trabajado, regular y de dimensiones considerables. A medida que el muro avanza hacia la cabecera, el uso de sillarejo y de mampostería es más acusado. Las partes románicas corresponden a aquellas en las que se ha utilizado el sillar. Sin embargo, hemos de advertir que en la parte anterior a la cabecera se había ubicado una sacristía que durante las obras de restauración fue derrumbada, cuyos cimientos son apreciables. En su lugar se erigió un muro, utilizando sillares de filiación románica. En esta zona del muro encontramos una ventana que emula las románicas y que ha sido construida con mampostería. El muro presenta una cornisa cuyas molduras son de filiación románica y que fueron aprovechadas durante las obras de restauración.

 

El interior del templo muestra los restos de las diversas etapas constructivas que tuvieron lugar en la iglesia a lo largo del tiempo. El ábside cuenta con un ara de altar de filiación románica, dispuesta sobre un soporte moderno. La techumbre es de madera, sostenida por un arco perpiaño, dispuesto a un metro del muro occidental, y el arco triunfal que precede al ábside, también apuntado. La cobertura del ábside es también apuntada. Las orillas de los muros presentan un banco corrido de piedra que está a la misma al tura que la zona absidal, sobrealzada respecto la nave. Este desnivel se salva mediante dos peldaños de piedra. El pavimento de la nave es moderno, de barro cocido. En el muro septentrional se conservan las pilastras que soportaban los arcos apuntados. En el muro meridional han sido devastadas las pilastras casi por completo. En ambos muros se aprecia una doble cornisa que quizás debamos datar hacia los siglos xvii o xviii. Entre los tramos de arcos perpiaños se han trazado arcos de medio punto, solución muy recurrida en las iglesias de esta comarca.

 

La iglesia de Sant Fruitós d’Ossinyà presenta diversas características que nos permiten datar su construcción hacia la segunda mitad del siglo xii, a juzgar por la tipología y las soluciones estéticas del templo.

 

 

Pila bautismal

 

La pila bautismal románica se encuentra hoy emplazada en la zona occidental del templo. Está muy deteriorada sólo se conserva la parte más recia de ella, la que corresponde al depósito. Fue esculpida a partir de una sola pieza de roca y presenta unas dimensiones aproximadas de 73 cm de diámetro por 35 cm de altura. El diámetro de la pica, en su parte interior, es de 58 cm. El agujero de desagüe es de tan sólo 3 cm.

 

La pica presenta una forma tosca y funcional con forma similar a otras pilas bautismales románicas ejecutadas, quizás, a finales del siglo xi, en la comarca de la Garrotxa.

 

Texto y fotos: Raül Casado González

 

 

Bibliografía

 

Agustí i Farjas, B., 2000, pp. 227-228; Castells Catalans, Els, 1967-1979, III, pp. 86, 125; Catalunya Romànica, 1984-1998, IV, pp. 332-333; Murlà i Giralt, J., 1984, pp. 74-75; Murlà i Giralt, J. y Teixidor i Santaeulària, J., 1999, pp. 37-38.