Identificador
              19265_03_041n
          Tipo
          
      Formato
              
          Fecha
              Cobertura
              41º 3' 27.65'' , -1º 54' 23.72''
          Idioma
              
          Autor
          Ana Belén Fernández Martínez,Ezequiel Jimeno Martínez,Pedro Luis Huerta Huerta
              Colaboradores
          Sin información
              Edificio Procedencia (Fuente)
              País
              España
          Edificio (Relación)
              Localidad
              Hinojosa
          Municipio
              Tartanedo
          Provincia
          Guadalajara
              Comunidad
              Castilla-La Mancha
          País
              España
          Claves
          Descripción
              LA ERMITA DEDICADA A SANTA CATALINA, que anteriormente  fue iglesia parroquial del poblado de Torralbilla,  se encuentra situada en el margen izquierdo  de la carretera CM-2107 que une Hinojosa con Milmarcos.  Se alza en el páramo molinés rodeada de sabinas, alisos  y encinas; aún hoy, al norte de la ermita, podemos ver  algunas de las construcciones del antiguo pueblo. Los inicios  de la historia de Torralbilla están por esclarecer,  puesto que carecemos de fuentes documentales o arqueológicas  acerca de su fundación al igual del porqué de su  abandono.  La ermita presenta una planta rectangular de nave  única con acabado en cabecera semicircular, según el  modelo de las pequeñas iglesias rurales con pocos recursos.  El paramento, tanto en la nave como en el ábside, está  compuesto por sillarejo que se refuerza con sillares en las  esquinas. Se encuentran algunas marcas de cantero en  forma de flechas en los sillares de la galería, las más numerosas  en las jambas de la entrada occidental. Ya en el exterior  observamos que la cabecera se estrecha en la parte  recta del testero y que éste se refuerza por dos lesenas  adosadas al muro. Observando la ermita, sobre todo en su  lado este, vemos un gran desnivel que provoca su situación  en la ladera del cerro, salvado en su cabecera por un fuerte  basamento en el que apoya, y en el lado sur por un pórtico  adosado. Este pórtico lateral es la única parte de la  iglesia construida en su totalidad con sillar de piedra labrada.  Todo el paramento de la ermita presenta un esquema  sencillo en cuanto a iluminación hacia el interior con dos  ventanas aspilleras en el centro superior del ábside y los  pies y otras dos de gran abocinamiento semicircular en los  tramos rectos del presbiterio. La ermita esta cubierta a dos  aguas en la nave, en la cabecera y en el testero recto, y a  una sola ya en el hemiciclo. Lo más destacable de la decoración  de la cabecera es la cornisa y los canecillos en los  que se apoya. La cornisa presenta diversos motivos decorativos,  como son el taqueado o ajedrezado y roleos, que  se entremezclan dándole continuidad a toda la superficie  horizontal. Los veinticinco canecillos que sostienen el alero en la  cabecera merecen una reseña aparte; presentan todos ellos  decoración, algunos figurada, como cabezas en gestos  grotescos o una pareja abrazada en labores de amoríos.  Aparecen igualmente dos que muestran a un músico  supuestamente tocando la vihuela, aunque por su degradación  es aventurado afirmarlo. Otros se limitan a volutas o  modillones de rollo, diversificando el número de rollos;  encontramos también dos barricas de vino. Sin duda los  más destacados, por tenerlos también representados en el  arco triunfal interior (a lo que nos referiremos posteriormente),  son los tres que encarnan a los seres mitológicos  de los trasgos, con cuerpo de ave y cola de reptil, muy frecuentes  en la temática medieval. Todas estas escenas nos  ilustran sobre la vida del poblado medieval de Torralbilla  y la fantasía de sus artistas. El acceso a la ermita se práctica por el lado sur, cobijado  por un pórtico adosado al muro. Está compuesto por  seis vanos que se unen mediante haces de columnas pareadas  que voltean en arcos de medio punto bastante rebajados  en su intradós. Los arcos y vanos se apoyan en un grue-  so basamento que sustenta la galería; a su vez las columnas  pareadas descansan sobre basas típicamente románicas  labradas en su solo sillar, con un plinto no muy marcado y  basa con la decorativa lengüeta de garra en sus extremos.  Ambos fustes cilíndricos son rematados por capiteles de  decoración casi de labra serigrafiada por su esquematización,  que representa motivos vegetales y de bola. La galería  está abierta en su vertiente este y oeste; en la primera se  horadan tres huecos con arcos de medio punto que se diferencian  por su tamaño. Este hecho, unido al resto de un  muro anexionado a la iglesia que va desde la portada hasta  el final de la galería, permite pensar que existiera otro muro  que cerrara, creando una pequeña habitación que serviría  de sacristía. Dentro de la galería podemos ver también  ornatos de diferente fábrica, como en la jamba del arco de  acceso del lado oeste donde está tallada una pequeña Virgen  enmarcada en una hornacina de tosca talla. En el muro  anexionado al mediodía de la ermita se encuentran dos  representaciones, ambas en sillares reutilizados, una de un  animal que se asemeja al lobo y otra de una rueca, símbolo  del martirio de Santa Catalina que guarda en su interior el  anagrama de Cristo y María, la cual a su vez está rematada  por una corona. Destacable es también el reloj de sol que  vemos en los sillares de la derecha, y, aunque le falta el gnomón,  podemos ver la partición de las horas en las que le  daba el sol. Actualmente no se utiliza, ya que que la galería  porticada no le deja cumplir su función.  La portada de acceso a la ermita se compone de cuatro  arquivoltas en arista viva que se sustentan con columnas,  adosadas las tres primeras, y pilastras ribeteadas con  bocel, la más interior. Todas las arquivoltas están flanqueadas  por una chambrana de puntas de diamante. Los capiteles  de la portada cuentan con una decoración de rudas  palmetas que sustentan ábaco y cimacio sin ornato.  El interior de la ermita se presenta sencillo en cuanto  a formas y decoración. La nave está recorrida en todo su  paramento por un banco, y tiene la techumbre de factura  moderna, de madera. Nos da paso al ábside un arco apuntado  y doblado, que se presenta a mayor altura que la nave  para salvar el desnivel, y que nos da testimonio de la diferencia  en la anchura entre nave y presbiterio. Este arco  triunfal, al tiempo, apoya sus dovelas de sillar en dos capiteles  con destacada decoración. En el lado del evangelio  vemos un capitel con ábaco ornamentado con palmas  entrelazadas con cesta de dos volutas que se voltean en las  dos vertientes; esta decoración se repetirá en la portada de  la iglesia del pueblo de Torrubia, aunque es de menor  tamaño y factura algo más tosca. El capitel de la epístola representa el tema del trasgo  y la sirena, pertenecientes al bestiario medieval; los trasgos  se presentan en el frente del capitel, con su cuerpo de ave,  cola de reptil, cabeza alargada de puntiagudas orejas, frente  y cara con múltiples arrugas y un rictus maléfico en su  faz. Se encuentran afrontados con un árbol o rama que  nace entre ellos, recuerdo quizás del árbol de la vida. La  sirena-pájaro, que mira hacia el ábside, representaba la  seducción y la atracción hacia los placeres carnales (suelen  representarse con un elemento como un peine o un espejo,  aunque la adaptación al marco no lo permitió en este  caso). La filiación de esta decoración se ha querido vincular  con la del monasterio burgalés de Silos, sobre todo en  la representación de los trasgos, a semejanza de las arpías  del primer maestro del claustro silense. El transepto y el  ábside se cubren con bóveda de cañón y de horno, respectivamente;  además cuenta con una línea de imposta en  arista viva que recorre el espacio.  La cronología de la ermita se remonta a fines del siglo  XII. Tanto la estela de los capiteles que nos remite al primer  maestro de Silos, como el hecho de que se construyera  una galería porticada propia de este siglo, así lo  avalan. A lo pies de la ermita nos encontramos con una pila  bautismal muy sencilla, con una copa en forma de cono,  ribeteada en su parte más ancha, y una moldura en bocel  que la recorre. Se apoya sobre una basa cuadrada en la que los elementos más destacados serían las lengüetas, a modo  de garras que ya hemos visto en las basas de las columnas,  así como el anillo ornamental que decora la parte más  estrecha. A la entrada, a nuestra derecha y horadada en el  poyete que recorre la ermita, podemos ver una pequeña  pila de agua bendita, cilíndrica, poco profunda, de tosca  factura pero de gran funcionalidad.
           
        
    