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Interior de la cabecera

Identificador
40542_01_011
Tipo
Fecha
Cobertura
41º 32' 47.36" , -3º 39' 8.75"
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Ermita de Santa María de Casuar

Localidad
Montejo de la Vega de la Serrezuela
Municipio
Montejo de la Vega de la Serrezuela
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
AUNOS CINCO KILÓMETROS al este de Montejo, en las hoces y ribera izquierda del Riaza, un espectacular paraje al pie de una pared rocosa plagada de cuevas -germen de la mitad del topónimo- y surcado por los buitres acoge las ruinas de la iglesia de Casuar. El edificio, de planta basilical, muestra una tipología bien acorde con los cánones románicos, con su nave única levantada en mampostería encofrada, espadaña sobre el hastial occidental, dos portadas en las fachadas norte y sur, y cabecera de sillería compuesta de tramo presbiterial y ábside semicircular. Al sur se levantaba una galería porticada, visible en antiguas fotografías, desmontada a finales de los años setenta del siglo XX y parece que trasladada a Montejo, aunque no hemos logrado verla. Tipológicamente se encuentra próxima a la más descuidada y maltratada iglesia de Cuevas de Provanco. Manifiesta la fábrica una notable unidad, y ello pese a la combinación en sus muros de tres aparejos distintos: buena sillería en la cabecera, encintado de vanos, cornisas y esquinales; calicanto encofrado en el cuerpo de la nave; y mampostería tradicional en el hastial occidental, donde se abre una ventana rasgada y abocinada al interior y sobre el que se alza una espadaña con remate a piñón y dos troneras de medio punto, éstas en sillería. Tal diversidad responde a criterios económicos y de eficacia constructiva y, en cualquier caso, quedaría mitigada por el enfoscado del conjunto. Perdido éste, en la nave son perfectamente visibles las huellas de construcción, con las cuatro hileras de mechinales y entre ellos los mampuestos colocados a mano, así como las marcas de tablazones y las rozas de unión de las cajas de encofrado, método económico, resistente y sobre todo rápido, bien apto para una nave de modestas dimensiones destinada a recibir cubierta lígnea. La cabecera es la parte más noble y cuidada del conjunto, alzándose sobre un banco corrido de aristas aboceladas visible interior y exteriormente. Da paso desde la nave al presbiterio un arco triunfal doblado de medio punto, apeado en una pareja de columnas entregas de muy desgastadas basas y coronadas por capiteles ornados, el del lado del evangelio con dos parejas de leones afrontados que comparten cabeza, y el de la epístola con otras dos parejas de felinos enfrentados, éstos volviendo sus cuellos hacia atrás. Ambas cestas aparecen bajo cimacios de nacela con puntas de diamante, misma ornamentación de la imposta sobre la que voltea la bóveda de cañón que cubre el tramo, corrida también en el hemiciclo. En ambos muros del presbiterio de abrieron sendas ventanas, de estrechos vanos rodeados por arcos de medio punto abocelados labrados en bloques monolíticos y apoyados en columnas acodilladas que sólo conservan sus cimacios abiselados y los capiteles, labrados en el mismo bloque del paramento y sumariamente decorados con temas vegetales: hojitas nervadas y lobuladas en la ventana norte y anchas hojas lisas con pomas en las puntas en la sur. Se acodilla al tramo recto un ábside semicircular, cerrado con bóveda de horno y articulado en dos pisos mediante una imposta que corre a la altura del alféizar de la ventana abierta en el eje, del tipo de las descritas y con simples capiteles vegetales. También al exterior se manifiesta tal imposta, con perfil de cuarto bocel y a modo de billetes, dividiendo el tambor en dos pisos e invadiendo los fustes de la pareja de columnas entregas que articulan el muro en tres paños, alcanzando sus capiteles la cornisa. En ésta, también con perfil de nacela, se han sustituido las puntas de diamante por bolas, estando soportada por canecillos de variada decoración, combinándose los de simple nacela, tres rollos, o perfil de proa de nave con prótomos de animales, una serpiente enroscada, un cuadrúpedo agazapado y tres figuras humanas muy erosionadas, aunque en dos de ellas descubrimos sendos exhibicionistas, uno masculino y otro femenino. Los capiteles de las columnas entregas repiten un mismo esquema, a base de anchas hojas afalcatadas de puntas avolutadas de las que penden carnosas palmetas, como el resto de tosca labra. La nave se remata con cornisa abiselada sobre canes de proa de nave, abriéndose en sus muros sendas portadas. La meridional, prácticamente oculta por la maleza, es de extrema simpleza, con un arco de medio punto liso sobre desgastadas impostas abiseladas y chambrana también moldurada con un bisel. Mayor porte manifiesta la septentrional que, pese a los expolios, conserva su arco de medio punto liso rodeado por dos arquivoltas aboceladas, sobre imposta de chaflán y jambas de enormes bloques. Si tuvo columnas acodilladas, éstas han desaparecido. Como antes señalamos, ante la fachada meridional se alzaba una galería porticada, cegada antes de su traslado, compuesta por dos series de tres arcos de medio punto -con chambranas de nacela- sobre columnas de capiteles rematados por bolas, a ambos lados de la portada meridional, ésta con amplio arco de medio punto e idéntica molduración de chambrana e impostas. Gracias a la fotografía publicada por Pérez de Urbel en su obra El condado de Castilla, sabemos que en el cierre occidental de este atrio se abría otra pequeña portadita. En dicha imagen son visibles aún las ruinas de una edificación dispuesta a los pies de la iglesia, quizás una simple cerca. No resulta sencillo avanzar una datación para lo conservado, aunque la rudeza y simplicidad de la decoración, ajena tanto a la renovación de la plástica de la segunda mitad de la duodécima centuria como al barroquismo de lo inercial, hace pensar en una construcción realizada en fechas tempranas dentro del siglo XII.